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Terrorismo

Opinión: el terrorismo y la minoría suní de Irán

11 de junio de 2017

Tras el ataque terrorista en Teherán, los sunitas iraníes pasan a estar en la mira de la comunidad internacional, comenta Friederike Böge del diario alemán “Frankfurter Allgemeine Zeitung”.

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Iran Angriff auf das Parlament in Teheran
Imagen: picture-alliance/abaca/Fars/Vahabzadeh

Los atacantes eran iraníes, reclutados por el Estado Islámico (EI) dentro del país y provenían de “ciertas regiones”, así lo aseguró el reporte oficial. Esto pone la lupa en la minoría sunita, la cual constituye entre el 8 y el 10 por ciento de la población persa y se asienta en las fronteras con Irak, Turkmenistán y Pakistán.

El Gobierno de Irán siempre ha dudado de la lealtad de los sunitas y sus reservas se reflejan en su política de seguridad. No es coincidencia que el asesor especial del presidente iraní para asuntos de minorías, Ali Younesi, sea el antiguo jefe de los servicios de inteligencia nacionales.

Los sunitas siempre han padecido una exclusión política en Irán, encarnada en la falta de desarrollo de las regiones fronterizas, los obstáculos para ejercer su derecho constitucional a la educación en sus idiomas y las respuestas violentas de las autoridades a las protestas pacificas, entre otros fenómenos. Pero, a pesar de todo esto, los sunitas iraníes no profesaban mucha simpatía hacia los movimientos terroristas.

Kommentarbild Friederike Böge PROVISORISCH für die App
Friederike Böge es periodista del diario alemán “Frankfurter Allgemeine Zeitung”.

Los conflictos llegan a casa

La participación de Irán en las guerras de Irak y de Siria podría poner a prueba la lealtad de los sunitas. Las milicias chiítas que el Gobierno persa auspicia en esos conflictos atacan despiadadamente, no sólo a los grupos terroristas sunitas, sino también a civiles acusados de estar vinculados con esos grupos.

El Estado Islámico tiene la esperanza de atizar el odio de los sunitas hacia el Gobierno iraní. En los últimos meses, el grupo ha incrementado su propaganda en farsi y en marzo publicaron un video donde instaban a los sunitas iraníes a “rebelarse”.

El anuncio no cayó en oídos sordos. En agosto de 2016, el ministro de Inteligencia de Irán anunció que las autoridades habían frustrado el intento de unos 1.500 jóvenes persas de unirse al EI. También revelaron que se fueron descubiertas unas 58 células terroristas vinculadas al grupo extremista.

Varios planes para atacar a Irán han sido descubiertos a tiempo; el hecho de que el EI no lograra consumar ninguno de ellos hasta el miércoles pasado (7.6.2017) dice mucho sobre la omnipresencia de los servicios de inteligencia iraníes y su eficaz vigilancia.

Los ataques del 7 de junio representaron una enorme vergüenza para los servicios de seguridad del país, en particular por los lugares altamente simbólicos donde se cometieron: el Parlamento y el mausoleo del Ayatola Komeini.

 Ahora es probable que las autoridades cedan a la tentación de incrementar su vigilancia y su ya abrumadora presencia en las regiones del país con mayorías sunitas. No obstante, el “hombre fuerte” de Teherán, Hasan Rohaní, hará todo lo posible para impedirlo. Y es que, en las recientes elecciones presidenciales, Rohaní recibió un respaldo tan fuerte como inusual en las regiones de mayoría sunita.

Lo que se avecina tendrá mucho que ver con el tipo de información que salga a la luz sobre los atacantes. Las reacciones serán severas si se da a conocer algún vínculo de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita con el suceso. Irán y sus rivales del Golfo Pérsico mantienen su fuerte enemistad y continúan peleándose el dominio de la región. Aun así, hasta la Guardia Revolucionaria está consciente de que continuar alienando a la población sunita del país podría desencadenar un efecto dominó de descontento del cual sólo el EI puede sacar provecho.

Friederike Böge (JCG)