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Para comerte mejor…

DW WORLD/elm14 de noviembre de 2006

El plan de acción de la organización Slow Food es una toda ensaladera de propuestas que van de lo gastronómico a lo político y lo social. Éstas parten de una sencilla premisa: cada ser humano tiene derecho al placer.

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Todos somos responsables de lo que comemos.Imagen: Bilderbox

Slow Food fue fundada “para contrarrestar la ‘comida rápida’ y la ‘vida rápida’, y para luchar contra la desaparición de las tradiciones gastronómicas locales”. También pretende “despertar interés sobre la comida que comemos, sus orígenes, sus sabores, analizando cómo nuestras decisiones en materia de comida afectan al resto del mundo”.

Comer bien, una responsabilidad

Indonesien Kaffee Fabrik in Dili
Los productores independientes de café pueden beneficiarse de este nuevo modelo comercial.Imagen: AP

No solamente se trata de disfrutar más la comida, sino también de que cada ser humano se haga responsable de los alimentos que consume (o, según la terminología contemporánea, de lo que “mete a su sistema”). Aquí es precisamente donde la cosa se vuelve más complicada.

Slow Food, dicen sus apóstoles, equivale a comida buena, limpia y justa. “Creemos que la comida que comemos debe saber bien, debe ser producida de un modo limpio e inocuo para el medio ambiente, la vida animal o nuestra salud, y debe proporcionar una justa compensación a quienes la producen”, se lee en su página de internet.

Visto así, el movimiento propone todo un modelo de industria, de negocio, de consumo y de vida. “Somos esclavos de la prisa, y parecemos haber sucumbido al mismo e insidioso virus: la ‘vida rápida’ que violenta nuestros hábitos y la privacidad de nuestros hogares, forzándonos a consumir ‘comida rápida’. Para merecer tal nombre, el homo sapiens debe liberarse de la velocidad antes de que se convierta en una especie en vías de extinción”, dice el Manifiesto de Slow Food, suscrito por delegados de 15 naciones el 9 de noviembre de 1989.

Juntos a la mesa, el pueblo y la élite

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El buen vino se toma con mucha calma.Imagen: AP

De alguna manera u otra, el movimiento ha ido cobrando aceptación en buena parte del mundo: hoy cuenta ya con 80,000 miembros. A finales de octubre se llevó a cabo en Turín, bajo sus auspicios, el Encuentro Mundial entre las Comunidades del Alimento Terra Madre. Participaron el Consorcio de Campesinos de Perú y otras 246 organizaciones productoras de América Latina.

Las élites también han sucumbido a las delicias de Slow Food. En su página de internet puede leerse un testimonio según el cual el Príncipe Carlos de Inglaterra señala: “Admiro enormemente el trabajo de Slow Food y el notable trabajo que han hecho para apoyar la agricultura sustentable, así como para fomentar el aprecio por la buena comida y celebrar el conocimiento –en ocasiones adquirido a través de milenios- de las tradiciones involucradas en su producción”.

Simplemente comer

Kurs für korrektes Essen
Preparar la mesa es parte del placer culinario.Imagen: dpa

Pero la labor cotidiana de Slow Food parece tener una cara mucho menos solemne. La organización alienta a sus miembros para que organicen degustaciones y disfruten del alimento, la conversación y el calor humano. Estas reuniones se llevan a cabo lo mismo en México que en Israel, Argentina, Brasil o Italia, entre otros países.

En Alemania, donde el movimiento tiene seis mil miembros, los organizadores resumen parte de su filosofía en una cita del Premio Nobel Günter Grass: “Aún ahora, aunque con menos paciencia, observo a los caracoles mientras juegan a las carreras; cómo una y otra vez pierden su lucha contra el tiempo. Pero el tiempo no gana, sólo se va”.