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Sociedad

Radicalización en Bélgica: “Tardará años en solucionarse”

Doris Pundy
8 de octubre de 2017

Bélgica lleva mucho tiempo combatiendo la radicalización religiosa. El arte y el humor se han convertido en armas en esta batalla. Pero todavía hay un largo camino por delante.

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Imagen: DW/D. Pundy

La sesión de fotos en el barrio bruselense de Molenbeek es divertida. El pintor Samuel Vanderveken lleva un suéter gris de algodón y vaqueros. Su amigo Nikita Imambayev está a su derecha y viste un "chapan”, un abrigo típico de los musulmanes de Asia Central. Ambos tienen el pelo oscuro y llevan barba. Son bastante parecidos. Posan uno al lado del otro, con los brazos cruzados. Luego intercambian roles: Vanderveken parece dudar al principio, pero en seguida se pone en chapan con una sonrisa y se convierte así en musulmán. La transformación parece perfecta.

Lo dos hombres están participando en un proyecto artístico llamado "Hipster/Musulmán: El nuevo oeste”, organizado por el colectivo Get Me. El cambio de ropa tiene como objetivo hacer desmoronarse los prejuicios entre musulmanes y no musulmanes. Ambos son jóvenes, con una apariencia que encaja en la estética de la tribu humana "hipster” a trabajan en el barrio de Molenbeek. Vanderveken es un ateo nacido en Bélgica. Imambeyev viene de Uzbekistán, dirige un portal de noticias y es musulmán practicante.

"Nunca digo que soy musulmán cuando me presento a la gente”, dice el periodista. "Me avergüenzo de ello. Me da miedo poner a otra gente en una situación incómoda. Y luego me avergüenzo de haberme avergonzado”, dice este joven de 28 años, que participa en el proyecto para erradicar los prejuicios. Quiere mostrar que cada persona puede tener más de una identidad y que ser musulmán solo es una de otras muchas identidades.

La primera parada de iniciativas como "Hipster/Musulmán: El nuevo oeste” es el escritorio de Sarah Turine, política local al cargo de los temas de juventud e integración. La comunidad está intentándolo todo para librarse de la imagen de "semillero de terroristas” que se le asocia desde los ataques llevados a cabo en París en 2015 y en Bruselas en 2016. Ambos fueron planeados por gente que o bien vivían en esta zona o bien habían vivido en ella.

La dificultad de vivir juntos

Belgien Brüssel Stadtteil Molenbeek | Ausstellung Hipster/Muslim | Sarah Turine
La representante política local Sarah Turine.Imagen: DW/D. Pundy

A Sarah Turine le cuesta poner en pie todo lo que ha pasado en Molenbeek, pero reconoce que "los ataques fueron un verdadero catalizador”. Cuenta que numerosos grupos tenían ya actividad en el barrio antes de que sucedieran, pero cada comunidad tendía a ir a lo suyo. Y, pese a que las reticencias a construir cosas en común se han reducido desde entonces, "todavía no hay una sensación real de unirnos como comunidad”.

La situación dista de ser relajada. "Estamos solo en el comienzo de nuestro viaje en la lucha contra la radicalización”, afirma. Se necesitan proyectos que aborden esta cuestión específicamente, más allá de intercambios de ropa, si se pretende llegar a una juventud que se siente marginalizada por la sociedad y que, por tanto, es vulnerable a la ideología islamista. Pero Turine dice que a menudo no cuenta con los fondos necesarios para financiar dichos programas. Las medidas represivas del gobierno belga contra el barrio y el estigma que las acompañan todavía son tangibles: "Solo porque todos ellos no se hayan inmolado no significa que se sientan más aceptados que hace dos años”.

Michael Dantinne, presidente del Centro para el Estudio del Terrorismo y la Radicalización de la Universidad de Lieja, explica que la religión solo es uno de los factores por los que una persona puede llegar a radicalizarse. Hay otros factores, como el desempleo, el fracaso de las medidas de integración o una mala planificación urbana, que contribuyen a la radicalización más que cualquier otra cosa. "Pero estos problemas han afectado a Bélgica durante 20, 25 o incluso 30 años”, incide el politólogo. Ello hace todavía más difícil combatir las raíces de la radicalización.

"Lo más importante”, dice Dantinne, "es que sigamos intentando lograr una verdadera mezcla de clases sociales en Bélgica”. A su juicio, la interacción entre clases es la vía más efectiva para ayudar a lugares especialmente problemáticos como Molenbeek y luchar contra este fenómeno.

Una dura batalla

Las fotos tomadas para el proyecto "Hipster/Musulmán” se muestra ahora frente a la ópera de Bruselas, en el centro de la ciudad. La razón de la elección del lugar es evidente: poner a Molenbeek en el foco de la atención. Muchos de los participantes se encuentran por primera vez desde la sesión de fotos y se saludan con alegría, abrazos y besos. A todos les alegra enormemente ver sus fotos. En este pequeño grup, al menos, el concepto de romper barreras y unirse parece funcionar.

Belgien Brüssel Stadtteil Molenbeek | Ausstellung Hipster/Muslim | Nikita Imambajev & Samuel Vanderveken
El pintor Samuel Vanderveken y el periodista Nikita Imambajev.Imagen: DW/D. Pundy

"¿Va mucha gente de nuestro barrio a tu estudio?”, pregunta Imambeyev a Vanderveken. "Bueno, en realidad no”, responde el artista. "Quienes llevan el estudio siguen intentándolo, pero llevará tiempo”, añade. Imambeyev confía en que los cambios lleguen pronto: "Espero que cuando la gente joven empiece a mudarse a Molenbeek, se logre algo más que una subida de los alquileres”. Ambos jóvenes confían en que las diferentes comunidades del vecindario encuentren un camino de unidad.

En opinión de la política local Turine, es responsabilidad del Ejecutivo federal asegurarse de que los representantes locales tienen suficiente financiación para poder realmente generar un cambio a mejor. El profesor Dantinne también subraya la responsabilidad de este Gobierno. Harán falta al menos entre cinco y diez años para empezar a comprobar si los efectos en la lucha contra la radicalización tiene éxito. Además, una sólida voluntad política es necesaria para abordar sus causas profundas: "Harán falta políticas sostenidas durante mucho tiempo y esto será extremadamente caro. Pero es la única solución”.

Autora: Doris Pundy (EAL/FEW)

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