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Opinión: Genscher, maestro del equilibrio

Kudascheff, Alexander 2 de abril de 2016

Hans-Dietrich Genscher sigue siendo modelo de la política exterior alemana. Sin embargo, hoy, en pleno siglo XXI, su política parece ser más difícil de alcanzar, opina el redactor jefe de DW, Alexander Kudascheff.

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Bildergalerie Der frühere Bundesaußenminister Hans-Dietrich Genscher
Imagen: picture alliance/dpa/J. Woitas

Tras 18 años frente al cargo, Hans-Dietrich Genscher se convirtió en el estándar con el que se mide a los ministros de Exteriores alemanes. Genscher respiraba política y encarnó las relaciones exteriores de la República Federal de Alemania. Su agenda estuvo marcada por el equilibrio, un constante equilibrio con los aliados de Europa del Este y con los Estados Unidos, y asimismo, con la Unión Soviética y demás países considerados como enemigos en la época. La asidua búsqueda del equilibrio y sus pautas, siendo el trayecto a menudo la meta, fue la política exterior de Genscher.

El estilo de Genscher no gustaba a muchos fuera de Alemania. En los Estados Unidos, sus políticas eran percibidas como diplomacia ambigua y evasiva, por lo que muchos diplomáticos estadounidenses veían en él a un socio poco fiable. Su manera de maniobrar –la cual dominó con absoluta perfección, incluso en momentos de gran hostilidad– era considerada como política sin rumbo fijo.

Un modelo hasta nuestros días

A pesar de todo, Genscher se convirtió en el modelo de ministro de Exteriores alemán. La diplomacia actual en Berlín –así como en Bonn, en su época– busca llevarse bien con todos, o, al menos, dialogar prudentemente con las demás naciones. Esta diplomacia se basa en la unidad europea, profundamente arraigada en la política de la alianza. Por ejemplo, Alemania ha intentado buscar un equilibrio, una solución con Rusia para frenar la guerra civil en Ucrania. Todos los sucesores de Genscher; Klaus Kinkel, Joschka Fischer, Guido Westerwelle y Frank-Walter Steinmeier han buscado siempre la solución de conflictos por las vías diplomáticas.

Aparte de las intervenciones militares en los Balcanes y en Afganistán, la política exterior alemana de la posguerra ha estado marcada por la moderación. Para los jefes diplomáticos en Alemania, la guerra no es el último recurso, para ellos, la guerra no es una opción. La política exterior de Genscher es la de una diplomacia sin armas, sin tropas. Su política depende solo de las habilidades interpersonales: el poder de persuasión en vez de las armas.

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Redactor jefe de DW, Alexander Kudascheff

La era de la moderación ha llegado a su fin

A los alemanes les gusta verse como una “Suiza verde”, cómodamente prósperos, ocupados consigo mismos y separados, en lo posible, del resto del mundo. Esto es, ahora, solamente una ilusión. Alemania se ha convertido en una mediana potencia mundial (una superpotencia bajo estándares europeos). Durante las negociaciones de la crisis del euro, así como en la de refugiados, el continente europeo contempló en asombro a una Alemania muy segura de sí misma. Europeos vieron como el Gobierno alemán imponía términos y condiciones a sus aliados, dejando a un lado la búsqueda de la armonía y el consenso. Todo a costa de la misma Alemania.

Ahora queda claro que la política exterior de Genscher ha alcanzado sus límites en la era de la globalización. Claramente no veremos a una Alemania déspota que recurra, repentinamente, al uso de medios militares. No obstante, se le demandará más que nunca a hacerlo. La era de la moderación ha llegado a su fin, y la política exterior alemana, aunque aún influenciada por Genscher, deberá aceptar y prepararse a este cambio.

Para aprender: aquí puede usted leer la versión original de este artículo en alemán.