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Alemania y Estados Unidos: todavía hay esperanza

Jens Thurau
7 de agosto de 2020

El Secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, viene a Europa pero no a Alemania. Mientras, el ministro de RR.EE. alemán visita Moscú. La relación transatlántica está en su punto más bajo, a juicio de Jens Thurau.

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Symbolbild Deutschland-USA-Beziehung
Imagen: picture-alliance/Zoonar

Uno podría volverse muy sentimental mirando hacia el pasado de las relaciones germano-estadounidenses: cuando era un reportero relativamente joven, estuve presente el día que el presidente de Estados Unidos Bill Clinton se paró frente a la Puerta de Brandeburgo, en 1994, aclamado con entusiasmo por miles de berlineses: "Todo es posible, Berlín es libre", exclamó Clinton.

En ese momento, esta mentalidad estadounidense siempre orientada hacia el futuro encajaba con Alemania y Berlín. Estados Unidos había jugado un papel decisivo en hacer posible la unidad alemana, Estados  Unidos nos había traído la democracia, primero solo para la parte occidental, más tarde para toda Alemania.

Pompeo no visita Berlín 

La semana próxima, el Secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, vendrá a Europa. Pasará por Polonia, Austria, la República Checa, Eslovenia. Ya aseguró que todos esos países son grandes amigos de Estados Unidos, sin mencionar a Alemania en absoluto.

En cambio, tres senadores estadounidenses amenazan al puerto de Sassnitz, en el noreste de Alemania, en el Mar Báltico, con sanciones "devastadoras" por su participación en el proyecto de gasoducto Nord Stream 2. Y justo en el momento en que Pompeo inicia su gira por Europa, el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Heiko Maas, se va a Moscú. Tenía que ser Moscú. De un viaje a Washington ni siquiera se habla. ¡Es una lástima!

Jens Thurau, DW.
Jens Thurau, DW.

Ya nada funciona como antes en esta relación transatlántica. Parece imposible llevarse bien con el caótico y notoriamente enojado presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Por lo tanto, el gobierno alemán trató de establecer contactos a niveles más bajos y se concentró en mantener los hilos atados para el tiempo posterior a Trump. Pero los alemanes también empiezan a comprender que nada volverá a ser igual como en 1994, o incluso más atrás, en 1963, cuando John F. Kennedy fue celebrado en Berlín como un salvador.

Cambio de opinión

La controversia actual gira en torno al tema de la contribución alemana a la defensa, que durante mucho tiempo ha sido demasiado pequeña según los estadounidenses. Otro tema es la retirada de los soldados estadounidenses de Alemania, considerada por algunos como acto de venganza de Trump, que siente que la canciller Angela Merkel no lo aprecia lo suficiente.

En esencia, se trata de un cambio de opinión de los alemanes sobre Estados Unidos y de los estadounidenses sobre Alemania: el país de las oportunidades ilimitadas, el país que una vez representó nuestra seguridad, se ha alejado y ahora mira principalmente hacia adentro. O hacia el Pacífico.

Y nosotros, los alemanes, vemos con repugnancia la violencia policial en EE. UU., los notorios fanáticos de las armas y sus miles de víctimas, las terribles desigualdades sociales, a un presidente megalómano tuiteando, a una sociedad polarizada.

Las sociedades se están desmoronando

Será mejor que nos fijemos en lo nuestro. Lo que está sucediendo en Estados Unidos en este momento, la negación de la amenaza de pandemia, el racismo, los frentes políticos internos endurecidos: todo eso es malo. Pero incluso aquí, la sociedad se está desmoronando cada vez más, los populistas y los fanáticos de las conspiraciones están alzando su voces. Y si Estados Unidos pierde su núcleo democrático, entonces Europa, y Alemania en su centro, se quedarían solos con lo que una vez se llamó la "comunidad occidental de valores".

Pero no voy a perder la esperanza. Todavía existe en Estados Unidos y en Alemania la gran mayoría silenciosa de aquellos que piensan que la democracia es un valor en sí mismo y el mejor de todos los sistemas políticos, a pesar de todos los problemas. De los que piensan que Estados Unidos y Alemania comparten valores comunes y deberían defenderlos juntos. Aunque actualmente no parezca ser el mejor momento para ello.

La rapidez con la que se puede restablecer el terreno común quedó clara cuando, después de los años de George W. Bush, el joven senador Barack Obama habló en Berlín, frente a 200.000 alemanes. Todos estaban llenos de esperanza, porque sentían que este hombre se convertiría en presidente. Y eso no fue hace tanto tiempo, solo unos 12 años. ¡No nos desesperemos, Estados Unidos y Alemania!

(gg/er)

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