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Terrorismo en Pakistán y Afganistán: prueba de fuego para Obama

11 de mayo de 2009

Críticas, escepticismo y desesperación genera en los medios la situación de seguridad en Pakistán y Afganistán. Columnistas europeos ya se preguntan si estos países van camino de convertirse en “Estados fallidos”.

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Refugiado herido en el hospital de Mingora, Valle de Swat, Pakistán.Imagen: AP

De Volkskrant, de Amsterdám: “No sólo se trata de impedir que armas nucleares caigan en manos desconocidas. Sin la solución del problema de seguridad en Pakistán, no habrá éxito de la misión internacional de pacificación en Afganistán.

Así sea muy necesaria, la actual misión militar contra los talibanes no va a tener éxito así. Por un lado tiene que haber una mayor cooperación internacional para aislar las fuerzas terroristas en Afganistán y Pakistán. Por otro lado, tienen que fortalecerse las autoridades locales como la Policía y la Justicia. No tienen ningún sentido inyectar dinero al ejército sin una estrategia integral.”

Pakistán: hacia un Estado fallido

El Periódico, de Barcelona: “El presidente Asif Alí Zardari, (es) prisionero de la soberbia de sus generales y de la incapacidad de sus ministros para imponer su autoridad. Ni siquiera el apoyo dispensado por el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, al mandatario paquistaní mengua la manifiesta incapacidad de este para marcar los tiempos, vencer a los fundamentalistas y contener la caída de su país por el despeñadero de un Estado fallido.

La contraofensiva se produce después de haber dado alas a los líderes sunís deobandis al consentirles la aplicación de la sharia en el valle de Swat, reducto inaccesible del Islam más rigorista y anquilosado. Cabe decir, incluso, que se desarrolla después de que el Ejército y el servicio secreto paquistaní (ISI) hayan alimentado, colaborado y protegido a los talibanes, refugiados en las montañas del norte del país y cada vez más activos dentro de un Afganistán más y más inestable.

Los riesgos son enormes porque Pakistán es una potencia nuclear y la seguridad del arsenal atómico es más importante que cualquier otra cosa. Pero los temores no acaban aquí a causa de las dudas justificadas que Estados Unidos y sus aliados albergan acerca de la lealtad de los cuarteles al régimen democrático y de la infiltración islamista en la milicia desde los días del presidente Zia Ul-Haq (1978-1988).

Durante una década, la Casa Blanca prefirió sostener a la dictadura y garantizar un Gobierno amigo a las puertas de un Afganistán ocupado por la URSS, a entrar en otras consideraciones. Pero aquel error de cálculo ha traído la incertidumbre presente en pleno auge de los predicadores del martirio y la yihad. Lo cierto es que mientras Pakistán no ejerza su soberanía sobre las regiones tribales, acose a los talibanes e impermeabilice su frontera, la situación en Afganistán no mejorará. Y en tal circunstancia será infructuoso el apoyo al debilitado) y con frecuencia corrupto (régimen del presidente Hamid Karzai, que llegará extenuado a las elecciones de agosto y a merced del clientelismo ejercido tradicionalmente por los señores de la guerra.”

Los Verdes se acercan a la economía

Süddeutsche Zeitung, de Múnich: Se necesita mucha fantasía de un partido ecologista para emprender una ofensiva económica. Es inusual que Los Verdes reconozcan la importancia de la industria química y la automotriz. Muy valiente también suena que Los Verdes alemanes prometan la creación de un millón de plazas de trabajo.

Los Verdes están buscando su posición en un mundo en evolución. Ellos perdieron la soberanía única sobre la ecología, gracias a su propio éxito. Los Verdes, como los demás partidos, tienen que presentar una respuesta a la mega crisis económica y financiera. Los Verdes tienen que orientarse en un sistema de partidos que dificulta el regreso al Gobierno.”

Autor: JOV / dpa

Editor: Cristina Papaleo