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Angela Merkel, de la calma a la presión

Marcel Fürstenau
1 de julio de 2018

Pragmatismo y tranquilidad son las dos características más reconocidas de Angela Merkel. Pero en su decimotercer año de gobierno su imagen está cambiando velozmente. Ahora depende de otros, como nunca antes.

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Merkel, ¿perseguida hasta por la sombra de Seehofer?
Merkel, ¿perseguida hasta por la sombra de Seehofer?Imagen: picture-alliance/dpa/P. Zinken

Angela Merkel sabía en lo que se estaba metiendo: "Tendremos que enfrentar críticas de todos lados", dijo la jefa de Gobierno alemán en noviembre de 2016, cuando aceptó su cuarta candidatura a la cancillería. En ese momento, la cristianodemócrata ya llevaba once años en el cargo. Ella describió su decisión como "cualquier cosa, menos una ligereza; ni para Alemania ni para el partido (CDU) ni para mí personalmente".

Solo diez meses más tarde, en las elecciones de septiembre de 2017, quedó evidente cuánta razón tenía Merkel. Aunque la CDU se mantuvo como la fuerza política más fuerte, sufrió grandes pérdidas. Su primer intento de forjar una coalición con Los Verdes y los liberales  fracasó. ¿La razón? A Merkel le habría faltado verdadero "poder de decisión".

¿"Régimen de la injusticia"?

Sea como sea, lo cierto es que la canciller ha perdido, año tras año, su espacio de maniobra. En la nueva coalición con los socialdemócratas, Merkel tuvo que hacer muchas concesiones. Sin embargo, lo más duro fue la pérdida del Ministerio del Interior, que asumió la Unión Socialcristiana (CSU), el partido bávaro conservador. El cargo quedó en manos de Horst Seehofer, el hombre que le ha hecho la vida más difícil a Merkel durante años.

La apertura de la frontera para los refugiados, en septiembre de 2015, fue descrita por Seehofer como "el régimen de la injusticia", e incluso la amenazó con presentar una demanda ante el Tribunal Constitucional Federal. Una afrenta sin precedentes para la canciller, con la que Seehofer alcanzó su objetivo: el endurecimiento de la ley de asilo.

Los gobiernos de Polonia, Hungría, Austria e Italia se han sumando a una especie de bloque antiMerkel. La canciller ha pasado así de ser una líder con iniciativa propia, a actuar por la fuerza de la presión de Baviera y dichos países. Angela Merkel solo ha recibido de este bloque el desprecio por su forma calmada de gobernar. Y para ello hay solo una razón, tanto dentro como fuera de Alemania: la cuestión no resuelta de los refugiados. Merkel está siendo literalmente "arreada”.

Sin el tímido apoyo de Francia, España o Grecia, la mujer (aún) más poderosa del mundo hubiera caído hace mucho tiempo. Un fracaso del que se salvó durante lo más álgido de las crisis de refugiados gracias al pacto con Turquía. Sin la cooperación del autócrata Recep Tayyip Erdogan, la ruta de los Balcanes aún estaría abierta. Este acuerdo también es una prueba de cuánto depende ahora Merkel de otras figuras influyentes y poderosas.

En 2005 desconocida, desde 2009 líder de Europa

En 2005, cuando Merkel comenzaba su mandato como canciller, Alemania dejó de ser "el paciente enfermo de Europa", para recuperar su pujanza económica. También la crisis financiera mundial, la marca de su segunda cancillería desde 2009, fue manejada por Merkel con gran éxito, por lo menos desde la perspectiva alemana. La jefa del Gobierno marcó el ritmo en Europa, pero se ganó la dudosa fama de ser "la gobernanta" del continente, por su férrea disciplina durante la crisis financiera de varios países mediterráneos.

En noviembre de 2016, después de largas vacilaciones, se declaró lista para una cuarta candidatura para las elecciones generales, explicando su decisión con consideraciones de política interna y externa. Según ella, los alemanes no iban a entender que ella, con su experiencia, abandonara el cargo en "tiempos inciertos". Merkel señaló el fuerte cambio social y la creciente polarización en el mundo.

Trump respalda al crítico de Merkel en Alemania

Esta imagen siguió predominando durante un tiempo después de convertirse en canciller de Alemania, por tercera vez, en 2013. En ese momento, incluso podía darse el lujo de desafiar a Estados Unidos bajo el presidente Barack Obama a raíz del caso de espionaje transatlántico. "¡Espiar a amigos, no vale!", fue su discurso entonces. Cinco años después tiene que aguantar que el sucesor de Obama, Donald Trump, la regañe a través de Twitter por su política de refugiados. 

El futuro de Merkel está en las estrellas

"Nadie solo, ni siquiera con la mejor experiencia, puede cambiar las cosas en Alemania, Europa o el mundo", dijo la canciller en ese momento. Y agregó: "Solo unidos podemos tener éxito". La convicción más importante de Merkel en su decimotercer año como canciller. Nunca antes había experimentado tanto rechazo, incluso dentro de su propio partido.

Desde el plazo dictado por el ministro del Interior sobre el derecho a rechazar refugiados en las fronteras alemanas, Merkel es una mujer forzada a actuar. En 2018, la mujer más poderosa del mundo es políticamente sobornable. ¿A dónde va a acabar esto? Nadie lo sabe.

 Marcel Fürstenau (JOV/DZC)