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Uruguay: energía natural

Pablo Kummetz
8 de febrero de 2017

Con motivo de la visita de Tabaré Vázquez a Alemania, Angela Merkel alabó la política energética uruguaya. ¿Cuál es la clave? DW habló con el Dr. Ing. Gonzalo Casaravilla, director de la estatal eléctrica del país, UTE.

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Uruguay Windenergie
Imagen: picture-alliance/landov

DW: ¿Cuál es la actual matriz eléctrica de Uruguay?

Dr. Ing. Casaravilla: La matriz de producción de energía eléctrica fue, en el año 2016, en 96% de origen renovable que se discrimina en 63% de origen hidráulico, 25% eólico, 7% biomasa y 1% fotovoltaico. Apenas el 4% de la generación de electricidad fue de origen fósil.

¿Cuál era la situación anterior y cómo se produjo ese cambio?

La matriz de generación de energía eléctrica dependía principalmente de la producción de origen hidroeléctrico, pero la estrategia era aumentar la generación de origen fósil. A partir del año 2005, sin embargo, comenzó una política de promoción de generación de las energías renovables, principalmente biomasa y eólica, así como una política activa de eficiencia energética. En 2010 se implementa un decidido cambio hacia el uso de fuentes de energía renovables.

¿Con qué instrumentos se implementó ese cambio?

A partir de esa fecha, UTE lanzó una serie de llamados a licitación pública para la instalación de productores privados de energía eléctrica a partir de biomasa, minihidráulicas, eólicas y granjas fotovoltaicas. En estas licitaciones se asegura al que oferte el precio de venta del kWh generado más competitivo, y la compra por 15 a 20 años de toda la energía producida.

A pesar del cambio en la matriz energética, más del 40% de la energía que consume el país, es decir, incluyendo, p. ej. los automóviles, proviene todavía de fuentes no renovables. ¿Se aspira a cambiar también esa situación?

Uruguay busca crear nuevos usos de la energía eléctrica y potenciar existentes. Impulsamos, sobre todo, el desarrollo de la movilidad eléctrica, particularmente de autobuses urbanos y suburbanos, taxis y flotas de empresas. En todos esos casos, hemos demostrado que es rentable sustituir el parque automotor actual por vehículos eléctricos con prestaciones equivalentes. Planeamos una red de recarga de vehículos eléctricos en las principales rutas del país, para extender el uso de este tipo de transporte a las áreas extraurbanas. Buscamos mejorar, además, la oferta en áreas como la climatización de ambientes (calor y frío) y el riego agroindustrial. También estudiamos la posibilidad de ofrecer tarifas dinámicas, que varíen hora tras hora.

Deutschland Bild zur Nachricht Sinkende Treibstoffpreise schaden Elektroautos
Una apuesta por los autos eléctricos.Imagen: picture-alliance/dpa/J. Büttner

UTE (Usinas y Transmisiones Eléctricas) es una empresa pública virtualmente monopólica. A menudo se afirma que las empresas del Estado están sobredimensionadas y son ineficientes. ¿Cuál es la situación en UTE?

UTE trabaja en la optimización continua de sus procesos desde hace más de veinte años. En los últimos cinco lustros, el número de empleados de UTE bajó un 40 %, mientras que el número de clientes aumentó en un 50 % y las ventas en unidades físicas de energía se duplicaron. En ese mismo lapso la red eléctrica duplicó su extensión y la potencia instalada de generación, operada por UTE, aumentó un 70%. Un aspecto a tener en cuenta es que el Uruguay está virtualmente electrificado en su totalidad, a pesar de tener una baja densidad de población (19 hab./km2, cuando Alemania tiene 230 hab./km2). Esto implica que una alta proporción de kilómetros de red en áreas rurales (que cuentan con menos de un habitante por kilómetro cuadrado) transporten poca energía a pesar de requerir la misma cantidad de personal para su mantenimiento que las redes de mayor rentabilidad.

En algunos países, la generación de energías renovables es subvencionada: una decisión política como forma de "impulso inicial” para la transición energética. ¿Qué sistema se ha aplicado en Uruguay?

En Uruguay se han realizado subastas mediante licitaciones asegurando a los oferentes, como hemos dicho, la compra de la energía producida por periodos de 15 a 20 años. Las subvenciones otorgadas fueron las asociadas a exoneraciones tributarias a la importación de tecnologías y a algunos años de exoneración de impuestos a las ganancias. Este tipo de subvenciones es usual en Uruguay también para otras inversiones por parte de privados. Por otra parte, la tarifa que remunera actualmente la microgeneración lleva implícita una subvención al productor, dado que tiene el mismo precio que la tarifa final de venta de UTE que incluye costos de red que el microgenerador no tiene. Oportunamente, sin embargo, se irán quitando esos subsidios.

¿Tuvo el cambio en la matriz energética también efectos para la industria nacional, sobre todo en relación con la biomasa y los aerogeneradores?

En efecto, los estudios realizados al respecto demuestran que la construcción de plantas de biomasa y eólicas es un generador importante de fuente de trabajo local. En el caso particular de las plantas de biomasa hasta 10 MW, la industria nacional tiene capacidad de construcción de las calderas necesarias. La operación de las plantas de biomasa es además más intensiva en mano de obra respecto a las de otras tecnologías.

¿Qué planea Uruguay para el futuro de su economía energética?

Planeamos potenciar el uso de generación fotovoltaica como complementación de la eólica. El combustible asociado con la expansión del sistema eléctrico al aumentar la demanda, serán las hoy llamadas energías renovables no convencionales. En particular, se buscará desarrollar de forma armónica la microgeneración fotovoltaica asociada al almacenamiento de energía bajo forma térmica (acumulación de agua caliente sanitaria), química (baterías), bombeo de agua (represas) u otras tecnologías que emerjan en el futuro. Concomitantemente, se realizará la desafectación progresiva de centrales térmicas que se encuentran al término de su vida útil, manteniendo los recursos necesarios para respaldar el sistema asociado al uso óptimo de las represas.