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Disturbios en Suecia: policía obligada a pedir refuerzos

24 de mayo de 2013

Por quinta noche consecutiva, grupos de jóvenes quemaron vehículos y atacaron con piedras a los agentes en Estocolmo y otras ciudades.

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Imagen: reuters

La muerte de un hombre de 69 años el pasado 13 de mayo a manos de la policía desató una ola de malestar que se ha traducido en cinco noches consecutivas de destrozos y disturbios en los barrios periféricos de Estocolmo, la capital de Suecia, una de las ciudades más ricas de Europa y epicentro comercial de un país que se enorgullece de su justicia social, que ahora está en entredicho.

La madrugada del viernes (24.05.2013) se saldó con al menos 30 coches incendiados, así como ataques contra comisarías e incluso jardines infantiles, colegios y propiedad privada. “En término de extensión, es un poco menos, está un poco más tranquilo”, dijo el vocero policial Kjnell Lindgren, quien también reportó la detención de trece personas, la mayoría jóvenes y adolescentes.

La policía decidió, asimismo, pedir refuerzos para enfrentar la crisis que afecta principalmente a barrios pobres y de inmigrantes del suroeste y noroeste de la capital, aunque cada vez más ciudades del país se suman a la ola. En las próximas jornadas además habrá mayor presencia policial en los partidos de fútbol y en la boda de la princesa Magdalena, que tendrá lugar el 8 de junio.

Vecinos molestos

A pesar de la fama de igualitaria de Suecia, las revueltas han puesto de manifiesto las diferencias existentes entre una mayoría acomodada y una minoría, a menudo personas jóvenes de origen inmigrante, que no puede encontrar trabajo, con educación escasa y que se siente marginada o discriminada por la policía, que los trataría de “monos” o “vagos”.

Como respuesta a la expansión del fenómeno, la policía también anunció que mantendría una fuerte presencia en las calles “durante días, semanas o el tiempo que sea necesario”. Cada vez son más los vecinos, en todo caso, que manifiestan su rechazo a la violencia.

En Rinkeby, uno de los suburbios más afectados, los jóvenes salieron a quemar coches, pero vieron también cómo cientos de vecinos se manifestaron en la calle para mostrar su indignación. “Esto me pone muy furioso. ¿Van a mejorar las cosas si queman colegios?”, se preguntaba Aleks Salaka, un vecino de Kista cuyos dos hijos asisten a un colegio atacado, en declaraciones al diario sueco Expressen. “¿Adónde van a ir mis hijos mañana?”.

DZC (Reuters, El País)