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Los porqués de la ira

Mirra Banchón 7 de febrero de 2006

El mundo musulmán responde violentamente a la ofensa por las caricaturas de Mahoma. Muchos cuestionamientos surgen de esta polémica; entre ellos: ¿se trata de todo el mundo musulmán? ¿El móvil es esa ofensa?

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Un musulmán indonés frente a la embajada danesa en YakartaImagen: AP


El alud desencadenado por la polémica de las caricaturas de Mahoma sigue creciendo. Embajadas quemadas y algunas víctimas mortales son los últimos y más tristes resultados. Del debate acerca de los límites de la libertad de expresión se pasa al del respeto por las creencias religiosas; de la medida de la ira musulmana se traslada la discusión a la manipulación mediática y política del asunto; del "choque de civilizaciones", a la posibilidad de integración de musulmanes en el mundo occidental. Y de la exportación o imposición de valores europeos occidentales, a la consolidación del poder y las fuentes de energía.

Más que la causa un detonador

"Es como si hubiesen estado esperando un pretexto, y las caricaturas se lo han dado. Aparte de que los cristianos tampoco se sentirían a gusto si ridiculizaran a Jesucristo, el asunto de las caricaturas no justifica el teatro que han montado", comentaba a DW-WORLD un profesional informático de origen iraní residente en Alemania desde su adolescencia. Otros, consultados por el prestigioso Die Zeit, coinciden en que sobre Mahoma no se bromea y que el asunto representa una ofensa para los musulmanes que no se sienten respetados. Pero ello, en la opinión de la mayoría de encuestados del barrio de inmigrantes berlinés Neukölln, no justifica actos de violencia.

La internacionalización de la ofensa

"Nadie puede aseverar seriamente que en Beirut, Somalia, Gaza o Teherán que lo que sale a flote es sólo la ira y la frustración provocada por las caricaturas danesas de Mahoma. El que la protesta surja meses después de la publicación de las caricaturas es bastante elocuente. Pues si la indignación es verdadera aflora espontáneamente, de lo contrario es resultado del cálculo político", afirma Peter Phillipp, analista de DW-RADIO.

Autoridades religiosas musulmanas, como el imán Abú Labán, y diplomáticos de los países del mundo islámico en Dinamarca pidieron en un principio explicaciones al gobierno danés por la publicación de los dibujos ofensivos; luego, al chocar contra la inamovible respuesta del respeto a la libertad de prensa por sobre todo y la separación de poderes, buscaron el apoyo de la Conferencia Islámica. A la vez, según detalla el diario El País, el imán Labán no escatimó esfuerzos para internacionalizar el asunto para que Dinamarca se diera cuenta de que se trataba de un insulto a los musulmanes de todo el mundo. Así se explica el abismo temporal entre la primera aparición de las caricaturas en el diario danés y el brote de manifestaciones iracundas. La reproducción de otros diarios europeos de las malhadadas caricaturas fue la gota que rebosó el vaso. O, ¿el pretexto que se esperaba para hacer extensiva la protesta, la manifestación de la cólera y los actos de violencia contra otros países europeos?

Es decir, si bien la ofensa al credo de una gran parte de la población es innegable, la instrumentalización de ésta con fines políticos -internos y externos- es evidente. Así, la reciente convocatoria iraní a un concurso de caricaturas sobre el Holocausto para poner a prueba la tan mentada tolerancia europea, se puede entender como una clara provocación del gobierno iraní a los gobiernos europeos, que se oponen a sus planes atómicos.