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Un contrabajo canta y baila al ritmo de Latinoamérica

Augusto Valente/ CP18 de abril de 2007

El CD "Dreams", de Gottfried Engels y Ernst Ueckermann prueba que el contrabajo puede ser un ágil solista de cámara. Y que el balanceo brasilero y el sentimiento tanguero no son obstáculos para músicos de verdad.

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El músico y su instrumento.Imagen: Gottfried Engels/Balsereit

El CD Dreams, de Gottfried Engels y Ernst Ueckermann prueba que el contrabajo puede ser un ágil solista de cámara. Y que el balanceo de la música popular brasilera y el requiebre tanguero no son obstáculos para músicos de verdad.

Los instrumentos de cuerdas son los reyes indiscutibles de la música de cámara. Desde el siglo 18 hasta nuestros días, las piezas compuestas para violín y piano se cuentan por millones. La voz grave y emotiva del violoncelo también inspiró a generaciones enteras de compositores.

Hasta la misma viola, considerada gauche, con su forma de violín que creció demasiado, cuenta con un repertorio considerable que va desde las sonatas de Brahms, Dimitri Chostakovitch o Paul Hindemith.

¿Y el contrabajo? La noción más corriente es que se presta más para cumplir una función, esencial, pero subalterna, de proporcionar las bases de la armonía, ser el sustento grave de la música, acompañante, pero nunca solista. Después de todo es un instrumento grande y pesado, supuestamente incapaz de cantar o de mostrar agilidad, sobre todo cuando se lo toca con arco. ¿O no?

Gottfried Engels, Musiker und Dirigent
Gottfried Engels, músico y director de orquesta.Imagen: Presse

Para revertir estos preconceptos, llegó el CD Dreams – Contrabajo Iberoamericano, del instrumentista alemán Gottfried Engels prueba justamente lo contrario. Acompañado por el pianista Ernst Ueckermann, el contrabajo revela una capacidad de danzar que el “abuelo” de los instrumentos de cuerdas casi nunca tuvo oportunidad de exhibir, fuera del terreno del jazz.

“¡Tienes que tocar esto!”

El álbum ilustra algunas décadas de nacionalismo musical latinoamericano. O sea, la práctica, iniciada a comienzos del siglo 20, y de la cual Heitor Villa-Lobos es posiblemente su mayor exponente, de buscar en el folclore ritmos, armonías, melodías y formas, transportándolos al universo de las salas de concierto.

El dúo abre el CD con las dos obras originales para contrabajo y piano: Habanera, del argentino Salvador Amato, y la Suite Andaluza, en cuatro movimientos, de Pedro Valls, contrabajista catalán que actuó en Buenos Aires.

Engels ha recorrido el mundo junto a su instrumento. Como él mismo comenta, el repertorio de Dreams “nació del deseo de ejecutar composiciones que, en mis numerosos viajes por América del Sur, tanto alumnos como colegas pusieron en mis manos diciendo “¡Tienes que tocar esto!”

Pasión Latinoamericana

América del Sur es, de hecho, una presencia constante en la vida profesional del contrabajista, también como docente. Su larga lista de talleres y masterclasses se inicia en 1978 con un curso en Brasilia. Durante los años siguientes, dio clases en San Pablo y en Río de Janeiro, así como en las capitales Asunción, Caracas y Quito.

Engels, que también es profesor, participa de un amplio proyecto de formación musical en la capital venezolana. Y Brasil es parte de su vida cotidiana, ya que está casado y tiene un hijo con una brasilera. Ambos se conocieron cuando ella estudiaba Pedagogía Musical en Brasilia.

Las dos piezas siguientes del CD, Cançao e Dança, prestan homenaje al compositor carioca Radamés Gnattali, fallecido en 1988, quien encontró una solución muy personal para la estética nacionalista, basada en elementos jazzísticos. Engels y Ueckermann le hacen justicia al vigor rítmico y al refinamiento armónico del ya legendario maestro y arreglador.

Reconocido por especialistas

El contrabajista y el pianista, otro alemán, nacido en Sudáfrica, tocan juntos desde hace varios años. Los dos dan clases en Colonia, ciudad renana cuya comunidad brasilera es una de las mayores de Alemania.

Gottfried Engels und Ernst Ueckermann
A la derecha, el pianista Ernst Ueckermann.Imagen: Gottfried Engels

La revista Bass World, de la Sociedad Internacional de Bajistas, resaltó la perfección musical del dúo, en especial la sonoridad y belleza del fraseado del contrabajista, quien toca un instrumento construido en 1852 por el cremonense Enrico Ceruti, así como la solidez y la sensibilidad del acompañamiento de Ueckermann.

El CD incluye dos obras de Astor Piazolla, de las cuales Kicho fue transcripta para los dos instrumentos por el propio Piazolla. La pieza se abre con una cadenza, una divagación para contrabajo solo, que dispersa cualquier duda de que, en las manos apropiadas, el instrumento sea capaz de competir con un violoncelo en expresividad y virtuosismo.

Repertorio prestado

Y, como el repertorio para el inusitado dúo no es tan amplio, las cinco otras piezas del álbum son transcripciones de arreglos de obras concebidas para otras formaciones instrumentales.

La pionera de la música popular brasilera Chiquinhha Gonzaga (1847-1935) brilla con Lua Branca (Luna Blanca), y el tortuoso maxixe (baile popular) Corta-Jaca. Al pianista y arreglador Leandro Braga pertenecen las inspiradas versiones de Mandacaru, de Cristóbal Bastos, y el “tango brasilero” Odeón, original para piano de Ernesto Nazareth. También aquí la interpretación no deja nada que desear en términos de gracia y ritmo.

El paseo por la música iberoamericana concluye de manera realmente onírica, revelando el talento de arreglador de Ernst Ueckermann. Quien conoce la versión de Oblivion para canto y quinteto se sorprenderá de cómo, sin bandoneón y con un mínimo de notas, el pianista consiguió reproducir en dúo el sentimiento tanguero de esta desgarradora canción de Piazolla.