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Rusia: la nueva cúpula doble entraña inestabilidad política

Ingo Mannteufel / pk7 de mayo de 2008

Una semana clave para Rusia: Medvedev asume como presidente, Putin como primer ministro y el país festeja la victoria en la II Guerra Mundial. Por no todo es tan color de rosa como parece.

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Esta semana prueba nuevamente que los gobernantes de Rusia tienen una marcada tendencia al simbolismo político: hoy (07.05.08) terminó la presidencia de ocho años de Vladímir Putin y asumió Dimitri Medvedev como nuevo jefe de Estado, luego de haber ganado el 2 de marzo las elecciones con aproximadamente el 70 por ciento de los votos.


Inmediatamente después de asumir el cargo, Medvedev nombró primer ministro a Putin, que será confirmado en el cargo por la Duma (Parlamento) mañana. Al cambio de puestos y el exitoso traspaso del poder en el Kremlin le sigue el viernes (09.05.08) la fiesta nacional más importante de Rusia: el Día de la Victoria sobre la Alemania Nazi en la II Guerra Mundial, que siempre es celebrado con desfiles militares y gran patetismo. Un final más grandioso de la “Operación Sucesor” es difícilmente imaginable.


¿Un gran éxito de Putin?


Vladímir Putin ha logrado cerrar así con éxito una particular maniobra política, rayana ya en la cuadratura del círculo y que muchos observadores políticos tenían por imposible hace sólo algunos meses: si bien Putin ha renunciado al cargo de presidente, sigue siendo una figura política central bajo la presidencia de su protegido Medvedev. Y todo ello sin reformar la Constitución. En otras palabras: Putin se marcha para quedarse.


Para subrayar nuevamente sus aspiraciones de poder, Putin se hizo elegir hace algunas semanas presidente del partido “Rusia Unida”, que tiene una mayoría de dos tercios en la Duma. Además aseguró, a través de reformas legislativas, que los gobernadores deban rendirle en el futuro cuenta al primer ministro, es decir, a él, y no al presidente. De hecho, la posición del jefe de Gobierno se fortaleció a costas del presidente.


Ello es una señal de que Putin no se autodefine como los hasta ahora primeros ministros Mijaíl Fradkov y Viktor Subkov como un “jefe de Gobierno tecno-burócrata”. Por el contrario, Putin reclama para sí el papel de un “primer ministro político”, que decide sobre los lineamientos políticos del país. Ello supone sin sombra de duda restarle poder al presidente.


El peligroso juego de Putin con la estabilidad


El mensaje central de Putin y Medvedev fue en los últimos meses que con la nueva “democracia tándem” --Medveiev como presidente y Putin como primer ministro—permanecería asegurada la estabilidad política en Rusia. Ambos repitieron sin pausa que sólo así podría continuar modernizándose el país. Pero justamente cabe preguntarse si esa tesis de la estabilidad política a través de una cúpula doble es cierta.


Pues, en primer lugar, en la historia rusa, las “cúpulas dobles” han traído consigo más bien inestabilidad: la “cúpula doble” del Gobierno Provisional y el Consejo de Obreros y Soldados llevó en el año de la Revolución de 1917 a la guerra civil. También la “cúpula doble” del presidente Yeltsin y el Soviet Supremo bajo el presidente Chasbulatov finalizó en octubre de 1993 con los disparos sobre la Casa Blanca, la por entonces sede del Soviet Supremo. Casualmente, la Casa Blanca a orillas del río Moscova es hoy la sede del primer ministro ruso, es decir, la nueva oficina de Putin.


En segundo lugar, las cúpulas dobles, es decir, la existencia de dos “zares”, no armoniza con la cultura política rusa. Las disputas entre los dos centros de poder parecen ineludibles, no sólo cuando se piensa en Malenkov y Jrushchov luego de la muerte de Stalin o en Gorbachov y su oponente Jegor Ligachov. Los rusos han querido siempre claridad, tratándose del zar “correcto”.


Por ello hay que preguntarse hasta qué punto Medvedev está dispuesto a subordinarse a Putin. Actualmente, Medveiev se muestra en ese punto muy diplomático y reservado, a pesar de que como presidente dispone de amplios poderes. Pues como presidente es también comandante en jefe de la Fuerzas Armadas y controla los “ministerios del poder”, es decir, la Policía y los Servicios Secretos.


De acuerdo con la Constitución, Medvedev tiene también una fuerte posición en relación con el primer ministro, al que puede destituir, y en relación con una Duma rebelde, a la que puede disolver. Por otro lado, un primer ministro Putin puede, con su mayoría de dos tercios en la Duma, bloquear decisiones presidenciales y, de ser necesario, reducir los poderes del Presidente a través de una reforma de la Constitución.


Divisón de poder no es división de poderes


A primera vista, la doble cúpula de Medvedev y Putin puede ser vista como una variante rusa del “checks and balances” estadounidense. Pero un defecto básico de esa construcción política es que la división del poder no se implementa como una división de poderes a la Monstesquieu, es decir, entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, sino como una poco clara división del poder dentro del propio Ejecutivo.


Por ello, para la “doble cúpula” que acaba de crearse será decisivo si entre Medevedev y Putin está claro quién será en el futuro el número uno. Y más importante aún será si ambos se atendrán o no a ese acuerdo político. Si no es así, en lugar de estabilidad y continuidad son de esperar más bien disputas e inestabilidad política.



Ingo Mannteufel

Ingo Mannteufel, jefe de las redacciones online y radio rusas de la DEUTSCHE WELLE.