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Opinión: Francia, ¡ayuda a este hombre!

Max Hofmann
7 de mayo de 2017

Emmanuel Macron es la persona correcta para este puesto. Tiene lo necesario para sacar a Francia de la crisis y mantenerla firmemente anclada a la UE. Pero esto no garantiza que vaya a tener éxito, opina Max Hofmann.

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Imagen: picture alliance/Wostok Press/MAXPPP/F. Castel

Seguramente no quedará en los libros como el triunfo de Barack Obama en 2008, pero Emmanuel Macron todavía puede escribir páginas gloriosas. Es el primer presidente de Francia de la historia reciente que no pertenece a ninguno de los dos grandes partidos establecidos (socialistas y conservadores). Además, es el más joven. Para sus votantes, este es el momento en que Francia vuelve a ponerse en marcha. Juventud, esperanza, optimismo: todas esas palabras son utilizadas por los seguidores de Macron para describir qué es lo que les atrae del nuevo presidente. ¿Pero está este hombre de 39 años preparado para su tarea? ¿Podrá evitar el desencanto de muchos que ya se vislumbra en el horizonte?

Macron es inteligente. Muy inteligente, dicen quienes lo conocen. En cada etapa de su vida hizo amistad con algunas de las mentes más brillantes de Francia: hombres de negocios, filósofos, políticos. Fue capaz de demostrar una y otra vez que puede forjar alianzas, mediar, encontrar soluciones y conseguir compromisos. Lo hizo como estudiante en los mejores colegios del país, como inversor bancario con Rothschild y como ministro de Economía en el gabinete del saliente presidente François Hollande. Para quienes tienen dudas: miren el último debate entre él y la tóxica Marine Le Pen. Fue más rápido, firme y preparado en todo sentido que su oponente. Pero todo esto puede quedar en nada si no encuentra aliados en el cambiante panorama político galo.

Max Hofmann.
Max Hofmann.Imagen: DW

Navegar por aguas desconocidas

"En Marche!", el movimiento político de Macron, es tan fresco como una flor de primavera, e igualmente frágil. Tanto que no tiene ni un solo asiento en el Parlamento. Esto claramente cambiará el 18 de junio, cuando Francia otra vez enfrente unas elecciones, esta vez para elegir a los representantes de la Asamblea Nacional. Pero seguramente no será suficiente para gobernar tranquilo. Los únicos disponibles para negociar son los grandes poderes del pasado, los mismos que los franceses rechazaron con dureza en estas votaciones: socialistas y conservadores. Y el viejo dinero a veces no le gusta a los nuevos ricos. Macron está navegando en aguas desconocidas, sin duda.

Los partidos establecidos saben que tendrán que colaborar de alguna manera. Si bloquean a Macron en beneficio propio, al final todos perderán. Puede decirse que Francia está dando al viejo orden una última oportunidad con este joven político. Y lo hace porque Macron dejó el gobierno de Hollande hace dos años y tuvo tiempo suficiente para sacarse de encima el estigma de haber estado ahí. Pero si fracasa como lo hizo su predecesor, la mayoría de los votantes podría verse empujado a probar algo completamente nuevo: Marine Le Pen. Así que hay bastante presión sobre los hombros de Macron y sus más que seguros aliados en el Parlamento.

Programa proeuropeo

Las últimas semanas han mostrado que los socialistas están totalmente capturados en un embrollo interno entre sus distintas sensibilidades políticas. Los conservadores, en tanto, escogieron a un candidato como François Fillon, que falló justo en una elección que no podía perder. Ambos partidos tienen enormes facciones de militantes de línea dura que preferirían ver a su país zozobrar antes que hacer compromisos de cualquier tipo. Oh, y por cierto también está Marine Le Pen con su Frente Nacional, que seguramente por primera vez obtendrá un número importante de asientos en el Parlamento. Ellos harán todo lo que esté a su alcance para obstaculizar el trabajo del nuevo presidente.

Para cerrar, algo positivo: Emmanuel Macron ganó con un programa de gobierno decididamente proeuropeo, que favorecía la globalización y la inmigración, y arrasó con honor con todas las ideas populistas de odio y difamación. Esto es, de por sí, un logro. La Unión Europea necesita ayudar a este hombre si quiere sobrevivir. Él podría pasar de ser el presidente elegido porque no había alternativa a ser el mandatario que reinstale como corresponde a Francia en el corazón de Europa. Podría sacar a su país de la crisis permanente en la que está sumido. Podría llevar a la alguna vez orgullosa Francia de vuelta al honor y la autoestima perdida. Pero no será capaz de hacer todo eso solo.