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Opinión: El cortejo de Merkel a Turquía

Marcel Fürstenau9 de febrero de 2016

Ante la crisis de refugiados, la canciller alemana corteja a un país con graves deficiencias democráticas. Esto no es más que una ayuda transitoria y alimenta las dudas acerca de su credibilidad, opina Marcel Fürstenau.

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Imagen: Reuters/U. Bektas

La crisis de refugiados ahora incluso ha pasado a ser un asunto de la OTAN. El lunes (08.02.2016) la canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, plantearon que la Organización del Tratado del Atlántico Norte ayude a combatir a los traficantes de personas en el Mar Egeo, entre Grecia y Turquía. Este miércoles los ministros de Defensa de la OTAN se reunirán en Bruselas. El encuentro también servirá para discutir intensamente la novedosa propuesta en materia de política de refugiados.

Independientemente de la pregunta sobre si le compete a la OTAN ayudar a controlar la migración, la simple propuesta pone de manifiesto una cosa: que Europa no cuenta con un plan conjunto.

Desde 1999 Turquía es un candidato oficial a ingresar a la UE. No obstante, Merkel solo concede al país el estatus de “socio privilegiado”. Durante mucho tiempo, Alemania definió qué significaba eso. Hoy día, las relaciones entre ambos países están cambiando poco a poco.

Erdogan fija el precio

Bajo la influencia del autocrático presidente turco, Tayyip Erdogan, la poderosa Turquía fija cada vez más el precio, tanto a nivel político como financiero. Por ejemplo en el caso de los tres mil millones de euros destinados a los refugiados sirios que viven en Turquía. De cara a la catastrófica situación de los migrantes, el dinero es sumamente importante. Sin embargo, con ese dinero la UE también quiere lavarse las manos y evitar que más refugiados lleguen a Europa.

Y la carga principal recae en Alemania, el país pagará la mayor parte de la factura. Habrá que ver si esto realmente conduce al resultado esperado por Merkel. Si bien la agencia europea de fronteras Frontex está siendo rearmada desde hace tiempo, muchas veces las rutas mortales de los refugiados que cruzan el Mar Mediterráneo y atraviesan los Balcanes siguen siendo permeables. El hecho de que se solicite la ayuda de la OTAN equivale a una confesión por parte de la UE de que no lo logrará por cuenta propia.

Marcel Fürstenau, periodista de DW.
Marcel Fürstenau, periodista de DW.Imagen: DW/S. Eichberg

Una revalorización inmerecida

Merkel insiste en el principio de la esperanza. Es por ello que ha enviado a la organización Technisches Hilfswerk a Turquía, donde los expertos alemanes en catástrofes deberán ayudar a los sirios que huyen de las bombas del régimen de Assad y de los rusos. Seguramente el flujo de migrantes no cesará, lo cual aumentará la presión sobre el país vecino. Como consecuencia, el Gobierno de Ankara pronto probablemente volverá a pedir nuevas ayudas. Sin embargo, cada nueva ayuda concedida equivale a una revalorización política, que el país no se merece.

Turquía está a años luz de garantizar condiciones democráticas, como muestran su beligerante política kurda y la frágil libertad de prensa en el país. Pese a ello, Alemania evita las fuertes críticas.

El hecho de que Merkel corteje a Turquía solo ampliará su margen de maniobra político a corto plazo. Pero a largo plazo no le servirá de nada. Y es que, en lo que toca a la crisis de refugiados, a Alemania le queda un largo camino por recorrer. Seguirán llegando cientos de miles de personas que deberán ser integradas. Si bien el cortejo turco de Merkel es pragmático, no es muy sincero.