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Cuando la cultura habla de política

Luna Bolívar Manaut8 de diciembre de 2005

Las duras palabras del escritor Harold Pinter en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura vuelven a poner el tema en el candelero: ¿se deben inmiscuir en política personajes del mundo cultural y social?

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Pinter no estuvo presente físicamente en Estocolmo por razones de salud.Imagen: AP

Que el presidente estadounidense George Bush no se encuentra entre los héroes de Harold Pinter no era ningún secreto. Que el dramaturgo inglés se opone frontalmente a la política exterior estadounidense, no sólo desde la guerra de Irak sino desde que el país se convirtió en gran potencia con oficio de gendarme mundial, tampoco. Pero el discurso de Pinter ante la Academia Sueca fue netamente político y absolutamente ácido, combinación que no siempre es bien acogida.

Diferenciar la verdad de la mentira política es para Pinter una "obligación crucial que nos concierne a todos". Frente a esta opinión está la de los que defienden el "zapatero a tus zapatos" y creen que el debate político concierne sólo a los señores diputados.

Günter Grass Porträtaufnahme
Günter Grass recibió el Premio Nobel de Literatura en 1999.Imagen: AP

Günter Grass: del lado de los críticos

El alemán Günter Grass, Premio Nobel de Literatura en 1999, es otro de los que no se coartan a la hora de opinar sobre la actualidad política. "Me interesa que no se deje de hacer aquello que yo y los autores de mi generación hemos hecho durante décadas: inmiscuirse en política", dijo Grass en declaraciones al periódico alemán Die Zeit.

Crítico del capitalismo sin escrúpulos, opuesto a la guerra en Irak, Grass no ha ocultado nunca sus simpatías por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), del que fue miembro desde 1982 hasta 1993, cuado abandonó el SPD como señal de protesta contra la política de asilo defendida por los socialdemócratas, porque, más allá de la ideología, es la crítica lo que guía la confrontación de Grass con las decisiones que toma la política.

Cuando un renombrado escritor, que además ha sido galardonado con nada más y nada menos que con un Premio Nobel, sale a la palestra y critica a la clase política, esta suele tomarse la acción a mal. Pero aún así, también los artistas son ciudadanos, y también a ellos les protege el derecho a decir lo que piensan.

Otro ejemplo de los que no se callan

Demonstration in Spanien gegen Irak Krieg
En los primeros meses de 2003, los españoles se manifestaron masivamente contra la guerra.Imagen: AP

A principios de 2003, un nuevo conflicto se vislumbraba en Irak. El entonces presidente español, Jose María Aznar, fiel colaborador de Georg Bush, comenzó a vertir en sus declaraciones la idea de que España tenía la obligación moral y política de participar en el conflicto, haciendo saltar todas las alarmas de la opinión pública: según las encuestas, más del 80% de los españoles se oponían a la guerra.

En este contexto se celebró, en febrero de 2003, la ceremonia de entrega de los premios Goya, el galardón más importante, junto con la concha de San Sebastián, del cine español. El "no a la guerra" dominó la fiesta y al día siguiente a la Academia de Cine española le llovieron las críticas. Incluso se llegó a solicitar la destitución de su directiva. "El gobierno no pone la televisión pública al servicio de la cultura para que se le insulte", opinaron algunos ministros.

"En ningún caso la Academia impedirá que sus miembros, como ciudadanos, se expresen libremente, porque la esencia de nuestro trabajo es la libertad misma", expresó la Academia de Cine española en un comunicado de prensa a raíz de la polémica.

Y en cuanto a Pinter, habrá que esperar para oír las reacciones. Su colega alemán Hans Magnus Enzensberger ya ha dicho que no se sorprende de las declaraciones del inglés. "Pinter nos tiene acostumbrados a actos como éste. Desde hace años propaga la misma palabrería. Pero que lo haga, para algo tenemos libertad de expresión", dijo el escritor bávaro.