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Los guerreros de la hortaliza

30 de julio de 2013

Reciclando, cultivando alimentos y renunciando al consumo: los ecologistas de Witzenhausen quieren poder prescindir un día de combustibles fósiles, tener una economía sustentable y preservar el planeta para los nietos.

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Imagen: DW / Grit Hofmann

El batido de frutas, smoothie, se prepara mezclando frutas frescas, lechuga y frutas provenientes del basurero de la feria de productos orgánicos. ¿Consumir frutas del basurero? A nadie del grupo reunido parece incomodarle la idea. Estamos ante un muy heterogéneo grupo de hombres y mujeres, vestidos con vaqueros azules y camisetas de lino, que se encuentra reunido alrededor de una colorida manta y disfruta de un picnic.

Hans Spinn de 57 años lleva puestos una camiseta amarilla sin mangas y unos pantalones cortos de color negro. Spinn dobla un gran trozo de cartón con una lámina pegada de color plateado. Luego lo coloca en una cesta para que se forme un embudo. Finalmente, coloca en el orificio un tarro de color negro para conservas. "En dos horas, las papas estarán cocidas, sin electricidad, incluso en invierno. Los asirios ya usaban un hornillo solar parecido a este”, explica sin rodeos.
Spinn y los otros veinte activistas han convertido a la pequeña ciudad Witzenhausen en una "ciudad en transición". El movimiento fue fundado en el Reino Unido en 2004 y hoy en día está presente en treinta países. Sus partidarios se han propuesto prescindir de los combustibles fósiles y están convencidos de que las emisiones de dióxido de carbon son extremadamente altas. Asimismo, consideran que se desperdicia recursos y energía en demasía.

Witzenhausen – Hans Spinn baut einen Solarkocher
Hans Spinn arma un hornillo solar.Imagen: DW / Grit Hofmann

La menta crece en pelotas de baloncesto y los cebollinos en la canaleta

Witzenhausen tiene solamente 15.000 habitantes, de los cuales aproximadamente 1.000 son universitarios que estudian la carrera de "agronomía ecológica" en un departamento externo de la Universidad de Kassel. Pero hoy en el picnic no solo se han reunido jóvenes idealistas, también están presentes jubilados que muy bien podrían quedarse en sus casas recostados cómodamente en la silla de su jardín y sin hacer nada. Durante años, Hans Spinn participó en las protestas contra las plantas nucleares y el transporte de residuos nucleares. Stefan Wollner de 62 años fue parte del movimiento por la paz en Europa. En la década de los 80 tomó parte en las manifestaciones contra los misiles y el armamentismo. Ahora, los dos amigos se describen como activistas ecológicos por las ciudades en transición.

En 2010, Hans Spinn trajo la idea a Witzenhausen y su obra se puede ver hoy por todas partes, especialmente en el centro de la ciudad. Mientras estamos allí, Spinn desaparece del picnic brevemente en una calle lateral y regresa con una regadera amarilla. "De nuevo dejaron que casi se sequen los tomates", murmura un pequeño reproche hacia sus colegas. Los tomates crecen en macetas y Spinn apunta hacia un cartel de color rosa que cuelga sobre una planta: "UnvergEssbar", juego de palabras que fue idea suya y combina las palabras inolvidable y comestible. Los carteles como este están repartidos por toda la ciudad y cuelgan de macetas de hierbas aromáticas, frutas, verduras en los pequeños huertos públicos, maceteros delante de los kioskos y en la plaza. En algunos casos, los arbustos de menta crecen incluso en pelotas de baloncesto cortadas y los cebollines brotan en bolsas de café vacías que cuelgan de las canaletas. "Todos pueden sacar lo que quieran”, dice Spinn.

