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UE-América Latina: ¿chispa en vez de fatiga?

Mirra Banchón
21 de marzo de 2017

¿Es el mejor momento para convertir la fatigada relación entre la UE y América Latina en una chispeante asociación? Sí, se dice desde ciertas instancias de las instituciones europeas. ¿Cómo lograrlo?

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Brüssel Hearing über Beziehungen EU-Lateinamerika
Audiencia sobre las relaciones UE América Latina en el Parlamento Europeo. En el monitor, javi López, eurodiputado español, ponente del informe al respectoImagen: DW/M. Blanchón

Aunque entre la Unión Europea y América Latina desde 1999 existe oficialmente una "relación estratégica”, desde 2016 soplan nuevos vientos en la relación entre ambas regiones que podrían insuflarle nueva vida.  

"Después de que Europa pasó una década muy introspectiva, muy centrada en su vecindad, en Oriente Medio y en el norte de África, que Trump comprometa el bloque atlántico y el Brexit haga que la lógica anglosajona desaparezca de las relaciones internacionales comunitarias nos obliga a replantear cómo queremos el mundo y las relaciones internacionales”, explica Javi López, eurodiputado español del bloque socialdemócrata.

 

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Ponente de un inminente informe del Parlamento Europeo sobre las relaciones entre la UE y América Latina (a aprobarse en julio), López está convencido de que es el mejor momento para que la UE busque nuevos socios. También para temas globales como el cambio climático y los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas. "Nos estamos quedando solos y necesitamos aliados”, puntualiza López. 

Es ahora o es ahora

Con un México atropellado por las políticas de Donald Trump y con la amenaza de un proteccionismo que lo dejaría sin su mayor socio comercial, es el mejor momento para acelerar en la modernización del acuerdo. Con los países del Mercosur, que han dejado atrás gobiernos proteccionistas, el momento es ahora. Por si fuera poco, "España y Portugal como puentes hacia América Latina tienen una mejor posición que hace cinco años con la crisis”, subraya ante la prensa el eurodiputado.

Es más, en un año de cumbre entre los dos bloques, el marco para firmar nuevos acuerdos sería ideal. Hay que recordar que el de Chile se está modernizando, el de Centroamérica espera la ratificación parlamentaria de todos los Estados europeos y el de cooperación y diálogo político con Cuba aguarda la aprobación de la Eurocámara (que retrasa su bendición final esperando señales de reformas de la isla). 

El Salvador Hugo Martínez und Federica Mogherini
Hugo Martínez, ministro de Exteriores de El Salvador, y Federica Mogherini, jefa de la diplomacia europea, Imagen: picture alliance/dpa/EPA/O. Barría

Si a esto se suma que Ecuador acabó adhiriéndose al acuerdo de Perú y Colombia  y que Bogotá –también con apoyo europeo– dirige su barco hacia la paz, el momento no podría ser mejor. Sólo con Bolivia (que igual tiene acceso preferencial al mercado único) y Venezuela faltaría firmar un acuerdo. "Es el momento de que la Unión Europea vuelva a ocupar en América Latina el puesto que nunca debió haber perdido”, dijo, por su parte, Luis De Grandes, eurodiputado español del bloque conservador. 

Ni el mejor ni el peor

"No es ni el mejor ni el peor momento”, explica a DW Anna Ayuso, investigadora senior del think tank europeo CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), quien detecta cierta fatiga en esta vieja relación entre la UE y la CELAC, el bloque interlocutor creado especialmente para las cumbres. 

La nueva narrativa necesaria y la chispa que encienda otra vez el fuego, según Ayuso, podría estar en que la modernización de los acuerdos los vuelva especialmente coherentes con la nueva agenda global, que no puede obviar los objetivos de desarrollo sostenible (Agenda 2030) y el Acuerdo de París contra el Cambio Climático. También que tenga en cuenta las asimetrías que existen no sólo entre la UE y América Latina, sino las que existen al interior de ambos bloques. Y la necesidad de revisar la cooperación.

Cabe recordar que exceptuando Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Paraguay y Nicaragua, los otros países de América Latina –por ser de renta media alta–, desde el año 2014 no se benefician de la cooperación bilateral europea. "La cooperación ya no se define como una ayuda voluntaria, sino como algo necesario para proteger los bienes comunes: el medio ambiente, la estabilidad financiera para crear las condiciones para una mayor sostenibilidad del planeta. Es una obligación de los Estados el invertir en esos bienes públicos globales. Obviamente los que tienen mejores condiciones son los que tienen que aportar más”, explica Ayuso.

Un momento de oportunidades

Así las cosas, y más allá del convencimiento de ciertos miembros de la UE (que no son todos) de que en América Latina está el mejor futuro para sus inversiones, que ambos bloques tengan una verdadera relación estratégica pasa por un proceso más laborioso "que los gobiernos no asumirán si no lo demanda la sociedad civil”, advierte Ayuso.

Entonces, ¿es el mejor momento para abrillantar la asociación estratégica? "Creo que es un momento difícil. América Latina está en dificultades y los europeos están en crisis por los refugiados... con todo, creo que es un momento de oportunidades", concluye Ayuso.