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¿Amenaza de división este-oeste en la UE?

Barbara Wesel
27 de diciembre de 2021

Pugnas por el Estado de derecho, leyes discriminatorias o la inmigración: la política de algunos países del este de Europa contraviene los valores de la UE. Observadores temen una creciente división.

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Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki.
Los gobernantes de Hungría y Polonia, Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki.Imagen: Zoltan Fischer/Hungarian Prime Minister's Press Office/Handout/REUTERS

Hace unos meses, el presidente francés, Emmanuel Macron, señaló que las persistentes tensiones en la UE con algunos países del este no son un "problema con Viktor Orbán (…) sino un problema mucho más profundo”. Habló de una división fundamental entre el este y el oeste de Europa.

Cuando en el verano boreal asumió la presidencia rotativa de la UE el populista esloveno Janez Jansa, algunos observadores temieron turbulencias. Jansa se considera amigo de Orbán, persigue a periodistas con ofensas en Twitter y ama la provocación. Pero, finalmente, su período termina sin mayores sobresaltos, aunque en la pugna con Hungría en torno a una ley que discrimina la homosexualidad, Jansa se puso de lado de Orbán, y también ha respaldado a Polonia en la pugna con Bruselas por el desmontaje del Estado de derecho en ese país.

Janez Jansa.
Janez Jansa.Imagen: Christian Hartmann/Pool Reuters/AP/dpa

"Creo que toda la actitud de esa alianza en muy antieuropea”, indica Marko Milosavljevic, profesor de medios de comunicación en la universidad Liubliana. Pero el gobierno minoritario de Jansa se tambalea y la oposición calcula tener buenas chances en las elecciones que se celebrarán en primavera.

También en Praga los últimos comicios demostraron que los populistas pueden perder. El primer ministro Andrej Babis fue desbancado por una coalición proeuropea. E igualmente en Bulgaria se logró, al tercer intento, configurar una coalición más bien europeísta.

Stefan Lehne, experto del Carnegie Europe, deduce que la crisis en la UE se centra en gran medida en Polonia y Hungría, y no abarca toda la región del este.

La "democracia iliberal” de Hungría

Cuando el presidente estadounidense, Joe Biden, celebró a mediados de diciembre su "Cumbre de las democracias” no invitó a Hungría. Y la oposición húngara aprovechó la vergonzosa exclusión para atacar al régimen. Su principal crítico, Peter Marki-Zay, declaró que "la comunidad internacional trata a Orbán como un virus”.

Orban llama su forma de gobierno "democracia iliberal”. Y esta implica una permanente lucha cultural con los valores que prevalecen en la UE. "Nosotros reemplazamos la naufragante democracia liberal por una democracia del siglo XXI”, que tiene por meta la tradición y la seguridad, afirmó el primer ministro. En la práctica, ha arremetido contra la libertad de prensa, la independencia de la Justicia y las libertades cívicas. Hungría se convirtió en un imán para populistas de derecha del mundo entero, desde Marine Le Pen, de Francia, hasta el ex vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence. 

Viktor Orbán y Marine Le Pen.
Viktor Orbán y Marine Le Pen, el 4 de diciembre, en Varsovia.Imagen: Wojtek Radwanski/AFP

Polonia, por la senda húgara

A pesar de sus déficits democráticos, Polonia pudo en cambio participar en la "Cumbre de las democracias” organizada por Biden. ¿Quizás porque la reestructuración autocrática del Estado no está aún tan avanzada allí? Como sea, desde su llegada al poder en 2015, el gobernante partido PiS sigue los pasos de Hungría, minando la libertad de prensa y la independencia de la Justicia. A eso se suma la lucha cultural contra los homosexuales y la prohibición del aborto. Todo esto, flanqueado por un estrepitoso nacionalismo.

La cúspide de la pugna se alcanzó en octubre, cuando el Tribunal Constitucional polaco determinó que el derecho polaco tiene primacía sobre el de la UE. Anteriormente, el Tribunal Europeo había emitido una serie de fallos contra Varsovia, especialmente por reformas legales que socavan la independencia de los jueces polacos.

"Es ilusorio creer que desde Bruselas se puede imponer la democracia y el Estado de derecho”, dice Stefan Lehne, agregando que eso solo se puede lograr mediante elecciones democráticas. Y es ahí donde ve un rayito de esperanza, porque en ambos países las grandes ciudades están, entretanto, en manos de la oposición. Además, considera que Europa debe emplear eficazmente sus instrumentos, no solo en el plano jurídico, sino también en el de las sanciones económicas.

(er/mn)