1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Bom Retiro

24 de mayo de 2010

Judíos ortodoxos comprando sus alimentos kosher en un almacén coreano o feriantes nordestinos vendiendo fruta y verdura en coreano fluido. Estas son algunas de las escenas cotidianas en el barrio paulista Bom Retiro.

https://p.dw.com/p/MKxl
La arquitecta Stamatia Koulioumba.Imagen: DW

Crisol de culturas que brinda acogida desde hace más de un siglo a inmigrantes en la ciudad, el barrio Bom Retiro ya vio pasar varias tandas de extranjeros entre sus habitantes desde los italianos que llegaron al final del Siglo XIX hasta los bolivianos, los últimos de una cadena de migrantes, que adoptan la ciudad como esperanza de una vida mejor.

“El Bom Retiro era un barrio muy interesante debido a su ubicación cercana al centro y a la estación de trenes. Quien llegaba a Brasil por el puerto de Santos, tomaba un tren para São Paulo y se instalaba allí. Los italianos que no querían ir a las haciendas, porque tenían profesiones urbanas, se quedaban allí”, relata Maria Ruth Amaral de Sampaio, profesora de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de São Paulo.

Cadena de inmigración

Después de los italianos, llegaron, a partir de los años 1920, judíos del Este europeo al barrio. Después vinieron armenios, árabes sirio-libaneses y griegos – éstos entre los años 1940 y 1950. Y a partir de los años 1960 los coreanos, huyendo de las guerras entre ambas Coreas. Hoy viven en Bom Retiro también muchos bolivianos, empleados en establecimientos de la industria textil, de propiedad coreana.

A pesar de los pequeños roces del día a día, el barrio puede ser considerado como un ejemplo de convivencia pacífica y bien avenida entre las más diversas culturas. Si bien las redes sociales se tejen casi siempre en torno a personas de la misma procedencia, los antiguos habitantes del barrio disfrutan recordando que establecieron allí, a lo largo de los años, sólidos lazos afectivos con personas provenientes de los más diversos orígenes.

“Nuestros vecinos eran judíos. Teníamos una convivencia muy cercana con ellos, a pesar de ser nosotros cristianos ortodoxos. Frecuentábamos los Bar Mitzvas y los casamientos judíos, eso era bastante común. En mi edificio había una señora judía, que había pasado por un campo de concentración y a quien nosotros llamábamos abuela, porque mi abuela real había roto relaciones con mi madre. Era aquella señora quien nos cuidaba cuando mi madre necesitaba ayuda”, recuerda la arquitecta Stamatia Koulioumba, hija de padres griegos, que en relación al Bom Retiro se define como “investigadora y agente social” al mismo tiempo.

Vínculo sentimental

Koulioumba creció en el barrio y vive allí hasta el día hoy. “Quien ya vivió una vez en Bom Retiro o aún vive allí tiene un vínculo sentimental muy fuerte con el lugar. Esa persona le va a contar de la comida que comía allí, de los puntos de encuentro, de la calle donde jugaba a la pelota, del sitio donde ocurría esto o aquello. Pero hoy en día el Bom Retiro es mucho más asociado con un lugar de trabajo o comercio”, lamenta la arquitecta.

En el pasado reciente del barrio, dice ella, la convivencia entre los pueblos era amistosa, independientemente de las dificultades lingüísticas. Tal vez porque todos estaban en la misma situación, en busca de trabajo o tal vez porque tenían la necesidad de interactuar, para poder superar juntos las adversidades de una tierra desconocida”, opina Koulioumba.

¿Hinchando por el enemigo?

Recuerdos similares de una interacción saludable entre las culturas y religiones distintas forman parte también de los recuerdos de Moisés Glaperin, que nació en Bom Retiro en el año 1933 y vivió allí cerca de 40 años. “Después de mudarme para un barrio vecino, continué trabajando allí y mis hijos iban también a la escuela allí”, dice él. Sus recuerdos inspiraron a su hijo, Cláudio Galperin, a escribir el guión de la película El año que mis padres se fueron de vacaciones, ubicada en aquel barrio y dirigida por el cineasta Cao Hamburger.

Moisés Galperin
Moisés Galperin, hijo de inmigrantes judíos.Imagen: DW

Hijo de judíos de Besarabia y de Bielorrusia, Galperin recuerda con una sonrisa en el rostro una de las curiosidades de su infancia en Bom Retiro, donde vivía al lado de otros judíos del Este europeo y de italianos.

