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"Occidente debería acercarse a Rusia"

Nils Naumann / JAG 5 de septiembre de 2013

Las declaraciones de Putin sobre Siria dejan la puerta abierta a un acercamiento con Occidente, un dilema para el presidente ruso, según la experta Sabine Fischer.

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Free Syrian Army fighters launch locally made rockets in Deir al-Zor, August 31, 2013. Picture taken August 31, 2013. REUTERS/ Khalil Ashawi (SYRIA - Tags: POLITICS CIVIL UNREST CONFLICT)
Imagen: Reuters/Khalil Ashawi

El conflicto sirio no está contemplado en la agenda oficial de la cumbre del G20 que comenzará este jueves (05.09.13) en San Petersburgo. El presidente ruso, Vladimir Putin, anfitrión de la cita, se ha mostrado hasta ahora contrario a la intervención contra el régimen sirio. Pero poco antes de la cumbre, parecía dispuesto a cambiar de opinión si existen pruebas convincentes del uso de armas químicas por parte del gobierno de Assad: “Que no sean rumores o informes secretos de teléfonos o conversaciones grabadas”. Si son pruebas claras, “Rusia actuará con decisión”, dijo Putin.

El presidente ruso advirtió además de una intervención sin mandato de la ONU: “Según el derecho internacional, sólo la ONU puede decidir sobre la intervención con armas contra un estado soberano”. Otra cosa sería inaceptable y sólo podría ser interpretada como agresión, argumento que Rusia ha defendido con su poder de veto bloqueando resoluciones del Consejo de Seguridad destinadas a condenar la violencia en Siria.

DW: ¿Se está distanciando Putin de Assad?

Sabine Fischer: En los últimos dos años siempre hubo momentos en los que parecía que el gobierno ruso quería distanciarse del régimen sirio intentando acercar relaciones con los países occidentales. Que Rusia esté dispuesta a negociar es una señal a EE.UU. y sus aliados precisamente en el contexto de la cumbre del G20, donde Obama y Putin se tendrán que ver las caras.

¿Habla en serio Putin cuando dice que podría apoyar un ataque militar?

La declaración de Putin deja muchas puertas abiertas al gobierno ruso. Ha formulado condiciones (pruebas claras de que el régimen sirio haya usado armas químicas) y sólo bajo estas condiciones, Rusia apoyaría la intervención armada. El gobierno ruso está en una situación complicada. Rusia ha apoyado al régimen de Assad en los últimos dos años. Con Siria, tiene intereses en la región pero, por otra parte, Rusia se ha aislado de la comunidad internacional.

En los últimos años, Rusia defendió vehementemente el respeto al derecho internacional. Si es cierto que el régimen sirio ha delinquido con el uso de gas venenoso, el gobierno ruso quedaría relegado a una posición bastante incómoda. Moscú tendría que levantar entonces su apoyo al gobierno sirio y con sus declaraciones, Putin ha abierto la puerta para ello.

¿Qué podría hacer Occidente para Rusia acercase su posición?

Es esencial que Occidente, y sobre todo el presidente estadounidense, utilicen la cumbre del G20 para acercarse a Rusia. Con la decisión de preguntar al congreso, Obama ha conseguido un lapso de tiempo de 10 días para recurrir a la diplomacia. Pero para conseguir la aprobación rusa para la intervención, habrá que presentar más pruebas del uso de armas químicas ante la Comisión, y también probar que fue el régimen de Assad quien lo hizo.

¿Cuán importante es Siria para Rusia?

Rusia es socio comercial de Siria. Como proveedor de armamento y como defensor en el foro internacional. Al mismo tiempo ha quedado claro que con esta guerra el régimen sirio persigue sus propios intereses y que no tomará en cuenta la posición rusa en relación al empleo de armas químicas. Rusia no controla este régimen. Por lo tanto, las acciones del régimen de Assad podrían colocar a Rusia en una difícil posición.

Si contamos con que Rusia retira el apoyo a Siria… ¿Significaría el fin del régimen de Assad?

No creo que un cambio en la actitud de Rusia provoque el fin de la guerra. El régimen está contra la pared y lucha por sobrevivir. Hay una dinámica propia que escapa a la influencia de Rusia.

Sabine Fischer dirige el grupo de investigación Europa del Este en la Fundación Ciencia Política en Berlín