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Aumenta la violencia contra niños en las fronteras de la UE

Oliver Pieper
24 de diciembre de 2018

Save the Children alerta de que en las fronteras exteriores de la Unión Europea aumentan los casos de violencia contra niños. Meike Riebau, experta en asilo y migración de la ONG, habla con DW sobre esta realidad.

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Mazedonien Balkanroute Minderjährige Flüchtlinge
Imagen: picture-alliance/dpa/G. Licovski

Un informe presentado en Londres este lunes (24.12.2018) por Save the Children revela que al menos 1.376 refugiados menores de edad fueron obligados a apartarse de las fronteras orientales de la Unión Europea entre enero y noviembre de 2018. La organización no gubernamental dedicada a la protección de los derechos de los niños a escala mundial asegura que, de los 6.300 consultados en territorio serbio, fueron sobre todo los 934 niños que viajaban solos o quedaron separados de sus familias quienes sufrieron actos de violencia.

La mayoría de estos incidentes ocurrió en las zonas donde colindan Croacia y Serbia. No obstante, a Serbia terminaron llegando también menores repelidos por las autoridades de Bulgaria, Macedonia, Grecia, Hungría, Rumanía y Bosnia-Herzegovina. De acuerdo con algunos testimonios, los guardias fronterizos en el oeste de los Balcanes utilizaron gas pimienta contra los pequeños, los obligaron a desvestirse y los despojaron de sus teléfonos móviles y del dinero que cargaban consigo. Otros dijeron haber sido detenidos sin comida ni agua.

Save the Children hace esta denuncia justo cuando, según sus estadísticas, el número de refugiados que llegan al bloque comunitario ha caído al nivel más bajo desde 2007. DW habló al respecto con Meike Riebau, experta en asilo y migración de la ONG.

Deutschland Meike Riebau
Imagen: Privat

Deutsche Welle:  ¿Qué está pasando con los niños refugiados en las fronteras exteriores de la UE?

Meike Riebau: Este año nos dedicamos a investigar para poder responder a esa pregunta. En Belgrado, la capital de Serbia, cooperamos con la organización no gubernamental Praxi para elaborar el documento presentado este 24 de diciembre. Lo que hicimos fue hablar con 6.300 niños refugiados para que nos contaran sus experiencias. De ellos, 1.376 dijeron haber sido repelidos en la frontera. Por sí solo, eso viola el Derecho internacional, pero a eso se suma que muchos de ellos fueron repelidos con violencia, a veces extrema.

¿Cuáles son las zonas fronterizas de la UE en las que este tipo de situaciones se da con mayor frecuencia?

Nosotros hicimos nuestras consultas en Belgrado. De ahí que, en nuestro caso, estemos hablando sobre todo de niños que se encaminaron hacia la Unión Europea por la ruta de los Balcanes. Sin embargo, los niños refugiados también son blanco recurrente de violencia en Italia.

¿A qué formas de violencia están expuestos los menores?

Tenemos referencias de agresiones con gas pimienta y robos. Con mucha frecuencia a los niños se les ha despojado de sus teléfonos móviles y del dinero que tenían. Se nos informó que guardias fronterizos llegaron al punto de echarles los perros encima y de maltratarlos físicamente. Un caso puntual nos impactó mucho: un joven afgano cree tener la mano rota debido a los fuertes golpes que recibió de un policía croata; pero no sabe a ciencia cierta si está rota o no porque se le negó asistencia médica.

Ungarn Journalistin tritt fliehenden Migranten bei Roszke
Una imagen que le dio la vuelta al mundo: la periodista húngara Petra Laszlo le hace una zancadilla a una niña migrante cerca de la frontera serbia. (8.9.2015)Imagen: picture-alliance/AP

Usted mencionó a un policía croata. ¿Eso quiere decir que la violencia es practicada con mayor frecuencia por los cuerpos policiales?

No necesariamente. Hay que considerar que la información la obtuvimos de niños y que para ellos no hay diferencia entre que los agreda un policía, un soldado o un guardia fronterizo. En todo caso, se trata siempre de funcionarios oficiales de diferentes países.

Eso podría dar la impresión errónea de que la violencia contra los niños refugiados es políticamente legítima…

Los países cuyas fronteras constituyen las fronteras externas de la Unión Europea se sienten abandonados a su suerte, en lo que concierne el tema migratorio, por los socios europeos que no colindan con Estados extracomunitarios. Entonces, si queremos tener una política migratoria y de asilo europea unitaria, con estándares compartidos para la protección de refugiados, los segundos tienen que apoyar a los primeros con personal, con entrenamiento en materia de derechos humanos y con el refuerzo de la agencia Frontex.

En la UE ya se sabe que el control de las fronteras debe llevarse a cabo respetando plenamente los derechos humanos. ¿Por qué no se hace de esa manera?

La tendencia creciente en la Unión Europea es hacia una política más restrictiva. Es decir, la prioridad es expulsar a personas del territorio comunitario y reducir el número de las personas que llegan pidiendo asilo. Eso tiene que ver con la deriva hacia la derecha populista que se registra en Europa desde hace algún tiempo. La predisposición de buena parte de la población europea hacia los refugiados se ha tornado negativa. Eso hace difícil defender cabalmente a los refugiados y conseguir que se respeten los estándares en materia de derechos humanos.

¿Y qué puede hacer Alemania?

Siendo el Estado más grande y fuerte de la Unión Europea, Alemania puede hacer mucho. Por ejemplo, dejando claro que apoya la noción de solidaridad y la cooperación comunitaria para enfrentar los desafíos migratorios.

Oliver Pieper (erc/eal)

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