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Opinión: el Nobel de la Paz, una decisión correcta

Martin Muno
6 de octubre de 2017

En 2017, el premio Nobel de la Paz es para la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares (ICAN). A juicio de Martin Muno, el jurado en Estocolmo tomó la decisión correcta en el momento correcto.

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Beatrice Fihn, secretaria general de la ICAN.
Beatrice Fihn, secretaria general de la ICAN.Imagen: Reuters/D. Balibouse

Este año, el Comité de los Premios Nobel no pudo evitar abordar el tema de las armas nucleares: Corea del Norte realiza pruebas con misiles de largo alcance, capaces de transportar ojivas nucleares hasta el otro lado del mundo, y el presidente estadounidense, Donald Trump, echa más leña al fuego al amenazar a Pyongyang con la destrucción total de Corea del Norte. Además, el acuerdo nuclear con Irán, que costó tanto trabajo negociar, tambalea porque no le gusta al presidente estadounidense, sin que éste pueda justificar su rechazo. La amenaza nuclear es el tema del momento.

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Es por eso que antes del anuncio del ganador del Nobel de la Paz las especulaciones se multiplicaron. Entre los candidatos favoritos que se barajaban estaban los mediadores del acuerdo nuclear iraní, por ejemplo el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Yavad Zarif, y la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Federica Mogherini.

Sin embargo, la premiación de estos políticos hubiera tenido un defecto: si bien el acuerdo ayudó a mejorar visiblemente la estabilidad en el mundo, a pesar de que algunos ideólogos insisten en negarlo, Zarif también representa a un régimen en el que la tortura, las detenciones ilegales y las ejecuciones están a la orden del día.

Visión política vs. realismo político

De ahí que la distinción de la Campaña Internacional para la Abolición de Armas Nucleares (ICAN) sea una decisión más consecuente e íntegra, la decisión correcta. El premio honra a una asociación internacional de activistas, que lucha incondicionalmente por el desarme nuclear en el mundo. Y ha sido exitosa: gracias a la presión de los activistas de la ICAN, en julio se adoptó un tratado internacional de prohibición de armas nucleares.

Martin Muno, editor de DW.
Martin Muno, editor de DW.

No obstante, un mundo libre de armas atómicas, así como lo soñaba el Premio Nobel de la Paz Barack Obama, está lejos de hacerse realidad. Por un lado, Kim Jong-un y Donald Trump apuestan por el rearme nuclear. Por otro, hay demasiados países que comparten la postura ambivalente del Gobierno alemán, independientemente del hecho de que Alemania no posea armas nucleares. Esa ambivalencia quedó patente en la felicitación de Berlín: "El gobierno alemán apoya la meta de un mundo libre de armas nucleares", dijo una portavoz, que enseguida agregó que el gobierno rechaza el acuerdo de la ONU sobre la prohibición de armas atómicas y defiende el concepto de la disuasión nuclear. Esto es más realismo político que visión política.

La secretaria general de la ICAN, Beatrice Finh, lo formuló de forma mucho más precisa: "¿Es aceptable asesinar a cientos de miles de personas o no? Si no lo es, las armas nucleares deben ser prohibidas", dijo. Los políticos deberían ser juzgados en base a estas palabras – y no solo en base al recuerdo de las víctimas de Hiroshima y Nagasaki. Solo así se podrán evitar futuras víctimas.

Autor: Martin Muno (VT/ELM)