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Contra la crisis del coronavirus, "¡coman papas fritas!"

Teri Schultz
11 de mayo de 2020

Patatas, papas fritas o croquetas: comerlas se considera actualmente un acto de solidaridad en Bélgica. Los agricultores y las empresas que procesan los tubérculos están sufriendo por la crisis del nuevo coronavirus.

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Imagen: DW/Teri Schultz

Una pequeña y espontánea broma durante una entrevista: Romain Cools realmente no quería hacer nada más. "¡Coman más papas fritas!" había rogado a los belgas. Pero su llamado se extendió viralmente en todo el mundo. Muchos asumieron la idea hecha a manera de broma, para ayudar a los maltratados agricultores belgas.

La sugerencia fue que "todos los belgas deberían comprar una porción extra de papas fritas para ayudar a nuestra industria a solucionar el problema", recuerda Cools con una sonrisa. Él es secretario general de Belgapom, la asociación de empresas de procesamiento de papa en Bélgica, y el problema es el siguiente: 750.000 toneladas de papa que deben procesarse como productos congelados, y entregarse a los clientes dentro y fuera de Bélgica, están a punto de pudrirse.

750.000 toneladas de papas podrían pudrirse; entre ellas, las de Marc de Tavernier
750.000 toneladas de papas podrían pudrirse; entre ellas, las de Marc de TavernierImagen: DW/Teri Schultz

Fanáticos de las papas fritas en todo el mundo

Cuando su teléfono empezó a sonar sin cesar, Cools supo que debía aprovechar el amor universal por las papas fritas. "Apelamos al resto del mundo para que coma más y más de ellas", dice. "Y si son belgas, mejor".

Bélgica es el mayor exportador mundial de productos de papa congelados. La industria de procesamiento de papa tiene una facturación anual total de dos mil millones de euros.

Pero en tiempos del nuevo coronavirus, las circunstancias no son normales. El acumulamiento de papa es un verdadero desastre. En la granja de Marc de Tavernier, en Bellegem, en Flandes Occidental, un enorme almacén está lleno de toneladas de tubérculos que esperan ser retirados. Y sigue siendo uno de los afortunados: cultivó la mayoría de sus papas en virtud de un contrato con las empresas procesadoras.

El mercado se ha derrumbado

Los productores menos favorecidos, dice Cools, están atrapados en una cosecha cuyo precio en el mercado libre ahora se ha reducido a una vigésima parte, menos de un euro por 100 kilogramos, si es que alguien compra. Nadie lo hace.

Los procesadores han decidido pagar a los agricultores los precios vigentes antes de la pandemia. Pero eso solo "empuja" el problema un paso más allá, dice Cools. Algunos de los compradores comerciales de productos congelados se niegan a pagar el precio total, porque saben que las existencias de los productores son tan grandes que no pueden permitirse negociar.

Productores de papa por tradición: Jolien Mylle y su familia
Productores de papa por tradición: Jolien Mylle y su familiaImagen: DW/Teri Schultz

Los tiempos son difíciles, dice Jolien Mylle, de la compañía Mydibel en Mouscron, cerca de la frontera con Francia. La empresa familiar es la tercera generación que produce productos de papa y tradicionalmente se siente responsable de la cadena de suministro. Jolien Mylle inicialmente estudió farmacología, pero luego prefirió trabajar en la fábrica y desde entonces ha liderado la investigación de mercado. "Estamos muy preocupados por nuestros proveedores, porque vemos a nuestros agricultores como socios. Nos importan".

Ella admite que está preocupada por el futuro. "El 70 por ciento de nuestro negocio se genera en la gastronomía", explica. "Exportamos a más de 130 países en todo el mundo. Pero muchos restaurantes están cerrados, por lo que nuestras ventas también están cayendo".

Papas en lugar de pizza y pasta

Parte del excedente se usa como alimento para animales y parte para bioenergía, dice Cools, de la asociación industrial Belgapom. Por ejemplo, Mydibel usa casi exclusivamente desechos de papa como fuente de energía. Pero para los agricultores que tienen limitaciones financieras, esto no es una solución, ya que tienen que pagar por otros productos a partir de sus tubérculos.

Y así, por primera vez, la industria de la papa ha pedido ayuda a la Unión Europea y al gobierno belga. Cools espera que el apoyo llegue de Bruselas. Ya existe un proyecto de colaboración entre el Estado y empresas: en Flandes, las autoridades comparten los costos con el proveedor de papa Pomuni para distribuir 25 toneladas de los productos cada semana.

Las papas de Mydibel se procesan, o se utilizan como forraje o fuente de energía
Las papas de Mydibel se procesan, o se utilizan como forraje o fuente de energíaImagen: DW/Teri Schultz

Los restaurantes en Bélgica volverán a abrir en junio, como muy pronto. Algo similar ocurre en la mayoría de los principales países consumidores de productos de papa. Por lo tanto, es imposible consumir cientos de miles de toneladas de papas en exceso hasta fines de junio, que es cuando comenzarán a echarse a perder.

Por lo tanto, Cools agradece incluso la más mínima ayuda. Debido a que su propuesta "Comer más papas fritas" se ha vuelto tan popular, planea lanzar otra campaña en los supermercados belgas. Cada bolsa extra que alguien lleva a casa, dice, crea un poco de alivio en algún lugar de la cadena de procesamiento de la papa.

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