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AI: Disminución de ejecuciones da lugar a la esperanza

Kersten Knipp
12 de abril de 2018

Un reciente informe de Amnistía Internacional alimenta una pequeña esperanza: la pena capital no se aplicó en 2017 con la misma frecuencia que en 2016, y también disminuyó el número de condenas a muerte.

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Imagen: Picture-alliance/dpa/W. Steinberg

En 2017 fueron documentadas 923 ejecuciones en todo el mundo, todavía una gran cantidad, pero al menos inferior a la de 2016, cuando Amnistía Internacional (AI) contabilizó 100 ejecuciones más.

¿Se trata de una tendencia global? Hay ciertos indicios de que sí, admite Oluwatosin Popoola, experto de AI en condenas a muerte. Tres países que iban a la cabeza de las estadísticas llevaron a cabo menos ejecuciones en 2017: Irán, Arabia Saudí y Pakistán. En Irán, que vivió diversas protestas y manifestaciones el año pasado, hubo un 11 por ciento menos de ejecuciones. En Pakistán, Amnistía registró incluso un retroceso del 31 por ciento.

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Cifras bajo reserva

Los motivos de la disminución de las ejecuciones en esos países son variados. "En Irán, por ejemplo, se debe a reformas jurídicas en el manejo de penas contra crímenes relacionados con las drogas”, explicó Popoola a DW. Más difícil es explicar esa tendencia en Pakistán y Arabia Saudí. Lo que sí está claro es que "en 2017, las ejecuciones disminuyeron en los mismos países en los que en 2016 habían alcanzado un nivel mayor”. También en Egipto, AI reporta una reducción de un 20 por ciento en la aplicación de la pena de muerte.

Sin embargo, AI señala que esas cantidades están bajo reserva, ya que se trata de cifras que han resultado de investigaciones que no dejan lugar a dudas. Según AI, hay que tener también en cuenta que la cifra de casos desconocidos podría ser más alta. En total, fueron ejecutadas personas en 23 países del mundo.

Protesta contra la pena de muerte en Indonesia.
Protesta contra la pena de muerte en Indonesia.Imagen: Getty Images/AFP/B. Ismoyo

China: no se documentan las ejecuciones

El informe anual de 2017, a pesar de todo, muestra un gran agujero negro: China. Las ejecuciones en ese país siguen sin ser documentadas, dice AI ya en el comienzo de su informe. China sigue estando a la cabeza de los países que aplican la pena de muerte. "Pero en China no se conoce la verdadera magnitud de la puesta en práctica de las condenas a muerte, ya que los datos al respecto están calificados como 'secretos'. La cifra de 993 ejecuciones en todo el mundo no contempla las miles de ejecuciones que supuestamente se llevan a cabo en China”, explica Popoola.

Aparte de China, las ejecuciones en el mundo se concentran en cuatro países: Irán, Arabia Saudí, Irak, y Pakistán. Allí se lleva a cabo un 84 por ciento de todas las ejecuciones registradas.

En Irak, la pena de muerte es usada como un instrumento de represalia por ataques terroristas, dice Oluwatosin Popoola. "Luego de ataques de grupos armados, a los que pertenece la organización terrorista Estado Islámico, el Estado llevó a cabo numerosas ejecuciones. En septiembre de 2017, decenas de personas fueron ejecutadas luego de ataques suicidas”, señala.

En otros países, la pena de muerte volvió a aplicarse, como por ejemplo en Baréin, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Jordania.

Condenados a muerte en Irán.
Condenados a muerte en Irán.Imagen: Getty Images/AFP

Desarrollo positivo en África subsahariana

Una tendencia que da motivo de esperanza se registra, sobre todo, en el África subsahariana. Guinea abolió la pena de muerte y Gambia se comprometió a suspenderla en un primer paso, para luego abolirla por completo. La región, dice Popoola, es actualmente clave en cuanto a la disminución de las condenas a muerte.

A nivel global también se constata una merma de las condenas a muerte. Mientras en 2016 se emitieron 3.100 sentencias de ese tipo, en 2017 solo fueron cerca de 2.600. Es importante resaltar que AI documentó los casos de casi 22.000 personas en total que pasan su vida en celdas esperando la muerte.

La pena de muerte no evita crímenes

Amnistía Internacional comienza su informe con una frase del secretario general de la ONU, António Guterres: "La pena de muerte hace muy poco para ayudar a las víctimas o para evitar crímenes”.

De hecho, no hay ninguna prueba convincente de que la condena a muerte espante más a los criminales que otros castigos, subraya Oluwatosin Popoola. "Eso se ve, por ejemplo, claramente en los países que abolieron la pena de muerte hace muchos años, como Canadá. Allí, la tasa de homicidios fue en 2016 casi tan alta como en 1976, el año en que se terminó con ese castigo”. Como alternativa, Popoola sugiere que los países en los que aún existe la pena de muerte "creen una moratoria oficial inmediata que levante la condena a muerte”. O, en su lugar, "que se declaren inválidas las condiciones legales para las condenas a muerte que contravengan las leyes internacionales de protección de los derechos humanos”.

En total, AI estima que las cifras de 2017 abren una perspectiva positiva. "Eso confirma que el mundo se encuentra en un punto de inflexión y que la abolición de este castigo extremadamente inhumano, cruel y denigrante está al alcance de la mano”.

Autor: Kersten Knipp (CP/DZC)