La energía de las olas

La utilización de la energía del viento, el sol o la biomasa ya no es una utopía. La tecnología ha avanzado y las energías renovables van ganando un lugar cada vez más relevante en el abastecimiento energético global. Pero la energía undimotriz, que es la que se genera aprovechando la fuerza de las olas del mar, está todavía en pañales.

Primer paso

De acuerdo con datos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), utilizando la energía de las olas marinas se podría cubrir cerca del 30 por ciento de la demanda energética mundial. Mucho falta para que ello se haga realidad, pero ya se ha dado un paso inicial: en las costas del País Vasco español comenzó a operar la primera central undimotriz comercial del mundo.

El pintoresco pueblo de Mutriku.

Mutriku es, a primera vista, un pintoresco pueblito vasco de unos 5000 habitantes, ubicado a orillas del Cantábrico, no lejos de San Sebastián. Quien llegue allí y vea su puerto con barcos pesqueros y veleros difícilmente imagine que justo en ese lugar se encuentra una central energética ultramoderna, que suministra ya energía a unas 600 personas.

Referente europeo

José Ignacio Hormaetxe, director del Ente Vasco de la Energía, se muestra orgulloso y asegura que Mutriku va a convertirse en un “referente” en lo que respecta a la energía de las olas, a nivel europeo.

La inmensa fuerza de las olas que revientan contra los muros del puerto es aprovechada aquí mediante una instalación en el interior del nuevo dique, al que están adosadas 16 cámaras abiertas hacia el mar. El ingeniero Yago Torre explica que el agua que entra en esas cámaras desplaza el aire, el que a su vez mueve unas turbinas. De este modo se genera la energía.

Costos y beneficios

La bahía de Mutriku, con su dique.

Ya existen en otras partes plantas experimentales que trabajan con esa tecnología, pero la central de Mutriku es la primera que se opera comercialmente. Aproximadamente siete millones de euros costó este proyecto, cofinanciado por el Gobierno vasco con recursos del fondo de fomento de las energías renovables.

Sin embargo, esta tecnología aún plantea algunos problemas. Por eso la planta de Mutriku entró en funcionamiento casi dos años más tarde de lo originalmente planeado. Sus detractores consideran, por otra parte, que los costos son demasiado altos para un rendimiento de sólo 600 kilowattios/hora al año. Pero José Ignacio Hormaetxe tiene una visión diferente y destaca la importancia de todo aporte a la sustitución de las fuentes de energía más contaminantes. Además, hace notar este tipo de proyectos puede permitir a las empresas desarrollar también nuevas tecnologías y conquistar nuevos mercados.

Autor: Reinhard Spiegelhauer / Emilia Rojas

Editor: Enrique López