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“La ficción es una herramienta poderosa para indagar el pasado”

18 de marzo de 2010

El escritor argentino Carlos Gamerro conversa con DW-WORLD acerca de la participación de Argentina en la Feria del Libro de Leipzig como anticipación de lo que será su presencia en la Feria del Libro de Fráncfort 2010.

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Carlos Gamerro: la literatura como instrumento para indagar la historia.Imagen: Jörg Singer

Carlos Gamerro es uno de los autores argentinos más renombrados y productivos de la escena literaria contemporánea. Además de escritor y docente de la Universidad de Buenos Aires es traductor literario de Harold Bloom, Graham Green y William Shakespeare. Entre sus obras se cuentan ‘Las Islas', novela aclamada por los críticos, que toma como tema las Islas Malvinas para hacer un recorrido por los mitos y falencias de la sociedad, hilo conductor que recorre también ‘La aventura de los bustos de Eva'. En ‘El secreto y las voces', Carlos Gamerro se enfoca en la cuestión de los testigos mudos de crímenes y desapariciones durante la dictadura militar en un pequeño pueblo de la provincia de Santa Fe.

DW-WORLD: ¿De qué manera participas de la Feria del Libro de Leipzig?

Carlos Gamerro: Tengo planeadas varias actividades, lo cual es un placer y un honor. La primera, hoy, 18 de marzo, es una mesa redonda con mi colega, la escritora argentina Tununa Mercado. Se trata de un diálogo entre los dos sobre el tema ‘La ficción como interrogante del presente' y, básicamente, vamos a hablar de dos novelas, una de Tununa, ‘Yo nunca te prometí la eternidad', y otra mía, ‘El secreto y las voces', ya que descubrimos que tienen muchos puntos en común. En ambos casos hay una investigación sobre el pasado, traumático, en el caso de Tununa Mercado, sobre la ocupación de Francia durante la Guerra Mundial, y una madre y un hijo que se separan durante el éxodo de París. En mi caso, se trata de una investigación que lleva a cabo un particular en un pueblo de la provincia de Santa Fe. Es la historia del único desparecido de ese pueblo. El tipo de trabajo del lenguaje y el armado de las novelas a partir de versiones, de documentos, de diálogos, es estructuralmente bastante similar. Y es productivo que en un caso se trate de la historia más o menos reciente de Europa y en el otro de la historia reciente de Argentina. Además, voy a presentar a escritores muy interesantes como Laura Alcoba, autora de ‘La casa de los conejos', a Pablo Ramos, cuya última novela es ‘La ley de la ferocidad'. Y tengo también por último una conferencia y a la vez lectura de pasajes de mi novela ‘El secreto y la voces'. El título de la conferencia, que va a tener lugar el sábado 20 de marzo es ‘Nadie sabía: desaparecedores y testigos mudos'.

El tema de los desaparecidos de la dictadura argentina es un tema recurrente en los textos que se están produciendo en Argentina en los últimos años. En ‘El secreto y las voces' hay un desaparecido en un pueblo. Pones al lector en rol de investigador sobre lo que sucedió. ¿Cómo lo logras literariamente?

El impulso para escribir ‘El secreto y las voces', que pertenece a la segunda tanda de una literatura sobre los años de la dictadura. En la primera, la literatura, a la par de la justicia, lo que quería, sobre todo, era adentrarse en la situación de las víctimas y los victimarios, con un objetivo de denuncia, en primer caso, porque todo eso había sido silenciado, no había sido hablado ni escrito durante la dictadura. Y, por supuesto, con el objetivo fundamental de reparar a las víctimas y castigar a los perpetradores. Yo creo que la literatura se ocupa de la denuncia cuando no se ocupan otros órganos o instituciones como la prensa o la justicia. Pero a mí me interesa desde la literatura tratar problemas complejos, cuestiones más ambivalentes. El tema que a mí me interesaba ya no era el de las víctimas o los victimarios, sino la gran masa del resto de la población, lo que yo llamo ‘testigos mudos' tratando de traducir la palabra inglesa ‘bystander': el que estuvo ahí, vio lo que pasaba y no hizo nada. En Alemania se suele discutir el tema de ‘la responsabilidad civil en los crímenes de Estado' u otro término, que a mí me gusta menos, el de la ‘culpa colectiva', quizá porque sus resonancias religiosas creo que no contribuyen. Entonces pensé que eso en la realidad, empíricamente, es difícil de plantear, porque, ¿cómo se hace una investigación sobre la participación, o la no participación, o el silencio, o la aquiescencia de la población en su conjunto? Como yo iba muy seguido a un pueblo chico en los veranos de mi infancia, pensé que un pueblo así permitía crear un pequeño universo, un microcosmos donde, a partir de la desaparición de uno de sus habitantes se podía examinar e indagar en el comportamiento del resto de los habitantes del pueblo. Imaginé la figura de un jefe de policía, el comisario Neri, al que los militares le encargan que asesine y haga desparecer a Darío Ezcurra, un personaje importante del pueblo, y cómo el comisario decide, a partir de la premisa de que en un pueblo chico nada puede mantenerse en secreto, el proyecto de hacer desaparecer a Ezcurra se convierta en un secreto a voces. De alguna manera, como lo piensa el comisario Neri, ya no habrá peligro de que haya testigos porque todos serán cómplices.

En tu libro ‘Las Islas' se refleja buena parte de la realidad argentina. ¿Puedes decirnos por qué elegiste a Las Islas Malvinas como disparador del relato?

