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Prueba de fuego en la cumbre

Emilia Rojas Sasse21 de junio de 2007

Una mezcla de escepticismo y moderado optimismo marcó el inicio de la última cumbre europea bajo la presidencia de Alemania, en la que parecía tan posible el éxito como el fracaso. Una prueba de fuego para Merkel.

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Europa en la encrucijada.

El aperitivo de la Cumbre de la Unión Europea por lo menos fue refrescante: los gobernantes, reunidos en Bruselas, sellaron el ingreso de Malta y Chipre a la eurozona, con lo cual a partir del 2008 la esfera de circulación del euro se ampliará a 15 países, con un total aproximado de 320 millones de personas. No fue más que un paso formal, dado que la Comisión y el Banco Central Europeo habían dado ya luz verde. Pero quizá haya servido para mejorar un poco los ánimos antes de hincarle el diente al plato fuerte de esta cumbre, que amenaza con ser muy difícil de digerir: buscar fórmulas de entendimiento para rescatar lo que sea posible de los contenidos esenciales de la fallida Constitución europea.

La cuadratura de la raíz polaca

EU-Gipfel in Brüssel. Merkel Prodi Steinmeier
Angela Merkel también tiene aliados, como el primer ministro italiano, Romano Prodi.Imagen: AP

Por lo pronto, la jornada inaugural sirvió para poner los diversos planteamientos sobre la mesa. Junto con la promesa de tomar muy en cuenta las posiciones de cada uno, la anfitriona y presidenta saliente de la UE, Angela Merkel, aprovechó de apelar una vez más a la conciencia de sus socios: "Creo que la gente nos está mirando, no sólo en Europa. Tenemos que hacer todo lo posible por llegar a un acuerdo, de manera que podamos dedicarnos a los grandes problemas como el trabajo, el bienestar y la seguridad", indicó la canciller alemana.

Por lo pronto no está claro cuán hondo habrán podido calar sus palabras, sobre todo en los representantes de Polonia y Gran Bretaña, identificados como los principales bloqueadores de un entendimiento. Mientras el presidente polaco, Lech Kaczynski, llegó a Bruselas con un pequeño ejército de 50 expertos en matemáticas y en derecho -dispuestos a defender su fórmula de la raíz cuadrada de la población como base para la repartición de votos entre los países de la UE-, el premier británico, Tony Blair, dejó en claro que no pensaba ceder en aspectos claves. Londres rechaza, básicamente, que los puntos consagrados en la Carta de los Derechos Fundamentales puedan ser reclamados ante los tribunales nacionales y que la política exterior británica pueda verse coartada si se unge a un ministro de Relaciones Exteriores de la UE.

El eurobarómetro

¿Cuánto lograrán finalmente en Bruselas? El canciller austriaco, Alfred Gusenbauer, previno a polacos y británicos de estirar demasiado la cuerda, recordando que para Austria y los 17 países que alcanzaron a ratificar el proyecto original de Constitución, "cada modificación es ya una concesión, un gesto amistoso frente a todos aquellos que tienen problemas".

También sería aconsejable que escucharan la voz de la mayoría de la población de la UE, que en un 66% se pronuncia a favor de una Constitución europea, según una encuesta oficial que abarcó a casi 30 mil personas. De acuerdo con el Eurobarómetro, esa cifra se eleva incluso a un 69% entre los polacos. Y los franceses y holandeses, que en su día hicieron naufragar la Constitución en sendos referendos, también se muestran mayoritariamente favorables a la idea, con una aprobación del 68% y el 55%, respectivamente. Pero eso ya de poco sirve.