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Alemania: periodismo acrítico y política de los refugiados

Christoph Hasselbach
21 de julio de 2017

Un estudio resumió que los medios alemanes fracasaron a la hora de mostrar su espíritu crítico en el punto álgido de la oleada de refugiados en 2015. Christoph Hasselbach está de acuerdo, por experiencia propia.

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Deutschland Flüchtlinge willkommen Plakat in Frankfurt am Main
Imagen: picture-alliance/dpa/F. Rumpenhorst

La expresión "Willkommenskultur" o "cultura de bienvenida" fue una gran invención. La idea cobró tal fuerza sugestiva que casi no existió ninguna oposición política y resistencia contra la política de refugiados de la canciller Angela Merkel en otoño de 2015. Fue una política extrema y una postura alemana. Ningún otro país mostró tanta predisposición a acoger refugiados como Alemania. Los políticos extranjeros tacharon incluso a los alemanes de locos. Sin embargo, ni el Gobierno ni los medios vacilaron en su decisión de formar un frente común, como método ejemplarizante para la población. La investigación de la Fundación Otto Brenner resumió en su estudio que "en vez de comportarse como observadores neutrales de la política y de acompañar de manera crítica los actos de los órganos encargados de que se cumpla la ley, el periodismo informativo adoptó la visión y también los lemas de la élite política". Y además: "Quien reaccionaba con escepticismo, corría el riesgo de ser llamado xenófobo".

Así fue exactamente. Desde el principio pertenecí a los escépticos. Para mí no era obvio que Alemania tuviera la obligación moral, en principio indefinidamente, de acoger a gente de todas partes del mundo. Que simplemente se abrieran las fronteras para todos, durante meses, bajo el lema "Veremos más tarde quién se puede quedar", me pareció un error colosal, que a la larga afectaría mucho al país. Los conflictos también tendrían lugar en Alemania, así lo temía, y podrían desestabilizar a la sociedad y al Estado. ¿Qué habríamos entonces ganado nosotros o los refugiados?

Christoph Hasselbach.
Christoph Hasselbach, redactor de DW.Imagen: DW/M.Müller

Inhibición a expresarse

Al principio, me sentí muy inhibido como para escribir sobre ello. No solo tenía que ver con la presión moral generalizada. Podía comprender el destino personal de los refugiados de la guerra civil. También es admirable cómo muchos alemanes de manera altruista se ocuparon de los refugiados. Su gran disposición a aceptar restricciones, por ejemplo, en gimnasios ocupados por los refugiados. ¿Quiere ser uno un aguafiestas en una situación así y destruir ese entusiasmo? Definitivamente, no puede ser el motivo para ocultar la opinión propia, al igual que la compasión no puede ser el único motivo para la actuación política. Entonces, me decidí a hablar con claridad.

En las reuniones de la redacción se debatió sobre el tema acaloradamente, aunque los escépticos de la "cultura de bienvenida" eran la clara minoría, así lo describió también el estudio. Fuera de los círculos periodísticos, el tema se veía más críticamente. Y lo que respecta a la impetuosidad del tema, no conozco desde hace décadas ningún tema en el que los sentimientos estallaran de esta manera. Pero, ¿por qué los medios, también la Deutsche Welle, expusieron tan pocos reparos y objeciones, como se supone que nos exige nuestra labor periodística? Me llamó la atención que, en conversaciones personales con los colegas extranjeros de Deutsche Welle, estos se mostraran más críticos con la política de Merkel que los mismos alemanes. Quizá porque ellos no tienen la carga histórica que seguramente juega aquí también un papel relevante.

Christoph Hasselbach (RMR/VT)