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Vila Autódromo, un barrio desplazado por los Juegos

Friedel Taube (JAG/MN)17 de julio de 2016

En Río surgen barrios completamente nuevos de cara a los JJ. OO. Y quien se interponga en la construcción será desalojado.

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Imagen: DW/F. Taube

Maria de Penha vive en el lateral de una iglesia. “De alguna forma, se puede vivir”, explica. Para cocinar tiene que ir a casa de los vecinos, pero su jardín sigue ahí. Por lo menos, lo que queda de él en lo que fue su casa durante 23 años, antes de que los buldócer la destrozasen sin previo aviso. Ella rechazó la indemnización y tiene claro que nadie le echará de esta zona al lado del Parque Olímpico, aunque todo esté lleno de escombros y ruinas, y a pesar de las amenazas.

Llego la olimpiada y se acabó la tranquilidad

“Vila Autódromo siempre fue una colonia especial”, explica. Hace 20 años, se levantó en un circuito ilegal de carreras y allí vivían 3.000 personas. En los 80 recibió el derecho de habitabilidad convirtiéndose en residencia legal. Al contrario que otras favelas de Río, la tasa de criminalidad era baja. “Éramos una gran familia”, dice de Penha. Hasta que llegaron los Juegos Olímpicos.

El barrio Barra de Tijuca, construido para la clase media alta de los años 60, se convirtió en el epicentro de los juegos para convertirlo en un barrio de lujo. El “legado” de los juegos para los ciudadanos, decía el ayuntamiento. ¿Pero para qué ciudadanos? Vila Autódromo está en medio de Barra y la ciudad decidió que había que derribarlo. Trataron de captar a los vecinos con indemnizaciones. Pero los que se negaron, pasaron a ser víctimas de una guerra psicológica.

Ayuda profesional

El ayuntamiento no había contado con tal resistencia. Los habitantes se remitían a su derecho de residencia adquirido y buscaron ayuda profesional. Con dos organizaciones, trabajaron en un plan alternativo que le permitiría los habitantes quedarse. El concepto se bautizó como “Plan del Pueblo”. Pero al final, lo único que recibieron fueron amenazas. “Dijeron que nadie se quedaría aquí y que quien no respetase las reglas lo perdería todo”, recuerda María.

Maria de Penha, en contra de los desalojos por las olimpiadas.
Maria de Penha, en contra de los desalojos por las olimpiadas.Imagen: DW/F. Taube

Una de las que se cambió al bando de los vecinos fue Giselle Tanaka. Como técnica municipal de urbanismo y profesora en la universidad de Río trabajó en el “Plan del Pueblo”. “La estrategia fue cautivar a algunos habitantes con altas indemnizaciones”, explica, “pero luego no había tanto dinero”. Además, continúa, se buscaron argumentos de todo tipo. A veces por temas ecológicos, o por una calle que había que construir. Pero a pesar de todo, muchos habitantes cedieron a la presión y al miedo de salir con las manos completamente vacías. Y la comunidad se desmembró.

Desalojos sin previo aviso

El alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, cree que su actuación fue correcta: “Era una medida logística y necesitamos los caminos de acceso”, explica al tiempo que cree que la presión de las ONGs por Vila Autódromo no es justa porque muchos se marcharon libremente. “Los que se fueron, recibieron su indemnización y nadie fue desalojado”, explica a DW.

Uno de los antiguos vecinos, Antunes Guimarães, pone en duda las palabras del alcalde. Se mudó de Vila Autódromo y recibió una generosa indemnización de cerca de 300.000 euros. “Un buen dinero”, dice. Pero el desalojo fue de todo menos pacífico. “Cuando vinieron estaba lejos y mi nieto me llamó para decirme que iban a derruir la casa. Cuando llegué, ya había desaparecido”, explica. Ahora vive de alquiler y cuando vuelve a Vila Autódromo sigue sin superar la pérdida de su derecho de residencia: “Me entristece. Pero los juristas están más obligados con el alcalde que con el ciudadano”.

Para él, la culpa es del alcalde y del constructor Carlos Carvalho. A él le pertenece el 75 por ciento del terreno de los edificios olímpicos. Y además de eso, muchos critican la amistad entre ambos y el hecho de que la constructora cofinanciase la campaña electoral. Ante la presión de la prensa, el alcalde Paes ofreció un compromiso para que 22 familias pudieran quedarse. Entre ellas, la de María de Penha: “Por una parte siento que he ganado porque puedo quedarme. Por otra, aquí había 583 familias”, explica. Ella sabe que la buena vida ya no volverá. Ahora, se despierta por las noches con molestias respiratorias provocadas por el polvo de la construcción. Nadie le ofrece ayuda médica. Pero pase lo que pase, Maria de Penha se quedará en Vila Autódromo.