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El papa Francisco quiere un cambio, ¿la Iglesia también?

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Christoph Strack
17 de diciembre de 2016

El papa ha transformado la Iglesia católica. Pero ¿en qué dirección? ¿Acaso la Iglesia lo sigue? Hoy, en ocasión del cumpleaños 80 del papa Francisco, quedan aún muchas preguntas abiertas, opina Christoph Strack.

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Vatikan Papst Franziskus feiert Messe für Gefangene
Imagen: REUTERS/T. Gentile

El papa Francisco ha transformado mucho la Iglesia católica. Desde su elección el 13 de marzo de 2013, prevalece una nueva, quizás tímida, apertura en el ambiente de la Iglesia. Pero quienquiera que haya experimentado la atmósfera sombría de años anteriores, puede apreciar, particularmente, la importancia de este cambio.

El papa proveniente del "fin del mundo" ha impulsado más de lo que en realidad ha terminado. No obstante, tras su primer año al frente de la Santa Sede, se podía ya percibir que él –en una manera muy jesuita– había formado un concepto personal claro acerca de muchos interrogantes: desde entonces ha destacado sus puntos principales, cambiado cosas y dado un ejemplo demostrativo. No todas sus palabras han tenido éxito, pero eso también pertenece a su apertura. Los historiadores de la Iglesia de las siguientes generaciones se podrán deleitar, en lo académico, con el actual papa.

Liberal, progresista y conservador al mismo tiempo

Quien quiera catalogar al latinoamericano como liberal, progresista o "conservador", en el buen sentido de la palabra, estaría equivocado. Francisco no puede describirse con tan solo una palabra. En estos ya casi 45 meses, el papa ha mostrado límites claros, en ambos lados. Por ejemplo, esta primavera, con una gran claridad, rechazó la posible ordenación de mujeres para ejercer el pleno sacerdocio, incluso a que den sermones durante la eucaristia; algo que su predecesor no había podido comunicar claramente. Por ejemplo: con la encíclica "Amoris Laetitia", Francisco establece un nuevo estándar de la responsabilidad de los curas en la formación del juicio y la acción éticamente responsable. Concretamente, trata de la participación en la eucaristía de los católicos que se volvieron a casar después del divorcio. La misericordia, concepto central del pensamiento franciscano, se convierte en una nueva medida de la actividad eclesiástica.

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Christoph StrackImagen: DW

Así que no es casualidad que ahora cuatro representantes del "viejo estilo”, como el arzobispo de Colonia, Joachim Meisner, y el arzobispo de Bolonia, Carlo Caffarra, se opongan a esta interpretación de la libertad. Hay un conflicto que gira en torno a la comprensión básica de la Iglesia. Y Francisco se centra en una Iglesia más cerca al pueblo y no solo orientada a los laicos de la élite. "Prefiero una Iglesia 'golpeada' que esté herida y sucia porque salió a las calles, en lugar de una Iglesia que esté enferma porque, debido a su introversión y comodidad, se aferró a sus propias seguridades". Ningún crítico se atreve a debatir tal aseveración.

¿Puede el papa contagiar a la Iglesia?

Sería falso mirar solo a Francisco y celebrarlo como motor de una renovación. Este papa sabe que se trata es del cambio de la Iglesia y de su imagen si se quiere nuevamente estar más cerca de las personas y volver a hacerle frente a las preguntas y problemas de la actualidad. Y analizando lo que dice, se puede entrever que Francisco seguirá siendo exigente y que ciertamente no se volverá más arbitrario. El papa cumple este 17 de diciembre de 2016 80 años. Y la pregunta apasionante es si, y cómo, la Iglesia está siendo contagiada por su valor y franqueza. Franqueza quiere decir apertura. No se trata de reformas hechas por Francisco. Se trata de reformas para la Iglesia. Y hay quienes demuestran no estar listos para el cambio.