Las comunidades alemanas se esfuerzan por acoger a un número creciente de refugiados. Escasean las viviendas y en muchas ciudades aseguran que no tienen personal para llevar a cabo programas de integración. Diemelstadt, una pequeña ciudad del estado de Hesse, se enfrenta a problemas logísticos y burocráticos para acoger a los refugiados