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Sociedad

Alemania: alarma por altercados en piscinas

Marco Müller
29 de julio de 2019

En las piscinas de varias urbes ha aumentado el número de altercados. Aunque no hay estadísticas que midan este fenómeno oficialmente, salvavidas alegan que la agresividad se ha intensificado en los últimos tres lustros.

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Sommer in Niedersachsen  Freibad Ricklinger Bad
Imagen: picture-alliance/dpa/H. Dittrich

Una ciudad renana ha llamado la atención de la prensa alemana por la recurrencia con que se han registrado altercados en una de sus piscinas en apenas un mes. Este domingo (28.7.2019), la Rheinbad de Düsseldorf comenzó a implementar una medida sin precedentes para prevenir los enfrentamientos verbales o físicos en sus instalaciones: al llegar, los bañistas no sólo deben pagar su entrada, sino también mostrar su identificación. Adicionalmente, ocho agentes de una empresa privada de seguridad y ocho oficiales de la Policía local –sin contar al can de los uniformados– velaron por el orden en el lugar a partir del mediodía.

Tres incidentes en cuatro semanas obligaron a los operadores de la Rheinbad a guardarse mejor las espaldas. El viernes pasado (26.7.2019), las 1.500 personas presentes tuvieron que ser desalojadas después de que sesenta adolescentes y adultos jóvenes –descritos como “norafricanos” por la Policía de Renania del Norte-Westfalia– acapararan para sí el tobogán y la torre de trampolines, discutieran con otros bañistas, amenazaran a una salvavidas que intervino e insultaran a uno de los veinte policías alertados. Al equipo de seguridad de la piscina de Düsseldorf ya se habían unido seis agentes más a causa de dos crisis previas; aun así, este suceso lo superó.

Deutschland Rheinbad Düsseldorf
Las fuerzas del orden, presentes en la Rheinbad de Düsseldorf.Imagen: DW/M. Müller

Una y otra y otra vez

La Rheinbad de Düsseldorf ya había sido desalojada por motivos similares dos veces antes. El diario Rheinische Post informó que, el 29 de junio, un hombre adulto se había sentido incómodo por el comportamiento de una muchachada y había increpado a los jóvenes, retratados como “magrebíes” y “árabes” por la Policía regional. Poco después, unas cuatrocientas personas lo rodeaban, lo insultaban y amenazaban a su familia. Un grupo grande de policías tuvo que escoltar al hombre y a sus familiares hasta la salida de la piscina para que la querella no llegara a mayores; también en esa ocasión, los uniformados fueron blanco de agresiones e injurias.

Al día siguiente, el 30 de junio, la historia se repitió con variaciones. Observadores alegan que la agresividad en las piscinas se ha intensificado en los últimos años; pero, ¿es ese fenómeno atribuible exclusivamente a los inmigrantes de países predominantemente árabes o musulmanes, como cree uno de los entrevistados por DW? Peter Harzheim, presidente de la Federación Alemana de Salvavidas, asegura que siempre ha habido casos como los narrados, pero que éstos se han multiplicado en los últimos tres lustros, sobre todo desde 2015, cuando el Gobierno de Alemania acogió a un gran número de refugiados del Cercano y Medio Oriente.

Sexo masculino, denominador común

“Son norafricanos y árabes los que pisotean nuestros valores”, subraya Harzheim, refiriéndose a la cultura europea, acotando que es sobre todo la autoridad de las mujeres, en su rol de salvavidas, la que es ignorada por los jóvenes aludidos. Harzheim recomienda hacer a un lado la “tolerancia mal entendida” y no seguir permitiendo que sus infracciones queden impunes. Las declaraciones del presidente de la Federación Alemana de Salvavidas tienen un peso circunstancial en los medios porque no hay estadísticas independientes sobre la materia en cuestión. Sin embargo, existen precedentes que llaman a relativizar sus afirmaciones.

El 24 de junio, por ejemplo, en una piscina de la ciudad de Essen, tres hombres provocaron un conflicto y golpearon a dos salvavidas y a una niña de doce años antes de darse a la fuga. La prensa local se abstuvo de describir el color de la piel o de presumir la nacionalidad de los agresores –práctica usual cuando los sospechosos son blancos y tenidos por “occidentales”–, optando más bien por señalar que uno de ellos llevaba un vendaje sobre la clavícula izquierda, que otro usaba un pantalón corto anaranjado y que los tres tenían el cabello marrón y las barbas cortas. Eso sí, el denominador común de los involucrados en todas estas agresiones es innegable. ¿Es la llamada “masculinidad tóxica” la raíz del problema?

Marco Müller (erc/ers)

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