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Al EI le conviene una Europa islamófoba

Diana Hodali (ERC/ERS)23 de marzo de 2016

Expertos advierten que mientras más islamófobos se muestren los países europeos, mayor será el potencial de radicalización de los musulmanes en sus territorios. Y eso es lo que busca el grupo terrorista Estado Islámico.

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Símbolos hostiles de cara al Islam en una manifestación contra la erección de una mezquita en Colonia. (Archivo)
Símbolos hostiles de cara al Islam en una manifestación contra la erección de una mezquita en Colonia. (Archivo)Imagen: picture-alliance/Ralph Goldmann

En la Unión Europea (UE), los musulmanes y todo aquel que pueda ser percibido como musulmán, aún sin serlo –debido a sus orígenes, su nacionalidad, su nombre, su fenotipo, su lengua materna o su vestimenta–, corren mayor riesgo de ser objeto de hostilidades en la esfera pública cada vez que el autoproclamado Estado Islámico (EI) asume la autoría de un ataque perpetrado en el Viejo Continente o contra ciudadanos e intereses comunitarios en el resto del mundo. Y eso es lo que buscan los fundamentalistas de esa milicia terrorista, según Günter Meyer, del Centro para la Investigación del Mundo Árabe, con sede en Maguncia.

“EI apuesta a la polarización de las relaciones entre la población musulmana y la no musulmana”, señala el experto. Y el hecho de que influya, como lo hace, sobre el debate europeo en torno a los refugiados del Cercano y Medio Oriente ya es una suerte de victoria para el EI, agrega Ska Keller, especialista en materia migratoria de la fracción parlamentaria de Los Verdes alemanes. Los atentados del 13 de noviembre de 2015 en París debían generar la impresión de que un refugiado sirio estaba entre sus autores materiales, despertar recelos de cara a los inmigrantes de confesión musulmana y atizar un miedo difuso al Islam, explica la diputada.

Sin embargo, no hay evidencia alguna de que un refugiado haya participado en el plan de EI, también conocido bajo el nombre Dáesh. Este miércoles (23.232016), un día después de los ataques explosivos orquestados por miembros del EI en Bélgica, la presidenta del partido Alternativa para Alemania (AfD), Frauke Petry, afirmó que una errada política migratoria había propiciado este suceso, uniendo su voz a las de los líderes de otras formaciones populistas de derecha y ultraderecha que refuerzan los resentimientos islamófobos en las sociedades europeas. Estos grupos no parecen percatarse de que su discurso excluyente es vital para que el EI alcance sus objetivos.

“Nosotros versus ellos”

Dáesh promueve una visión del mundo basada en el esquema “nosotros versus ellos”, fieles contra infieles; se esmera en dificultar que los musulmanes puedan ver a Europa como su patria y celebra el hecho de que en tantos países comunitarios los ayuden con esa tarea. Este estado de cosas puede tener consecuencias fatales para Occidente, augura Meyer. Cuando los musulmanes de la UE –europeos de nacimiento o no, bien integrados a la sociedad o dispuestos a estarlo– son rechazados, discriminados, difamados y agredidos físicamente con cada vez mayor frecuencia, no es de extrañar que respondan con agresividad y odio.

Y, de nuevo, eso es lo que el EI busca. EI pretende que su “califato” sea la patria de los musulmanes que Europa repudia. Entre los musulmanes despreciados por Europa están sus reclutas más valiosos. El número de yihadistas belgas que viajan a Siria para ser adiestrados por Dáesh y después volver a Europa con miras a librar la “guerra santa” es muy grande, en términos absolutos y en proporción con el número de habitantes de ese país. “Pero los crecientes círculos yihadistas en otras partes de Europa también van a causar muchos problemas”, asegura el experto en asuntos islámicos Guido Steinberg, de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín.

Meyer explica que el movimiento sunita conocido como salafismo se extiende a pasos agigantados precisamente por ofrecerle consuelo e inspiración religioso-ideológica a los jóvenes frustrados y excluidos. “El salafismo logra que muchos jóvenes visualicen perspectivas de futuro y posibilidades de dejar de ser una ‘víctima’ para convertirse en un ‘victimario’ ”, comenta el experto del Centro para la Investigación del Mundo Árabe, de Maguncia. Muchos de esos jóvenes carecen de conocimientos teológicos; de ahí que a los salafistas se les haga tan fácil “predicarles el Islam único y verdadero”.

Radicalización cosechada en casa

Para Europa, la lucha contra el terrorismo yihadista cosechado en su propio territorio debe comenzar en dos lugares muy diferentes: con la intensificación de la asistencia espiritual musulmana en las cárceles, actualmente desatendida, y con las clases de religión musulmana en las escuelas. “Sólo así puede evitarse que las prisiones se conviertan en caldos de cultivo del yihadismo”, opina Meyer. “Y es importante lograr que los estudiantes se enfrenten a las afirmaciones de los salafistas con el suficiente escepticismo, sobre todo en lo concerniente a la legitimidad de la violencia y a la imagen de Occidente como enemigo”, acota el especialista.

También la población no musulmana tiene tareas pendientes, enfatiza Meyer: “Es necesario reforzar la propia cultura política para poder luchar contra la islamofobia como nueva forma de racismo y contra el surgimiento de partidos populistas islamófobos”. Mientras más rígidos y xenófobos se muestren los Gobiernos comunitarios, más arrinconados se verán los musulmanes de la UE. Y si un porcentaje mínimo de sus musulmanes se radicaliza por sentirse entre la espada y la pared, Europa terminará teniendo a miles de ciudadanos potencialmente dispuestos a cometer actos de violencia en su territorio.

Frauke Petry, presidenta del partido Alternativa para Alemania (AfD).
Frauke Petry, presidenta del partido Alternativa para Alemania (AfD).Imagen: picture-alliance/dpa/J. Stratenschulte