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Potencia líder con control sobre sí misma

29 de marzo de 2011

El presidente estadounidense justificó la intervención militar de su país en Libia en un discurso a la nación. El objetivo, según Obama, fue evitar una masacre. Un comentario de Christina Bergmann.

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Fue un presidente resuelto el que se dirigió a sus ciudadanos nueve días después de ordenar los ataques aéreos sobre Libia. Demostrando una vez más su capacidad para salir de situaciones comprometidas. Porque Obama se hallaba bajo presión. El objetivo de la misión en Libia parecía algo difícil de explicar. Muchos de sus conciudadanos no tenían claro por qué sus soldados debían arriesgar su vida por un país tan alejado. Estados Unidos no tiene intereses estratégicos evidentes en Libia. Por otro lado se hallaba la postura, sobre todo de políticos conservadores, que criticaron que Estados Unidos hubiera cedido tan de buena gana el liderazgo de la acción a otros países.

Había que evitar una masacre

Cuestiones que el presidente respondió en su discurso, definiendo al mismo tiempo la política de intervención de su gobierno. Cuando de lo que se trata es de evitar masacres y garantizar la estabilidad política de toda una región, Estados Unidos pueden intervenir militarmente. Ése es el papel de liderazgo que debe asumir Estados Unidos, según explicó Obama: responsable consigo mismo y con el mundo. Oportunamente mencionó el caso de Bosnia, donde la comunidad internacional contempló pasivamente durante demasiado tiempo cómo se cometían atrocidades. En el caso de Libia, sin embargo, no se trata de derrocar al dictador a través de la fuerza de las armas. Según Obama, no hay que repetir el error de la guerra de Irak.

Estados Unidos no quiere ir por libre

Hemos aprendido otra lección: Estados Unidos no quiere volver a actuar en solitario. Algo de lo que Naciones Unidas puede sentirse satisfecha, que pese a todo, el presidente estadounidense muestre capacidad de liderazgo y no se lave las manos en materia de política internacional. Si eso fuera así, las decisiones de la comunidad internacional no tendrían peso ninguno. Sin la enérgica intervención de la mayor potencia militar, las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU no podrían aplicarse, no habría zonas de exclusión aérea y los civiles no serían protegidos. Ésa es la realidad.

Pero al mismo tiempo, el presidente dejó claro que la implicación de su país tiene límites. No habrá tropas terrestres y a partir del miércoles la operación en Libia pasará a ser controlada por la OTAN. Algo que hay que atribuir, por un lado, al cálculo de Obama, que pretende tranquilizar a su público local, escéptico respecto a la intervención en Libia. Por otro lado, se trata de una posición sencillamente necesaria. Porque Estados Unidos no puede, ni financiera ni militarmente, soportar a largo plazo la carga de un tercer conflicto bélico de grandes dimensiones.

Actuación pragmática

Con su discurso, el presidente Obama se ha presentado como un mandatario totalmente dispuesto a movilizar a sus propios soldados y recursos para salvar la vida de personas en otro lugar. Pero también ha dejado claro que sopesa cuidadosamente los pro y contra y actúa de forma pragmática. Eso significa que una intervención en Libia no debe traducirse en que los manifestantes en Siria, Yemen, Baréin o Irán den por hecho que pueden contar con el apoyo de Estados Unidos. Porque, ante todo, para Obama también cuentan los intereses de su propio país.

Autora: Christina Bergmann
Editor: Pablo Kummetz