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Medio Oriente: riesgo de “fitna” sunita-chiita

4 de enero de 2016

Conocedores del Medio Oriente temen que la ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr en Arabia Saudita y las reacciones a ese suceso terminen dando pie a una “fitna”, una suerte de guerra civil entre musulmanes.

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En la imagen, los emisarios de los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) Pérsico. (Archivo)
En la imagen, los emisarios de los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) Pérsico. (Archivo)Imagen: Fayez Nureldine/AFP/Getty Images

La ejecución del clérigo chií Nimr Baqir al Nimr el pasado 2 de enero, ordenada por las autoridades de Arabia Saudita, un país de mayoría suní, y la consecuente destrucción de la embajada saudí en Irán, de mayoría chií, han suscitado el peligro de una “fitna”, una suerte de guerra civil entre musulmanes. Durante los dos días siguientes, Riad ha reaccionado rompiendo sus relaciones diplomáticas con Teherán, primero, y prohibiendo el tráfico aéreo y el intercambio comercial entre las dos naciones, después.

El ministro de Exteriores saudí, Adel al-Jubeir, informó que sus compatriotas tienen prohibido viajar a Irán; pero que los peregrinos persas seguirían siendo bienvenidos en los lugares sagrados de La Meca y Medina, ubicados en Arabia Saudita. Las fricciones entre ambos Estados han obligado a otros países de la región a tomar posición y dejar claras sus lealtades. Así, tanto Baréin como Sudán se han apresurado a seguir el ejemplo de Riad, rompiendo sus respectivos nexos diplomáticos con Irán.

Está por verse qué consecuencias tendrán estos enfrentamientos en la política interior de los países de la región, donde la proporción de sunitas y chiitas en las posiciones de poder es bastante desigual. Como muestra, un botón: desde febrero de 2011, Baréin es escenario de manifestaciones a favor de reformas democráticas lideradas por la mayoría chiita frente a la monarquía suní gobernante. Y Sudán es aliado de Riad en la coalición que bombardea posiciones del grupo rebelde chií de los hutíes en el Yemen.

Por otra parte, los Emiratos Árabes Unidos anunciaron que disminuirían su representación en Irán, retirando a su embajador en Teherán, Saada Seif al Zaadi, y limitando su presencia a un encargado de negocios. Y el Senado de Jordania instó a Irán a “abstenerse de interferir en los asuntos internos” de los Estados miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) Pérsico. “Irán debe respetar la soberanía y la independencia de los Estados árabes del Golfo”, señaló la Cámara en un comunicado.

El vicepresidente primero iraní, Eshaq Yahanguirí, reaccionó a la ruptura de relaciones por parte de Riad aconsejándole a los dirigentes saudíes que dejaran de tomar decisiones “apresuradas”. A juicio de Yahanguirí, será Arabia Saudita y no Irán el que saldrá perdiendo a raíz de esa medida. Este 4 de enero, Rusia se mostró dispuesta a mediar en la crisis y el Gobierno alemán llamó a las partes en discordia a dialogar, recordándoles que conflictos como los de Siria o Yemen “no pueden solucionarse sin que el poder regional suní de Arabia Saudí y el chií de Irán colaboren”.

ERC ( EFE / dpa / Reuters )