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La singular vida sexual de las plantas

Jeniffer Collins (AR/PK)11 de agosto de 2015

De las 300.000 especies de plantas comestibles del mundo solo comemos alrededor de 200. Algunos dicen que esto se debe a que muchas especies son venenosas. El botánico John Warren no lo cree.

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Imagen: Colourbox

DW: ¿Cómo le surgió la idea para este libro?

John Warren: La idea original se me ocurrió hace bastante tiempo. Me interesan las plantas útiles para el cultivo desde hace ya mucho y he pasado la mayor parte de mi vida trabajando la parte agrícola de la ecología vegetal. Siempre he sabido que hay muchas buenas historias relacionadas con estas plantas a la espera de ser contadas.

Tan pronto comencé a pensar en la conexión entre estas historias, me surgió una duda: ¿Por qué tan solo comemos algunas pocas especies de plantas? Jared Diamond (un científico estadounidense, conocido por sus libros de divulgación científica) ya se había hecho esta pregunta anteriormente. Él afirma que básicamente cultivamos todo lo que es posible y no comemos tantas cosas diferentes porque son tóxicas. Yo no lo creo. La razón por la que no comemos muchas especies, es debido a su vida sexual.

¿A qué se refiere?

La gran mayoría de las plantas contienen toxinas, unas sustancias tóxicas. Asimismo, la mayor parte de las plantas con flor tienen una bioquímica complicada, que en algún momento evolucionó para impedir que algunos animales las comieran. De tal forma que son todas venenosas. En algunos casos las hemos cultivado, de forma que han desparecido las toxinas o tenemos enzimas para digerirlas. Pero muchas de ellas todavía son tóxicas, y algunas toxinas son en realidad lo que hace que la planta sea atractiva para nosotros. El ardor que se siente al comer un chili, por ejemplo, se debe a una sustancia irritante, que precisamente es el motivo por el que la gente come chili picante. Las plantas han desarrollado estas sustancias como defensa para evitar ser consumidas por algunos animales. No obstante, esto no impide que las personas las consuman con gusto, como también es el caso de la cafeína.

John Warren
John Warren es profesor en la Facultad de Botánica de la Universidad de Aberysthwyth.Imagen: Natasha de Vere/National Botanic Garden of Wales

Las orquídeas son la especie de plantas más apropiadas para contar la historia. Existen alrededor de 20.000 especies de orquídeas y deberían servir para el cultivo porque los bulbos están llenos de almidón y se pueden comer. Los tubérculos eran el aperitivo de calle más popular en el Londres medieval y eran cocinados para obtener del mismo una bebida llamada salep. El motivo por el cual son pésimas para el cultivo, no es porque sean venenosas o no comestibles, sino porque son los pervertidos sexuales del reino vegetal.

Tomemos, por ejemplo, las orquídeas, cuyas flores imitan a las abejas hembra para atraer a los machos para su polinización. Estas plantas no son adecuadas para el cultivo en una granja a gran escala porque no habría suficientes abejas macho.

Rote Chilischoten
El ají contiene capsaicina, una sustancia irritante que utiliza la planta como defensa para evitar ser consumida por los mamíferos. Sin embargo, el ser humano aprecia este sabor picante.Imagen: Colourbox

La vainilla es una excepción. La vainilla es la única orquídea que se ha comercializado como planta comestible. Esta especie es polinizada a mano. Vale la pena polinizar una orquídea de vainilla de forma manual, ya que cada vaina de vainilla tiene un valor de tres a cuatro libras. La polinización manual es una opción cuando se trata de una cosecha verdaderamente valiosa, pero no se puede polinizar un campo de trigo o una plantación de cerezos a mano. Es por eso que no es rentable cultivar plantas con una reproducción muy costosa.


Los nueve cultivos más importantes son el maíz, el trigo, el arroz, la patata, la yuca, la soja, el sorgo, el boniato y el plátano macho. La mayoría de ellos son polinizados por el viento, o son tubérculos, que no requieren de la polinización por insectos. Los plátanos macho no tienen semillas y la soja se poliniza a sí misma, por lo que no depende del viento.

¿Existen plantas que hayamos cultivado y comido en el pasado, pero que por alguna razón no comamos ahora?

Hay toda una serie de plantas que han sido cultivadas por épocas, por ejemplo, una gran parte de los frutos rojos, como las fresas, las moras y las grosellas. Hay otras plantas que hemos comido en tiempos de hambruna, como las ortigas. Estas plantas han sido cultivos importantes y algunos tipos no pican y son utilizados para elaborar un material similar al lino.


A veces es una cuestión de moda. Pero también hay ejemplos como la planta Alexander, que fue introducida por los romanos en Gran Bretaña. Crece durante los primeros meses del año y se parece un poco al apio, pero tiene un sabor más fuerte. En tiempos pasados, sin congeladores ni transporte moderno, hubiéramos apreciado mucho esta verdura temprana para sobrevivir al duro invierno.

Bienen Ragwurz
La orquídea abeja se asemeja a las abejas hembra para atraer a las abejas macho para su polinización.Imagen: picture-alliance/dpa/R. Hunold

Hoy en día, tenemos la posibilidad de transportar verduras por todo el mundo y de conservar alimentos en el congelador. De tal forma que hemos perdido de vista algunas clases de verduras, cuyo cultivo se da fuera de la época habitual de cosecha, bien porque tienen un sabor más fuerte o son más difíciles de cultivar.


¿Cómo pueden conciliarse la diversidad y la seguridad alimentaria?

El libro sostiene que muchas de las plantas que hemos cultivado, son específicas de entornos marítimos muy fértiles, que son altamente dependientes de nutrientes. Si queremos fomentar una economía más sostenible, en cuanto a los recursos del planeta, deberíamos buscar plantas que no requieran tantos nutrientes. Además, tendríamos que cultivar más especies. Si queremos aumentar los beneficios, deberíamos cultivar diversas mezclas de plantas en lugar de monocultivos. Eso no solo sería bueno para el medio ambiente, sino también para la gestión de plagas y enfermedades.

John Warren es profesor de botánica en la Universidad de Aberystwyth y autor de “The Nature of Crops: How we came to eat the plants we do", "La Naturaleza de los cultivos: ¿cómo llegamos a comer las plantas que comemos".