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Los fugitivos: Diego y Rafinha desafían a sus clubes

Daniel Martínez23 de julio de 2008

Los futbolistas brasileros Diego y Rafinha desafiaron a sus clubes alemanes y sin autorización se marcharon a jugar los Juegos Olímpicos con la selección de su país. El caso está en manos de la Corte Arbitral del Deporte

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Diego abandona al Bremen y se marcha a Pekín.Imagen: picture-alliance / dpa

El primero en rebelarse fue Rafinha, defensor lateral del Schalke 04, quien el lunes abordó un avión rumbo a París para sumarse a la selección olímpica brasilera, mientras sus compañeros de club emprendían otro viaje, éste con destino a Austria, a concentrarse para preparar la próxima temporada de la Bundesliga.

El volante creativo del Werder Bremen, Diego, se marchó al día siguiente. Tras haber atendido el compromiso de la toma oficial de la foto de su equipo alemán para la presente temporada, y de haberse reunido hora y media con los directivos del club a discutir el tema Juegos Olímpicos, Diego empacó su maleta y dijo lacónicamente: “me voy para Pekín”.

Larga puja

El conflicto entre Bremen y Diego, y Schalke y Rafinha, en torno a su participación en las olimpiadas no es nuevo: con el medio campista su club conversó en varias ocasiones e incluso consiguió que éste, tras ser nominado por parte del entrenador nacional de Brasil, Dunga, anunciara públicamente la semana pasada que no viajaría a China.

Rafinha - Schalke 04
Rafinha, vestido con la camiseta del Schalke.Imagen: AP

Su renuncia a las olimpiadas, sin embargo, no fue ni definitiva ni de corazón, y por ello buscó ayer una vez más el acercamiento a la directiva del Bremen y ante la ausencia de consenso optó por el desafío, algo que también vale para Rafinha, quien no encontró en el Schalke una pareja dispuesta al diálogo: el club alemán se limitó a comunicarle al jugador su veto, y el jugador respondió con hechos.

La puja ya no es sólo entre los futbolistas y sus empleadores alemanes, ahora es materia de debate jurídico internacional, sobre el cual Corte Arbitral del Deporte (CAS) tendrá que decidir y, aún más importante, un pulso entre dos poderosos: por un lado el fútbol alemán a nivel de clubes, representado por el DFL con su gran poder económico, y por el otro la Confederación Brasilera de Fútbol (CBF), con su inmenso influjo en el mercado internacional y su enorme fuerza política en cabeza de su presidente y sucesor no oficial de Joseph Blatter en la FIFA, Ricardo Teixeira.

¿Por qué semejante rollo?

Fußball, Dunga, neuer Trainer der brasilianischen Nationalmannschaft
Dunga entrena al combinado brasileño que viaja a Pekín, y a la selección nacional.Imagen: AP

Al momento de señalar a los responsables de este conflicto el primero que aparece en la lista de sospechosos es la FIFA por no vertido suficiente claridad sobre la existencia o no de una obligación de los clubes de ceder a sus jugadores a las selecciones nacionales para disputar los Juegos Olímpicos.

La Confederación Brasilera de Fútbol es otro de los protagonistas, por un lado movido por su objetivo de alcanzar el único trofeo que falta en su colección, la medalla de oro en unas olimpiadas, y por el otro con su sutil lobby detrás de bambalinas, tanto en la FIFA como directamente con los jugadores.

Estos, Diego y Rafinha, también tienen su propia agenda. El orgullo nacional de representar a su país en una competición de semejante importancia como los Juegos Olímpicos ciertamente es primera en la lista de motivos para la fuga, pero hay otros.

Trampolín olímpico

Diego aspira desde hace algún tiempo a hacerse a la posición de conductor del medio campo del Brasil, a convertirse en el jugador referencia que hoy es Kaká. Hace un año en Venezuela, durante la Copa América, fracasó en el intento. China es su segunda y quizás última oportunidad de hacer realidad ese sueño.

Algo similar acontece con Rafinha quien con impaciencia ha esperado ser convocado a la selección de mayores con mayor frecuencia a la actual. Ser parte del grupo de jugadores base del Brasil es su propósito y las olimpiadas son una especie de trampolín para llegar allí, especialmente teniendo en cuenta que el técnico del equipo nacional A es el mismo que el equipo que compite en Pekín, Dunga.

Válido para ambos es que ser miembro de la selección del Brasil es la mejor plataforma publicitaria para cualquier futbolista del mundo. Quienes visten el uniforme amarillo y verde casi pueden escoger en qué equipo y en qué liga desean jugar, y tanto Diego como Rafinha le apuntan en el futuro al fútbol español o inglés.