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Alemania, un país clausurado

Peter Hille
17 de marzo de 2020

Los contactos sociales pueden ser mortales. También Alemania introduce estrictas medidas que restringen la vida de las personas, un hecho sin precedentes en la historia de la República Federal. Un recorrido por Bonn.

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En la Münsterplatz de Bonn, las mesas vacías son una imagen rara en esta primavera.
En la Münsterplatz de Bonn, las mesas vacías son una imagen rara en esta primavera.Imagen: DW/P. Hille

Centro de aislamiento. Una palabra muy alemana para torniquetes y puertas que restringen el acceso. Romeo Bertolini cruza el torniquete de entrada a la Secretaría del Cambio Climático de Naciones Unidas en Bonn, contigua a la sede principal de Deutsche Welle (DW). "Sólo voy a recoger mi ordenador", dice. Porque a partir de ahora tendré que trabajar desde casa. "Allí ya los niños me están esperando. La escuela les envió los deberes por correo y necesitan ayuda".

Bertolini es uno de los pocos que todavía pasa por la oficina, porque ahora el aislamiento no sólo es necesario en las puertas de entrada de lugares de trabajo. Un país entero debe ser aislado para frenar la propagación del coronavirus. La canciller Angela Merkel anunció "medidas drásticas". La gente debe quedarse en casa, en lo posible, y evitar el contacto con los demás. Las escuelas están cerradas, los bares, los sitios de recreo, los teatros, los cines y las instalaciones deportivas. Salir de vacaciones ya no es posible. Sólo los negocios importantes permanecen abiertos.

Romeo Bertolini trabaja ahora desde casa, como muchos otros profesionales en Alemania.
Romeo Bertolini trabaja ahora desde casa, como muchos otros profesionales en Alemania.Imagen: DW/P. Hille

Libertad limitada

El edificio de la ONU en Bonn tiene historia. Aquí se aprobó la Ley Fundamental, la Constitución de la República Federal de Alemania, hace casi 71 años. Desde entonces, los alemanes han disfrutado de derechos inalienables: la libertad de reunión, de ejercer su religión, y de ir adonde quieran. Ahora, todo esto está siendo restringido en una medida nunca antes vista.

En 1968, se modificó la Ley Fundamental para poder restringir los derechos básicos en caso de emergencia "para combatir el peligro de epidemias". Una ley que generó mucha resistencia en su tiempo.

La manifestaciones en contra de las restricciones a la libre circulación fueron violentas. El 11 de mayo de mayo de ese año 50.000 personas protestaron en el inmenso campus de la de Universidad de Bonn. Ese día volaron piedras y hubo varios heridos, entre policías y civiles.

Desde que el gobierno se mudó a Berlín, la pradera de allí se ha utilizado más para la recreación de los estudiantes. Hoy, a pesar del  tiempo cálido y agradable, está casi vacío. Un hombre camina solo, con un porro en la mano. ¿Estado de ánimo como de fin del mundo? "No, sólo me tomo un descanso. Déjeme tranquilo", dice. "Voy a volver a la oficina".

La universidad pospuso el comienzo del semestre para finales de abril. ¿Ya se habrá solucionado el problema? Si las cosas continúan a este ritmo, vendrán los toques de queda, como en Italia o Francia, en cuestión de días. Se puede aún tener la esperanza de que el coronavirus se convierta en una nota al margen en la historia de la República Federal de Alemania, pero ningún político quiere ser acusado de haber subestimado el peligro que representa el patógeno.

Doris Eschweiler se asoma por la ventana
Esta incertidumbre le recuerda a Doris Eschweiler el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.Imagen: DW/P. Hille

De la malaria al corona

El legendario Rin, que recorre Alemania de sur a norte y pasa por debajo de las sedes de Deutsche Welle y de la ONU, ha visto pasar a los romanos que ya luchaban contra la malaria en los pantanos, y a los príncipes y obispos que combatieron a la peste. Después de la Primera Guerra Mundial apareció la gripe española. Desde entonces, las epidemias en Alemania habían sido solo historia.

La incertidumbre ante la pandemia del COVID-19 le recuerda a Doris Eschweiler el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. "Al menos el estado de ánimo”, rememora esta mujer de 95 años. Cuando sucedió, tenía 14 años. "Al principio nos gustaba el hecho de que las vacaciones se prolongaran. Pero luego creció la incertidumbre. Hoy, Doris Eschweiler está nuevo encerrada, pero le llevan los alimentos hasta la puerta de su casa.

A lo largo de 75 años, Alemania ha mejorado en muchos aspectos. Generación tras generación han crecido en libertad, la prosperidad y la seguridad. Todo esto parece estar en peligro ahora mismo, aunque sea por unas semanas, o meses. Pero tal vez sea el aislamiento prescrito lo que ahora convierta a la gente en Alemania en una comunidad.

(jov/cp)

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