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Dilma viaja a Washington

Nádia Pontes / Evan Romero-Castillo5 de abril de 2012

Dilma Rousseff viajará a Estados Unidos con una agenda menos política y un tono más suave. Su meta es allanar el camino hacia una asociación estratégica y cooperaciones en educación, tecnología y el área militar.

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Imagen: AP

La agenda con que la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, arribará este 9 de abril a Estados Unidos no incluirá ni la solicitud de reforma del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ni la crítica a la política estadounidense de subsidios agrícolas, ni ningún otro asunto polémico que pueda enturbiar su primera visita a Washington como jefa de Gobierno. No obstante, su cita con Barack Obama no es una visita de cortesía; Rousseff suaviza el tono para propiciar el establecimiento de una asociación estratégica con la Casa Blanca.

El acento estará puesto sobre los intereses mutuos y no en la simpatía o antipatía recíproca, como en los tiempos de Lula; temas concretos como la educación, la tecnología y la seguridad energética dominarán las conversaciones entre ambos mandatarios. Eso sí, los acuerdos bilaterales se consumarán en otra oportunidad. Y es que, si Rousseff firma un contrato en este momento y Obama no es reelegido como presidente en los comicios de noviembre, esos tratados tendrían que ser confirmados por su sucesor de todas maneras.

“Brasil quiere que, a mediano plazo, el Gobierno de Estados Unidos lo reconozca como un socio clave; un estatus que, entre los países emergentes, sólo tienen China e India”, dijo Rafael Duarte Villa, experto de la Universidad de Sao Paulo, a Deutsche Welle. Y, para conseguirlo, el “gigante del sur” necesita un espaldarazo. Brasil es rico, menos dependiente del mercado estadounidense y del respaldo financiero ofrecido por Washington y el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, no ha logrado declarar su independencia tecnológica.

“Las bases de la industria aeronáutica brasileña se sentaron gracias a un amplio programa de cooperación entre el Massachusetts Institute of Technology (MIT), la Cornell University y la Fuerza Aérea Brasileña”, recuerda Eiiti Sato, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Brasilia. Hoy, agrega el especialista, Brasil debe buscar la cooperación con los estadounidenses nuevamente en sectores como el de la biotecnología. Otra área en la que ambos países deberán trabajar codo a codo en el futuro es la militar, asegura Marcus Vinícius de Freitas, profesor de Derecho y Relaciones internacionales en la Fundación Álvarez Armando Penteado.

La cooperación militar es “esencial”

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Rousseff y Obama en un encuentro previo, celebrado en Nueva York el 20 de septiembre de 2011.Imagen: dapd

A juicio de Freitas, el de la cooperación militar brasileño-estadounidense es un tópico sensible, pero “esencial”, que deberá ser tratado tarde o temprano en el marco de las negociaciones bilaterales. “La cooperación militar la protección de los recursos naturales. Particularmente en el ámbito marítimo, donde Brasil ha hecho grandes inversiones para la exploración petrolera”, señala de Freitas. A sus ojos, las Fuerzas Armadas brasileñas necesitan mejores equipos.

Estados Unidos ya no es el principal socio comercial de Brasil –China lo desbancó en 2009, tras ochenta años de liderazgo en esas lides–, pero sigue siendo un mercado importante para sus productos y puede llegar a sobresalir como consumidor de su petróleo. Después de todo, como dijo de Freitas, “Estados Unidos tiene problemas crónicos con sus abastecedores habituales, Arabia Saudita y Venezuela”. A eso se suma el interés por el etanol brasileño; Estados Unidos dejó de cobrar un impuesto extraordinario por él en enero de 2012.

Las negociaciones entre Brasilia y Washington también son importantes para el desarrollo de la educación, un sector del cual depende la futura prosperidad del país suramericano. Estados Unidos cuenta con las mejores universidades del mundo, mientras que la calificación de la fuerza de trabajo es un gran problema para Brasil. De ahí que el viaje de Rousseff a Estados Unidos incluya una visita al alma máter de Harvard y conversaciones con sus catedráticos.

Al contrario de algunos de sus homólogos latinoamericanos, la mujer fuerte de Brasilia podrá ausentarse de su país sin temor alguno: según los sondeos más recientes de la encuestadora Ibope, encargados por la Confederación Nacional de la Industria (CNI), el grado de aprobación del que disfruta su Gobierno entre los brasileños subió del 72 por ciento al 77 por ciento. Eso y la asunción de una postura menos conflictiva por parte de Rousseff pueden aumentar las probabilidades de que la cita de Washington culmine con talante cooperativo. “Estados Unidos espera un trato menos rudo que el que ofreció Lula durante sus mandatos”, cierra Duarte Villa.