"Yo no quiero vivir como un parásito"

Witzenhausen – Pflanzen zum Benutzen
Los ecologistas han plantado pequeños jardines y huertos por toda la ciudad. Recoger y comer las frutas está absolutamente permitido.Imagen: DW / Grit Hofmann

¿Minihuertos comunitarios para salvar el mundo? "Son solo el mascarón de proa. Nuestro objetivo principal es alcanzar una mejor capacidad de resistencia", dicen los activistas. Para ello, la humanidad tiene que cambiar sus hábitos y prepararse para una era sin petróleo. Los activistas piden que se renuncie al consumo excesivo, que se recicle y se fortalezca la actividad económica local. Por su parte, Svadesha dice que el criterio principal es "Vivir preservando el planeta para los nietos". Este hombre esbelto, de pequeña estatura y que lleva una barba se llama en realidad Rüdiger Urbano y tiene 73 años.

Un hombre joven a su lado, que podría ser el nieto de Svadesha, lo escucha atentamente y asiente con la cabeza. Farid Melko de 27 años es algo así como el rostro del movimiento ecológico de Witzenhausen. Melko es quien diseñó el sitio web, propaga las ideas a través de Facebook, da entrevistas y concertó una cita de filmación con una importante cadena de televisión. "Yo no quiero vivir como un parásito. Me pregunto cuál es nuestro legado para las siguientes generaciones aparte de los desechos radiactivos", dice justo antes de montarse en su bicicleta y partir hacia otra cita, la renegociación del contrato de alquiler para el local del grupo: 30 metros cuadrados en plena zona peatonal. Si el alquiler se incrementara, el grupo no podría mantener el local. Eso sería un revés para ellos, ya que el local sirve para presentar la iniciativa, además, allí se invitan a los residentes de la pequeña ciudad a participar en diferentes eventos y ver películas. El local ayuda a dar a conocer al movimiento.

Witzenhausen – Generationen
Svadesha y Farid son dos ecologistas de diferentes generaciones.Imagen: DW / Grit Hofmann
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El objetivo es que tanto la ciudad como sus residentes cambien su estilo de vida hacia la sustentabilidad.Imagen: DW / Grit Hofmann

Entre simpatía y reservas

Quien pregunte a la gente sobre lo que piensan sobre los ecologistas, dará con mucha simpatía pero también con reservas. "¡Ah, esos con sus maceteros! Me parece que todo parece más bien un revoltijo”, dice la vendedora en una tienda de juguetes y suvenires. "Y este tipo, Hans el chiflete, es un poco despistado. Yo no paro ni me dejo sermonear por él”, (hace un juego de palabras con el apellido Spinn que se asemeja a la palabra spinnen y significa hilar o tener ideas extravagantes). No lo dice en un tono de maldad pero sí de escepticismo. Por su parte, el archivero de la tienda de enfrente dice, "A mí me parece todo muy exagerado y lejos de la realidad. Pero si me gusta que haga que nuestra ciudad sea famosa".

Witzenhausen es una de las ocho “ciudades en transición” oficiales en Alemania. La alcaldesa, Angela Fischer, se siente un poco orgullosa por ello, pero para ella, la verdadera joya de la ciudad es la universidad con sus estudiantes de todo el mundo. "Witzenhausen es más que una ciudad de transición. Sin duda, es un tema fascinante pero no estoy realmente segura si eso atrae a los inversionistas". Y la ciudad los necesita más que a los canales de televisión y los artículos en la prensa ya que la municipalidad está extremadamente endeudada. Angela Fischer explica que la alcaldía no puede pagar muchas de las cosas que los residentes desearían tener. Menos un subsidio de alquiler para un local de 20 ecologistas. Ella se preocupa por la supervivencia de hoy en vez de los cambios para el mañana.

Spinn se presentó como candidato en las últimas elecciones municipales y recibió un siete por ciento de los votos, sin hacer ninguna campaña. Chiflete ecologista o no, él ve confirmada su opinión, "veo pues que cada vez más y más personas se adhieren y siguen hilando ideas".

Autora: Grit Hofmann / CS
Editor: Pablo Kummetz

Witzenhausen
Witzenhausen es oficialmente una de las ocho “ciudades en transición” en Alemania.Imagen: DW / Grit Hofmann
Witzenhausen – Im Laden
Hace tres meses, los ecologistas abrieron un local en el centro de la ciudad, el cual hace más visible a la iniciativa y ofrece un servicio de información.Imagen: DW / Grit Hofmann