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Siemens y la sombra de la corrupción

Dirk Kaufmann / Christian Ignatzi / JAG6 de septiembre de 2013

Otro ex directivo del consorcio alemán Siemens comparece ante el juzgado de Múnich por el caso de los carnés argentinos.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Acusado en diferentes procesos por prevaricación y soborno, el juzgado de Múnich abrió este 6 de septiembre de 2013 el proceso contra el ex ejecutivo de la junta directiva de Siemens Uriel Sharef. La acusación data de 2003, cuando la filial argentina de Siemens supuestamente sobornó a miembros del gobierno para conseguir contratos. En este caso se trataba de la producción de nuevos documentos de identidad a prueba de falsificaciones, en un país de 40 millones de habitantes. Para lograr adjudicarse el negocio, según la Fiscalía, Siemens habría pagado la cantidad de 9.500 millones de dólares.

Distinta percepción de la corrupción

Conocido como el asunto de los “carnés argentinos”, en el caso podrían estar implicados altos círculos del gobierno del país. Ministros, secretarios de Estado e incluso el entonces presidente, Carlos Menem, habrían recibido dinero de Siemens para tan lucrativo encargo.

Un historial nada claro.
Un historial nada claro.Imagen: picture-alliance/AP

Pero en aquella época, la corrupción entre los consorcios tecnológicos no era sancionada con tanta dureza como ahora. Por el contrario: “Seguramente Siemens dispuso de cajas negras durante muchos años”, cree Hans Leyendecker, quien siguió el tema para el diario Süddeutsche Zeitung y es considerado uno de de los periodistas de investigación más destacados de Alemania.

Al parecer, varios directivos de Siemens consiguieron contratos a través de pagos irregulares. “Incluso dentro de la misma empresa, a nadie le molestaba: a los que eran descubiertos se les cambiaba de cargo y en algunos casos, incluso se les ascendía”, aclara Hans Leyendecker en conversación con DW.

El proceso contra Uriel Sharef no es el primero contra directivos de Siemens. Hace dos años, el antiguo director, Thomas Ganswindt, tuvo que responder igualmente por haber usado cajas negras. Aunque el juez ratificó su culpabilidad, fue considerado un caso tan leve que fue archivado en mayo de 2011, con una multa de 175.000 euros para Gaswindt. Para el consorcio, estas multas suelen ser mucho más caras. En 2006, Siemens tuvo que pagar 2.900 millones de euros para terminar con probablemente el escándalo más caro de la historia de la economía alemana, en el que el consorcio habría utilizado ilegalmente unos 1.300 millones de euros para conseguir contratos.

Más transparencia

En el actual proceso, se trata sobre todo de determinar el papel del ex directivo Uriel Sharef en el escándalo de los documentos argentinos. Independientemente del resultado, el proceso será interesante para muchos. Por ejemplo, para Transparency International (TI). Christian Humborg, gerente de la organización en Alemania, considera importante llegar al fondo del asunto: “El caso será destapado realmente cuando se llame a declarar a los testigos en el juzgado”. Si se archiva a cambio de una pena pecuniaria, como en el caso de Ganswindt, quedarán ocultas muchas cosas ante la luz pública, indica. “Si el caso es archivado, la investigación será cancelada”.

Uriel Sharef al banquillo en Múnich.
Uriel Sharef al banquillo en Múnich.Imagen: Getty Images/Afp/Andreas Solaro

Aprender de errores pasados

Independientemente del proceso, Siemens parece haber aprendido la lección. Así lo piensa Christian Humborg: “Tenemos la impresión de que la empresa ha comenzado una limpieza a fondo y que algo ha cambiado”. Siemens no ha podido lavar su imagen, pero tampoco podía “seguir siendo el ejemplo de la corrupción en Alemania”. Entre tanto, el periodista Hans Leyendecker explica que hay una política totalmente diferente en la empresa: “Si es necesario emplear dinero negro para conseguir un contrato, Siemens se retira del negocio”. Una estrategia de tolerancia cero: “quien acepte dinero negro, se va a la calle”.

Sin embargo, este cambio de imagen no significa que terminen los titulares de corrupción del consorcio. Todavía quedan pendientes de aclarar casos como el del metro de Sao Paulo. Y aunque la empresa consiga esta vez lavar su imagen, podría tener que declarar ante el estado de Sao Paulo, para limpiar nuevas manchas en su recién remozado currículum.