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Afganistán: la lucha por seguir ofreciendo ayuda humanitaria

Christoph Strack
23 de agosto de 2021

Un acto de convicción: las organizaciones alemanas de ayuda humanitaria se están haciendo cargo de su personal local en Afganistán y, además, quieren seguir trabajando en el terreno.

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Evacuados de Kabul aterrizan enTashkent
Imagen: Marc Tessensohn/Bundeswehr/Handout/REUTERS

La declaración es breve y directa, pero describe el estado de ánimo de muchos de los que hacen trabajos de ayuda humanitaria en Afganistán, y que quieren seguir haciéndolo: "35 millones de personas necesitan ayuda", dice Marga Flader, presidenta de la organización "Escuelas de Afganistán", que lleva tres décadas trabajando en el país.

La asociación, activa en el sector de la educación, decidió desde el inicio no trabajar en la capital afgana, Kabul. En el noroeste del país, en particular, ayuda a mantener las escuelas en funcionamiento y procura que el personal esté capacitado. "Incluso bajo el primer gobierno de los talibanes, la población nos pidió que mantuviéramos abiertas todas las escuelas", explica Flader a DW. Ahora, agrega, tampoco se puede "abandonar a los afganos".

Fuerzas locales

Muchas de las organizaciones de ayuda humanitaria planean seguir con su labor a pesar de que los fundamentalistas tomaron el poder. Y no con (unos pocos) expertos alemanes, sino con personal local de eficacia probada. Pirmin Spiegel, director ejecutivo de la organización católica de ayuda Misereor, asegura que ese es el "mensaje" de doce organizaciones con las que trabaja: "Seguimos necesitando su apoyo, su solidaridad", dice a DW. Una postura similar tiene la portavoz de la organización alemana Welthungerhilfe (Ayuda contra el hambre en el mundo), Simone Pott: "Estamos en proceso de reapertura de oficinas”.

Alrededores del aeropuerto internacional de Kabul.
Alrededores del aeropuerto internacional de Kabul.Imagen: Wakil Kohsar/AFP

La situación de la ayuda humanitaria en Afganistán es actualmente compleja. Los soldados del ejército alemán colaboran con las fuerzas armadas de otros países para ayudar a sus respectivos compatriotas o a los afganos que han trabajado para ellos y que ahora quieren abandonar el país. En algunos casos, las preocupaciones son muy grandes. Especialmente, por ejemplo, para aquellos que han creado proyectos específicos para mujeres y que ahora esperan salvar a sus socios locales de la venganza de los talibanes.

El director de la organización Misereor, Spiegel, informa que unas dos semanas antes de que Kabul fuera capturada por los talibanes, un médico alemán y su esposa volaron a la capital para dar capacitaciones al personal local. A mediados de la semana pasada pudieron abandonar el país en uno de los vuelos de evacuación alemanes. Stefan Recker, de Cáritas Internacional, que vivió los días críticos en Kabul, está ahora también en Alemania. Recker voló con el ejército alemán "por instrucciones de la organización, pero me hubiese gustado quedarme", contó el lunes a la radio Deutschlandfunk. Cáritas Internacional, según Recker, es una organización de ayuda que también se tiene que involucrar en este tipo de situaciones: "También tenemos que hablar con gente con la que normalmente no nos gusta hablar”.

Pirmin Spiegel, de la organización Misereor.
Pirmin Spiegel, de la organización Misereor.Imagen: picture-alliance/Pacific Press/M. Debets

Larga experiencia

Las organizaciones están en contacto con los ministerios alemanes responsables y están pendientes del paradero o la salida de las fuerzas locales afganas. Pero el trabajo humanitario en Afganistán lleva muchos años en marcha, y los expertos también saben de muchos que quieren seguir brindando ayuda en su país. Pirmin Spiegel, de la organización Misereor, califica la situación del país de "desoladora" y "contradictoria", pero piensa que sería una "mala señal detener la cooperación para el desarrollo".

Spiegel describe un ejemplo actual del norte del país. Cuando los talibanes tomaron el poder en la región hace semanas, una institución educativa para mujeres y niñas retiró los carteles del edificio de la institución. Pero después de conversaciones con los representantes locales de los talibanes, el trabajo continúa, aunque con restricciones: que los hombres ya no enseñen a las mujeres, y que un hombre las acompañe a la escuela. Varias mujeres llegan ahora a la escuela en un convoy de taxis acompañadas por un hombre. "No es lo ideal, tenemos visiones distintas. Pero el trabajo en la región continúa", comenta el representante de Misereor.

Una escuela de un programa de UNICEF en Bamiyan.
Una escuela de un programa de UNICEF en Bamiyan.Imagen: DW/A. Akramy

"El Estado no funciona"

"Hemos decidido no defraudar a los afganos", enfatiza Marga Flader, de la asociación "Escuelas de Afganistán". Ese es el objetivo del apoyo. Hasta ahora, las escuelas con alrededor de 150 empleados propios han permanecido abiertas en la provincia de Faryab, en el noroeste del país, así como un centro de capacitación y tres centros para mujeres.

Ciertamente, según Flader, los empleados locales no se sienten seguros. El rápido final de la república también sorprendió a las fuerzas locales, pero ellos sabían de la importancia de su trabajo. "Y sabían desde hace mucho tiempo que el Estado de Afganistán no funciona", sostiene Flader.

(ct/er)