La presidenta chilena Michelle Bachelet anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas que se presentará un nuevo proyecto de ley para prohibir el uso de bolsas de plástico en la costa del país. De aprobarse la ley, se aplicaría dentro de los próximos doce meses y permitiría proteger el océano. La ley consistiría en prohibir la entrega de bolsas plásticas en el comercio y la sanción podría ser cercana a los 300 dólares por bolsa.
Chile sería el primero en América en implementar este tipo de ley por lo que la mandataria hizo un llamado a los demás países del continente para que asuman también esta responsabilidad con el medio ambiente.
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La propuesta ha sido bien acogida por los municipios; sin embargo aún hay preocupaciones por la financiación de las inspecciones y del proyecto en general. Además algunos piensan que la ley debería ser aplicada a todo el país. A esto, el ministro de Medio Ambiente, Marcelo Mena, señaló que los estudios afirman que las ciudades costeras son las que más contaminan el océano con plástico por sus fuertes vientos.
En el caso de Alemania, por ejemplo, el uso de las bolsas de plástico no está prohibido, pero sí se ha reducido notablemente su uso debido a la implementación de un “acuerdo voluntario” con los comercios minoristas: en vez de regalar las bolsas, las venden. Actualmente una bolsa de plástico cuesta entre 10 y 20 centavos de euro.
A pesar de que no hay sanción y el acuerdo es “voluntario”, la medida está funcionando bien: la mayoría de los clientes van a los supermercados con sus propias bolsas ya sean de tela o de plástico. Incluso Rewe, la segunda cadena mayor de supermercados en Alemania, ha ido un paso más allá y ha dejado de vender bolsas de plástico en su totalidad. A cambio, ofrece a los clientes alternativas como bolsas de tela, papel y cajas de cartón. Alemania es uno de los países en la Unión Europa que menos bolsas de plástico utiliza y el objetivo actual es reducir el uso anual de 71 bolsas a 40 por persona en un plazo de 10 años.
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No cualquier bolsa da lo mismo
Alternativas al plástico
Un par de manzanas por aquí, una uvas por allá... cuando hacemos las compras, muchas veces recurrimos a las bolsas de plástico, sin pensar. En promedio, cada alemán utiliza 71 bolsas de plástico al año. Pero existen alternativas que son menos perjudiciales para el medio ambiente.
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Siglos de duración
Las bolsas comunes desechables están hechas casi en un 100 por ciento de polietileno, un material sitético elaborado a base de petróleo. Estas bolsas no son en absoluto ecológicas: requieren entre 400 y 500 años para desintegrarse por completo. Demasiado tiempo a juicio de la Comisión Europea, que quiere prohibirlas.
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Un poco mejor, pero no mucho
Una bolsa de plástico biodegradable consta, en cambio, de un 30 por ciento de petróleo y un 30 por ciento de materiales renovables. Suena bien, pero dichas bolsas solo son parcialmente reciclables. Además, el cultivo de plantas para fabricarlas distrae recursos que podrían dedicarse a otro tipo de agricultura.
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Pocas son recicladas
También hay bolsas desechables hechas en un 70 de polietileno reciclado. Su balance ecológico es mejor que el de las otras bolsas de plástico. Sin embargo, en Alemania la mayoría de las bolsas van a parar al tarro de la basura común y corriente y, por lo tanto, no llegan a ser recicladas.
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Las apariencias engañan
Las bolsas de papel no son necesariamente mucho mejores que las de material sintético, desde el punto de vista ecológico. La causa: para fabricarlas se requieren fibras de celulosa especialmente largas y resistentes, que primero deben ser tratadas con productos químicos. Su balance ecológico mejora, sin embargo, si las bolsas son de papel reciclado.
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No cualquier bolsa da lo mismo
Bemoles escondidos
Las bolsas de género son más resistentes y pueden ser utilizadas varias veces, lo que es positivo para resguardar el medio ambiente. No obstante, tienen también sus bemoles: para fabricarlas se necesita más material y energía que para producir una bolsa desechable. Además, se hacen a base de vegetales, cuyo cultivo requiere mucha agua y otros recursos.
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Mejores que su fama
Las resistentes bolsas de materiales como polipropileno, poliéster o politerefalato (PET), que pueden ser usadas varias veces, no son peores que las de género. Una bolsa reutilizable de polipropileno que se use en tres ocasiones es ya más ecológica que una bolsa desechable de polietileno.
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Las bolsas de género son más resistentes y pueden ser utilizadas varias veces, lo que es positivo para resguardar el medio ambiente. No obstante, tienen también sus bemoles: para fabricarlas se necesita más material y energía que para producir una bolsa desechable. Además, se hacen a base de vegetales, cuyo cultivo requiere mucha agua y otros recursos.
Autor: Daniela Späth / ERS