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La hipócrita política monetaria de Draghi

Rolf Wenkel
9 de diciembre de 2016

Es hipócrita financiar a los países endeudados de la zona euro a través de la compra de empréstitos millonarios y, al mismo tiempo, exigirles reformas a los gobiernos afectados, opina Rolf Wenkel.

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Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo.
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo. Imagen: Reuters/R. Orlowski

El consejo del Banco Central Europeo (BCE) prolongó el programa de compra de empréstitos estatales y empresariales por nueve meses. La impresora de dinero seguirá trabajando hasta finales de 2017, pero, eso sí, con menor velocidad. A partir de abril, Mario Draghi, el jefe del BCE, ya no quiere inyectar 80 mil millones de euros al mes a la eurozona, sino solo 60 mil millones.

Sin embargo, el BCE no podrá seguir así para siempre. Por un lado, poco a poco se están acabando los bonos aptos para un banco central, por lo que cada vez tiene que rebajar más sus pretensiones en cuanto a solvencia y seriedad de los valores. Por otro, el BCE está perdiendo el argumento más importante para su política de exceso de dinero: no hay deflación en la unión monetaria. 

Deflación: desaparece un fantasma

Rolf Wenkel, de la redacción de economía de DW.
Rolf Wenkel, de la redacción de economía de DW.

Hasta ahora, el BCE siempre justificó su excesiva política monetaria con la lucha contra la inminente deflación en Europa. Y, con ello, pudo ocultar el hecho de que en realidad estaba financiando a países endeudados en el sur del bloque comunitario. Estos se benefician de los bajos tipos de interés, que mantienen sus deudas dentro de un margen soportable, y también sacan provecho del dinero que se inyecta a sus sistemas bancarios. Italia, por ejemplo, la tercera mayor potencia económica de Europa, ha recibido casi 190 mil millones de euros del BCE, en el marco de su política monetaria ultra relajada.

Sobre todo en Alemania la mayoría de los economistas ven con ojos críticos la terquedad con que Draghi se aferra a esta política. No solo critican que, con un tipo de interés del cero por ciento, se devalúen los ahorros de los ciudadanos germanos, sino que también hacen notar que, a pesar de que las condiciones financieras nunca habían sido tan favorables como ahora, faltan las inversiones. Esto muestra claramente que las empresas necesitan atractivas condiciones a nivel de política económica.

El presidente del Instituto Ifo, con sede en Múnich, Clemens Fuest, califica las intenciones del BCE de reducir la compra de deudas a partir de abril de 2017 como "un paso en la dirección correcta". Desde hace tiempo ya no le parece válido el argumento del BCE de que la tasa de inflación en la zona euro es demasiado baja. Según los pronósticos más recientes del Instituto Ifo, la tasa de inflación del euro crecerá automáticamente hasta marzo en un 1,5 por ciento anual y en un 1,6 por ciento hasta finales del año.

¿Un "problema de lujo"?

Este pronóstico se acerca mucho a la tasa de inflación del dos por ciento a la que aspira el BCE. El nuevo desarrollo de los precios se debe al cese de la caída de los precios del petróleo. "Como consecuencia, ahora salen a la luz los efectos secundarios negativos de las compras de empréstitos del BCE", dice Fuest.

Sin embargo, el italiano Draghi no lo ve así. Sus estadistas están convencidos de que la tasa de inflación no aumentará en un 1,7 por ciento antes de 2019. No obstante, no toman en cuenta la fluctuación de los precios del petróleo. En opinión de Draghi, es un "problema de lujo" pensar ahora en altas tasas de inflación y el abandono de la política monetaria relajada.

Mario Draghi no puede seguir comprando empréstitos infinitamente. Es hipócrita decirle a los mercados que, "en caso necesario", tendrán que seguir con el programa de compra de deuda hasta después de 2017, mientras que, al mismo tiempo, se les exigen reformas a los gobiernos de la eurozona. Y es que precisamente su anuncio de que la impresora de dinero seguirá trabajando libera a los países endeudados de la unión monetaria de cualquier presión para implementar reformas.

Desde hace tiempo que esto ya no tiene nada que ver con la estabilización del euro. Al financiar a los países sureños de la eurozona con miles de millones de euros, Draghi les compra tiempo. ¿Será que lo hace por convicción o, acaso, algunos jefes de gobierno se lo habrán pedido?