Licencia para hechizar: el fenómeno de James Bond bajo la lupa

Para un fanático de James Bond no hay nada mejor que ir al cine y sentarse cómodamente en la butaca con una bolsa de palomitas de maíz a ver la última aventura de su admirado héroe. A pocos o a ninguno de ellos se les ocurriría analizar el por qué de la conducta del agente 007, los motivos de sus cambiantes relaciones con el sexo femenino o su frialdad al deshacerse de sus enemigos.

Las actitudes de su héroe no se cuestionan. Se viven por identificación pura proyectando los propios deseos de llegar a ser un hombre como lo es su ícono: frío y seguro de sí mismo, como el primer James Bond que encarnó Sean Connery, o como el de Roger Moore. O un poco más tierno con las mujeres, como el que llevó a la pantalla grande Pierce Brosnan. O el algo confundido y emocionalmente inestable Daniel Craig, un Bond de la era global.

Pero un fenómeno cultural que fascina a tantos y ocupa tantas horas de celuloide no podía escapar al análisis como fenómeno cultural. La figura de James Bond está siendo estudiada en un congreso de la Universidad del Sarre, en el suroeste alemán. “Los aspectos culturales de James Bond” se llama el congreso internacional en el que varios investigadores de EE.UU., Gran Bretaña y los Países Bajos se dedican desde el viernes pasado a desentrañar el misterio que convierte al espía más famoso en el “Mito James Bond”.

Figura global de culto

Desde 1962 se filmaron 22 películas de James Bond, y, desde entonces, su rol cambia y se adapta a los tiempos, y también a las necesidades y deseos de su audiencia. Aunque su rostro no sea siempre el mismo, no ha dejado nunca de ser el ídolo por excelencia de un público masculino adepto a las películas de agentes secretos a causa de sus dotes de héroe y conquistador. Aunque también es admirado por un cierto público femenino atraído por la figura típica del “macho” o del hombre con un nivel alto de testosterona, a la búsqueda de situaciones riesgosas y con problemas para formar pareja estable. El chico malo que busca toda buena chica.

Basado en las novelas del británico Ian Fleming, el personaje del Agente 007 siempre ha logrado reinventarse a sí mismo. A lo largo de la historia del cine no hay un personaje que haya atravesado diferentes épocas transformándose constantemente, pero sin perder su esencia. Comenzó siendo el agente secreto de la Guerra Fría, con un perfil claro y definido, conocedor del bien y del mal, en un mundo en el que los malos eran los comunistas. Y pasó a ser quien es ahora, un Bond globalizado, que no tiene las cosas tan claras y en cuyas decisiones los límites se difuminan. ¿Cómo modificaron el carácter de James Bond los atentados del 11 de septiembre? ¿De qué manera se desarrolló su masculinidad? ¿Es James Bond inmortal? Todo esto pretenden dilucidar los 90 estudiosos en el mencionado congreso.

¿Promiscuo, niño eterno, asesino a sueldo o héroe solitario?

En su argumento, las películas de Bond tratan siempre temas reales, como son los intereses de poder de las potencias mundiales. Esto las hace objeto de diversos estudios. En su libro “Licencia para emocionar: una historia cultural de los films de James Bond” (A Licence To Thrill: A Cultural History of the James Bond Films”), publicado en 1999, el investigador de cine británico James Chapman, de la Universidad de Leicester, ilumina los diversos aspectos del personaje, también los ideológicos. Chapman es uno de los invitados más célebres del congreso internacional sobre el Agente 007.

Durante el congreso se barajan diversas hipótesis alrededor del mito. ¿Es James Bond el producto de un trauma infantil nunca superado? Esto se pregunta, por ejemplo, Abigail De Kosnik, del Berkeley Center (EE.UU.). Esto explicaría su incapacidad para mantener relaciones estables con el sexo opuesto. Si sólo el Imperio Británico merece su lealtad, podría estar remplazando sus vínculos familiares por sus vínculos con su Majestad.

Otra tesis pone en tela de juicio la bonhomía de Bond. “¿Es James Bond un asesino serial?”, pregunta Anthony Metievier, de la Universidad del Sarre. Y algunos ven en el último Bond de Daniel Craig un 007 psicológicamente más complejo. Barbara Korte, de la Universidad de Freiburg piensa que en “Un mínimo de consuelo” (“Quantum of Solace”), James Bond se escapa del molde típico y aparece desilusionado y triste, un héroe herido, héroe de su tiempo.

También la emancipación de las “chicas Bond” ocupa a los especialistas. Pero podría decirse que hay cosas que nunca cambiarán en las películas de Bond: las mujeres bellas, los autos veloces y a prueba de todo, y el Martini. Y la sensación de que James Bond es siempre un inglés que es extranjero en cualquier rincón del mundo. El interés que provoca la figura del agente secreto es motivo demás para afirmar que 007 nunca muere, sólo se transforma.

Autora: Cristina Papaleo/dpa/ap

Editora: Claudia Herrera Pahl