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Una infracción brutal

Daniel Martínez6 de agosto de 2013

No hay otra foto de una falta cometida en la Bundesliga que se haya grabado tan fuertemente en la memoria de los aficionados como aquella que muestra el largo y profundo corte en el muslo de Ewald Lienen. La historia.

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25 centímetros de largo, 5 de profundidad. Esas fueron las dimensiones de la herida más famosa de la Bundesliga.
25 centímetros de largo, 5 de profundidad. Esas fueron las dimensiones de la herida más famosa de la Bundesliga.Imagen: picture-alliance/Sven Simon

Es el 14 de agosto de 1981, la segunda fecha de la temporada de la Bundesliga. En el minuto 20 los aficionados presentes en el estadio del Bremen contuvieron el aliento. El delantero Lienen, del Bielefeld, busca el balón que viene de un centro lanzado desde el costado derecho. El balón rebota a la altura de su rodilla y el defensor del Bremen Norbert Siegmann llega en carrera, estirando la pierna, con la esperanza de recuperarlo.

Pero Siegmann llega demasiado tarde y no logra tampoco recoger la pierna. Lienen recibe una falta y su reacción es un fuerte grito de dolor acompañado de una mirada a su pierna que expresa rabia y preocupación. El delantero intenta levantarse pero inmediatamente vuelve a caer al piso.

En su muslo derecho tiene una herida de 25 centímetros de largo, y cinco centímetros de profundidad, que permite ver el hueso. “Es un trauma eso de ver tu propia pierna abierta de esa forma”, contaría luego Lienen. El árbitro, que no ve la herida desde el costado opuesto de la cancha, le muestra la tarjeta amarilla a Siegmann, quien aún hoy llama a la acción “una falta normal”.

“El fútbol era una guerra”

Para aquel entonces quizás, pues los defensores no eran simplemente duros sino que a veces eran brutales, y los árbitros no sancionaban muchas cosas. En aquella época, cuando según el propio Lienen el resultado contaba más que el juego limpio, había un dicho popular en Alemania: “él no es ni hombre, ni animal, es solo el número cuatro”. La cancha era el escenario de una guerra que no respetaba al rival, ni su salud.

Lienen quería cambiar eso: “para mí esa falta fue el símbolo para luchar con éxito contra la brutalidad que había en el fútbol”. Durante su estadía en el hospital el delantero de pelo largo, que simpatizaba con los ideales de izquierda y era además estudiante, decidió demandar ante un tribunal civil a Siegmann y su entrenador, Otto Rehhagel, a quien responsabilizó de animar al defensor a cometer la falta.

El tribunal lo vio diferente y falló diciendo que en el fútbol hay que estar preparado para la posibilidad de sufrir lesiones graves. La fiscalía argumentó que un boxeador no puede quejarse cuando lo noquean, recuerda Lienen el proceso, y agrega: “estoy contento de que esa ridícula postura de la fiscalía en Bremen no se impuso, y que ahora tenemos un fútbol mucho más considerado, en el que la gente con esas ideas y forma de ver el deporte ya no tienen lugar”.

Ewald Lienen responsabilizó al entrenador del rival, Otto Rehhagel, de la falta que sufrió.
Ewald Lienen responsabilizó al entrenador del rival, Otto Rehhagel, de la falta que sufrió.Imagen: Getty Images

Amenazas de muerte contra Siegmann

A pesar de que Lienen pudo volver a jugar cuatro meses más tarde, las cosas no se calmaron. Los aficionados, azuzados por los medios, estaban alterados y en el partido de vuelta, en Bielefeld, Rehhagel se sentó en el banco de entrenadores vistiendo un chaleco blindado. Siegmann, a quien apodaron “el carnicero”, recibió amenazas de muerte y tuvo que acudir a la protección de la policía. “Norbert tuvo que pagar por todos, pero eso le pudo haber pasado a cualquier defensor central de la época, porque esa era la forma en la que se jugaba entonces al fútbol”, lamenta hoy Lienen lo que le tocó vivir al rival con quien décadas después haría las paces.

“Norbert Siegmann se disculpó relativamente rápido con una carta muy simpática. Entonces me quedó claro que la falta no fue intencional. Yo a él ya lo conocía de la segunda división, donde conmigo, y con otros jugadores, se había comportado de muy mala forma”, rememora Lienen. Después de 30 años se encontraron de nuevo en un ambiente tranquilo y agradable, sobre el cual Siegmann, quien así encontró la paz consigo mismo, revela: “me lo pensé mucho y al principio quería evitarlo, pero al final accedí. Fue maravilloso y sano”.

Autor: Olivia Fritz /DM
Editor: Enrique López