Se conjugan distintas razones, algunas de índole específicamente literaria y otras más personales. Desde el punto de vista de lo literario, se había escrito muy poco sobre la Guerra de Malvinas, sólo una novela fundamental que es ‘Los pichiciegos', de Rodolfo Fogwill, que tomaba el aspecto puntual de las estrategias de supervivencia de los soldados en la guerra. Es una novela poco realista, y la mía también lo es. Creo que el tema de Malvinas, desde la ficción, se trató siempre de manera farcesca y un poco fantasiosa por momentos, quizás porque resultó difícil creer en la realidad de esa guerra, o quizás, sugiero yo, porque la guerra entera, mientras sucedía fue una ficción. Es decir, toda la información que llegaba a Argentina sobre la guerra era mentira, era construida, no sólo por los militares, sino por la prensa, y de manera muy activa. De alguna manera siempre fue una guerra de fantasía. Sentí que había muchísimo para trabajar ahí me dije: ‘si nadie se dio cuenta hasta ahora, voy por todo', y así me salió una novela de 600 páginas. Sentía que, cuanto más me metía en el tema, más cosas fascinantes aparecían, incluso algunas las descubrí después de publicada, cosa que me produjo frustración por no poder haberlo incluido en mi novela. Por ejemplo, en los años 60 hubo un plan de recapturar las islas Malvinas y luego traer a Perón desde su exilio en España para que desde allí comandara el regreso del peronismo al poder. Ese tipo de historias, que existieron, es lo que me fascinó de Malvinas. La clase que fue a Malvinas fue la del 62, y yo soy clase 62, pero tenía prórroga porque estaba estudiando en la universidad. No fui, pero me tendría que haber tocado, y creo que siempre tuve la sensación de haber escapado al destino. Me preguntaba, si hubiera ido a Malvinas, ¿dónde estaría ahora? Y 10 años después de la guerra sentí que tenía que darle vida a ese otro yo que había ido a Malvinas. Es autobiográfica en negativo. No es la historia de lo que me pasó, sino de lo que podría haber pasado.
(Lea por qué las Islas Malvinas son una superficie de proyección del imaginario argentino.)

En las Islas Malvinas se proyectan muchas cosas del imaginario argentino. Algunas son fantasías, y a veces la fantasía hasta supera a la realidad.

Sí, de hecho yo utilizo la imagen del Test de Rorschach, esas manchas simétricas que utilizan los psicoanalistas para que los pacientes asocien libremente, porque las Malvinas tienen esa simetría. Yo creo que en las Malvinas cada uno, individuo o colectivo, ve lo que quiere ver. Son un poco un mapa de las fantasías, de las utopías y de las frustraciones argentinas.

¿Cuál es tu próximo libro?

Mi novela aún inédita se llama ‘Un yuppie en la columna del Che Guevara'. Y en ella habla otra vez el personaje de Felipe Tamerlán, presente en ‘Las Islas' y en ‘La aventura de los bustos de Eva'. A lo largo de la historia de los Tamerlán aparece la línea de la violencia, la violencia de Estado, la violencia familiar, y el problema de cómo cortar esa cadena. Tamerlán muere a manos de su propio hijo. En Las Islas quise establecer un paralelo entre el gesto de Argentina de volverse contra de Inglaterra, país que siempre se miró con recelo y admiración. Digo, la conquista de Malvinas siempre fue un intento de colonizar a los colonizadores, y el gesto del hijo de volverse contra el padre. En la guerra del hijo contra el padre el hijo siempre pierde, una victoria contra el padre es una victoria pírrica, porque es la destrucción de los propios orígenes. Así que me interesaba ver también esos callejones sin salida en los cuales la lucha contra el poder derrota su propio propósito. ¿Cómo luchar contra la violencia o el poder sin volverse uno mismo un espejo de aquello contra lo cual se está luchando?

¿De qué manera marcaron las diferentes etapas de la historia argentina, desde la dictadura, pasando por el menemismo y la crisis de 2001, la nueva narrativa argentina?

En mis intervenciones en Leipzig y en Berlín el 24 de marzo, en el aniversario del golpe de la Junta Militar en Argentina, intento elaborar la idea, desde la figura del escritor, de cuáles son las cosas que nos marcan y nos llevan a escribir. Alguna vez un lector me dijo ¿cuándo podemos esperar una novela suya sobre la crisis del 2001 y el corralito? Y me quedé pensando y dije que esa novela no la iba a escribir. Fue una época demencial, pero, para decirlo de una manera sencilla: para cuando pasó todo eso yo ya era yo. Mi personalidad ya estaba constituida. Son cosas fuertes que me pasaron pero no sé si me transformaron o me marcaron, o si son hasta tal punto parte de mi identidad, de esas raíces a veces secretas e invisibles de la identidad. Y creo que la literatura se vuelve más poderosa cuando intenta explorar esas zonas. En cambio, la dictadura, la guerra de Malvinas, y los hechos anteriores a la dictadura, sucedieron en mi infancia y en mi adolescencia, y yo estoy hecho de eso, no son cosas que me pasaron, son cosas que me hicieron lo que soy. En ese sentido, creo que la literatura de la nueva generación, ya sean hijos de militantes o desaparecidos, o simplemente personas para quienes toda esa época es parte de la memoria familiar, pero no de la memoria conciente, directa, paradójicamente por no haberlo vivido o no tener recuerdos concientes creo que a veces indagan con mayor fuerza. Porque ellos también saben o presienten que esa es la materia de la que están hechos. Y creo que la escritura de ficción es una herramienta literaria, quizás la más poderosa, para indagar en esa zona de la historia y del alma de cada uno.

Autora: Cristina Papaleo
Editor: Enrique López Magallón