“Allí vivían las colonias judía e italiana. Yo jugaba al fútbol y tenía que apoyar a un equipo. Pero sólo tenía una posibilidad: ser hincha del equipo de Palestra Italia, porque tenía solamente italianos cerca mío. Ahí mi padre me dijo: ‘¿Apoyas al Palestra Italia?' Yo dije: ‘Sí, soy hincha de ellos'. Y él preguntó: ‘¿Pero, cómo? ¿Y Mussolini? ¿Y el nazismo? Ahí yo le dije: ‘Pero tengo que apoyarlos, sino ellos me ganan'. Y hasta hoy hincho por el Palmeiras y mis hijos también, impulsados por los vínculos con el barrio Bom Retiro”, cuenta Galperin con humor.

Primordialmente coreano

Con el tiempo, no sólo los italianos, sino también los judíos fueron desapareciendo del paisaje del barrio. Excepto por algunos núcleos de inmigrantes europeos, el Bom Retiro fue tomado a partir de los años 60 por los coreanos, que se dedicaron esencialmente al comercio. “Estuve en Bom Retiro hace unos seis meses. Me quedé decepcionado, sentí una especie de frío, ya no conocía a casi nadie”, lamenta Galperin en tono nostálgico.

“Hoy, el Bom Retiro es primordialmente coreano. Y allí están también los bolivianos, que generalmente no se ven mucho por las calles”, confirma la profesora Maria Ruth Amaral de Sampaio, al destacar que, si bien los judíos conservan gran parte del patrimonio construido, los predios son utilizados básicamente por los inmigrantes coreanos. “Cuando Corea del Sur quedó en una situación inestable y peligrosa, esos migrantes se sintieron presionados a buscar un lugar más pacífico donde vivir. La meta para ellos siempre fue EE.UU., pero como era más difícil llegar allí, muchos vinieron a vivir aquí”, dice Amaral.

Extranjeros en la ciudad

A pesar de ser conservadores, fieles a sus tradiciones y defensores del casamiento endogámico (entre miembros de la misma comunidad), esos coreanos paulistas ya dan señales, entre sus nuevas generaciones, de interacción con otros grupos de migrantes en la ciudad. En el ambiente de trabajo eso es algo que ocurre ya en el contacto con los bolivianos, que están, por lo general, empleados en los establecimientos de industria textil del barrio.

“No diría que hoy es común que los coreanos se casen con brasileños, pero eso puede cambiar”, apuesta Amaral, investigadora de un proyecto sobre la participación de inmigrantes en la construcción de São Paulo. Dentro de este proyecto, titulado Extranjeros en la Ciudad, “comparamos cómo esos inmigrantes vivían allá afuera y cómo pasaron a vivir aquí. Porque cada forma de aculturación es diferente”, resume la investigadora.

Cotidiano inusitado

A pesar de estar a punto de no ser más considerado patrimonio inmaterial por su diversidad cultural, en el Bom Retiro siguen ocurriendo escenas, que serían por lo menos inusitadas en otras partes del mundo, dice Stamatia Koulioumba. “En frente de mi edificio hay un almacén coreano. El otro día observé a un judío ortodoxo, todo ataviado, comprando sus productos kosher en ese almacén coreano. Si hubiera tenido una cámara fotográfica, le habría tomado una foto”, cuenta la habitante e investigadora del barrio.

“O el caso de un almacén tradicional judío del barrio, que el dueño vendió a su empleado: un inmigrante nordestino. Hoy él sabe hacer de todo, desde el típico pan judío, hasta todos los productos kosher, habla yiddish y convive con la comunidad. Y en la feria del barrio, los feriantes venden pescado y fruta en perfecto coreano, ellos saben los nombres de todo. Para ganar a la clientela, los feriantes aprendieron coreano. Y un farmacéutico del barrio que conozco, por ejemplo, hablaba en todos los idiomas: desde el yiddish hasta el coreano, pasando por el italiano y por el griego”, relata Koulioumba.

Una convivencia, que incluso siendo permeada por los conflictos habituales en la metrópolis, no deja de ser ejemplo de interacción pacífica entre diversas etnias, culturas y religiones.

Autora: Soraia Vilela (VR)

Editor: Claudia Herrera Pahl