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La intelectualidad latinoamericana contra el crimen de Ayotzinapa

Amir Valle (CHP)9 de diciembre de 2014

La edición de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2014 mira hacia las propias entrañas de México y pide que las desapariciones de normalistas sean el principio del fin al reino de la violencia en el país.

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Imagen: Getty Images/AFP/H. Guerrero

El espíritu de rebeldía de la intelectualidad y público que asistió a la más importante feria del libro de América Latina comenzó con la marcha que protagonizaran el primer día los escritores mexicanos Juan Villoro y Paco Ignacio Taibo II; con una declaración de la delegación argentina, país invitado de honor, exigiendo una real lucha contra la criminalidad y continuó con protestas en los pasillos del recinto ferial y marchas organizadas por estudiantes, entre ellas un Flashmob montado por 43 jóvenes vestidos de blanco, con carteles que rezaban “Podría haber sido yo".

Ello ocurría cuando el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, lanzó un programa que promete liberar a México de la criminalidad, la corrupción y la impunidad, y construir un verdadero Estado de Derecho, y cuando la ONU responsabiliza al Estado mexicano con la desaparición de los 43 normalistas y critica que hasta el momento el gobierno no haya aceptado la competencia del Comité de Naciones Unidas para desaparición forzada.

En la Feria del Libro, mientras tanto, se debatía en los stands, pasillos y salas sobre el papel de la intelectualidad mexicana contra la violencia nacional y la narco-política.

Todos están implicados

Algunas opiniones apuntan a que la intelectualidad mexicana no podrá asumir un verdadero protagonismo pues, además de estar implicados como muchos otros sectores de la ciudadanía en la corrupción social predominante, la estructura del poder cultural en el país está históricamente configurada para controlarlos a través de formas de corrupción típicas en ese sector. Esta opinión es compartida por el prestigioso escritor chileno Luis Sepúlveda cuando dice para Deutsche Welle que “lo de México supera todo el horror conocido en América Latina, por la brutalidad atroz de los asesinatos, por la evidente complicidad de autoridades con los narcotraficantes, por la absoluta indefensión en que se encuentran los pobres de México, con un Estado que, o no sabe qué hacer, o renunció a hacer algo. En cuanto a los intelectuales, que bien poco servimos en estos casos, supongo que deberíamos exigir del Estado mexicano medidas comprobables para terminar con la corrupción, pero hablamos de México, y es conocida la capacidad del sistema mexicano para comprar intelectuales, con becas, cargos diplomáticos, viajes, becas. Dudo que, fuera de los tres o cuatro incombustibles que conozco, otros se atrevan a alzar la voz y denunciar la debilidad del Estado, o su complicidad”.

Aspecto de la Feria del Libro de Guadalajara, México.
Aspecto de la Feria del Libro de Guadalajara, México.Imagen: Getty Images/AFP/H. Guerrero

Sin embargo, el reconocido escritor mexicano Juan Villoro cree necesario buscar las raíces nacionales del mal para combatirlo: “Esto viene desde muy lejos, tiene raíces muy objetivas y es algo que se podía haber evitado. Hay que recordar que Lucio Cabañas, el líder guerrillero de los años 60, fue maestro normalista, al igual que Genaro Vázquez. El descontento organizado en Guerrero ha surgido precisamente de los maestros normalistas y la Normal de Ayotzinapa ha sido un centro neurálgico al respecto. Uno de los líderes estudiantiles fue Lucio Cabañas, él trató de fundar el Partido de los Pobres, del mismo modo en que Genaro Vázquez fundó la Asociación Cívica. Tanto el Partido de los Pobres como la Asociación Cívica, que eran movimientos pacíficos y legales, que buscaron combatir la injusticia en el Estado de Guerrero, enfrentaron la intolerancia de las autoridades. Todo esto lo podemos ver en libros cruciales, como el de Laura Castellanos “México Armado” o el de Luis Hernández Navarro “Hermanos en armas”. Tenemos un Estado donde hay caciques locales, gobiernos extraordinariamente corruptos que han reprimido una y otra vez las demandas populares. Hay que tomar en cuenta que todos los movimientos armados de Guerrero, que han sido muchos, han ocurrido después de masacres: la masacre de Iguala en 1962, la de Atoyac en 1967, la de Aguas Blancas en el 95; la primera da lugar a Genaro Vázquez, la segunda a Lucio Cabañas, la tercera al EPR. Ahora tenemos una nueva masacre que no sabemos adónde conducirá”.

Abolir las leyes de la impunidad

La novelista argentina Elsa Osorio, una de las invitadas de honor a la Feria, apuesta por la unidad de la sociedad mexicana y dice a DW: “Los ojos del mundo están puestos en esa horrible matanza y esto puede ayudar a comenzar a poner límites. En la Argentina no fueron los intelectuales sino la lucha de años de organismos y gente suelta quienes lograron abolir las leyes de la impunidad, juzgar a los responsables. Colaboró la mirada internacional a partir de la detención de Pinochet en Londres que difundió las crueldades de las dictaduras del cono sur. No fueron los intelectuales ni los políticos, pero lo estamos logrando, llevó mucho tiempo, muchos pasos”.

Otro prestigioso nombre de las letras mexicanas, Paco Ignacio Taibo II comentó que “Hay un nivel de hartazgo que ha generado todo el proyecto neoliberal que nos cayó encima a lo largo de estos dos años, junto con la tensión enorme que produce que los muchachos hayan desaparecido. Esto ha combinado en el único espacio posible: la profunda desconfianza que cada vez más mexicanos tienen contra el gobierno federal, sus instituciones, esta sensación de que los culpables están ahí desde hace un buen tiempo y sólo no resuelven, sino que ensucian más”.

Aunque, en medio de estas opiniones encontradas existe un consenso sobre la necesidad imperiosa de poner fin a la creciente criminalidad y exigir a Peña Nieto medidas efectivas para eliminar el problema, en el sector intelectual mexicano se evidencia el miedo sembrado por las miles de muertes y las más de 22 mil desapariciones resultado de la violencia de todos estos años; la desilusión de quienes no creen que exista una salida al caos actual y por suerte, cada vez en número más creciente, el valor de quienes plantan cara al narco-poder, la corrupción y la impunidad.