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Sociedad

Ataque en Bottrop: ¿terrorismo como disfunción psíquica?

Ralf Bosen
3 de enero de 2019

Un alemán atropelló a ocho personas en la Cuenca del Ruhr, por motivos evidentemente xenófobos. Ahora la prensa especula sobre el estado de salud del atacante.

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Deutschland Mann fährt in Fußgängergruppe
Imagen: picture-alliance/dpa/M. Kusch

Al menos ocho personas fueron heridas en Bottrop y Essen al ser embestidas intencionalmente por un automóvil en la transición de Nochevieja para Año Nuevo. Al ser detenido por la Policía, el conductor, un hombre alemán de cincuenta años, pretendió justificar los atropellamientos alegando que los “extranjeros” eran un problema para Alemania que él quería solucionar por su cuenta. Todo apunta a que eligió a sus víctimas por los rasgos que, a sus ojos, las identificaban como "extranjeras".

Del estado en que se encuentran los lesionados se sabe poco; pero, tan pronto trascendieron informaciones según las cuales el atacante sufría algún tipo de trastorno mental, las especulaciones sobre lo que lo llevó a actuar como actuó dominan la prensa nacional. Algunos le atribuyen un ataque de ira ciega (Amoklauf) y otros, traumas psicológicos derivados de su prolongado desempleo. Expertos en la investigación del extremismo de derecha y el racismo en Alemania instan a no perder de vista el componente político de sus agresiones.

Diferentes perspectivas

Uno de ellos es Matthias Quent, sociólogo especializado en el estudio de la democracia y los procesos de radicalización. “Las declaraciones hechas por el atacante indican que los suyos fueron actos racistas, y éstas tienen una dimensión política”, dice el director del Instituto para la Democracia y la Sociedad Civil, con sede en Jena, en entrevista con DW. Andreas N., el agresor de Bottrop y Essen, ha sido encarcelado bajo cargos de intento de homicidio múltiple. Quent describe sus actos como crímenes de odio contra un grupo específico.

En las redes sociales se debate sobre el tratamiento que este suceso recibe en los medios germanos, que, en términos étnicos y culturales, siguen siendo mucho menos heterogéneos que la sociedad alemana en pleno. En Twitter se arguye con frecuencia que, cuando el presunto autor de un ataque es una persona de piel oscura, los periodistas no tardan en sopesar la posibilidad de que sea un terrorista; pero cuando el implicado es un europeo blanco, se titubea mucho antes de usar ese término y se destaca su complejidad como ser humano.

El beneficio de la duda

Hasta ahora, Andreas N. ha gozado del beneficio de la duda. El diario Kölner Stadtanzeiger asegura que el agresor de Bottrop y Essen sufría esquizofrenia desde hace décadas y estuvo recluido en una clínica psiquiátrica en 2005. La criminóloga Britta Bannenberg, profesora de la Universidad Justus Liebig de Gießen, sostiene que hay muchas similitudes entre los “lobos solitarios” que orquestan actos terroristas y quienes sufren arranques de ira incontrolables. Generalmente, ellos proyectan su odio hacia grupos concretos, enfatiza la especialista.

“Los objetos de su encono pueden ser los extranjeros, las mujeres, los colegas del trabajo o cualquier otro grupo social”, subraya Bannenberg. La catedrática de Gießen explica que una disfunción psíquica como la esquizofrenia es una patología que puede fusionar elementos de la enfermedad con sentimientos de odio. Bannenberg esgrime que un tercio de los adultos que padecen ataques de ira ciega sufren también de la disfunción psíquica mencionada. Matthias Quent no comparte la tesis de la criminóloga.

“No hay enfermedad alguna que lleve a una persona a agredir o a matar exclusivamente a gente por el color de su piel. Si acaso, se podría hablar del racismo como una patología colectiva”, comentó Quent en una entrevista previa con el semanario Die Zeit. “Hay casos donde la biografía de los terroristas revela la existencia de una patología mental, pero eso no basta para explicar sus actos. La violencia y el terrorismo nunca tienen una causa única”, advirtió el sociólogo, rechazando generalizaciones que pongan bajo sospecha a las personas con trastornos psíquicos y llamando a no ignorar la faceta política y social de la violencia.
 

(erc/elm)

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