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La amenaza del hundimiento

30 de marzo de 2010

El cambio climático es especialmente duro con las islas, buena parte de las cuales podría desaparecer. Sus habitantes intentan captar la atención sobre el problema, convirtiéndose en motor de la política medioambiental.

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Amenazada con desaparecer: Malé, la capital de las Islas Maldivas.Imagen: RICO - Fotolia.com

A los habitantes de las Islas Carteret, en el Pacífico Sur, se les acaba el tiempo. El archipiélago, que pertenece a Papúa Nueva Guinea, podría ser inhabitable en el año 2015. El motivo hay que buscarlo en el calentamiento global, que provoca un aumento del nivel de los océanos: alrededor de 40 centímetros desde 1993 en esta zona, donde las islas se elevan apenas un metro por encima del mar.

En todo el mundo, se espera que el nivel de los océanos aumente entre uno y dos metros hasta finales de siglo, según un estudio del Instituto de Potsdam para la Investigación de las Consecuencias del Cambio Climático: una amenaza para todas aquellas personas que viven en regiones costeras- sea en Nueva Orleans (Estados Unidos), Rotterdam (Holanda) o Dhaka, la capital de Bangladesh, donde cada año 100.000 habitantes se ven forzados a retroceder ante el crecimiento de las aguas.

Carteret Inseln
En 2015 esta imagen quizás será ya historia: un atolón de las Islas Carteret.Imagen: Image courtesy of the Image Science & Analysis Laboratory, NASA Johnson Space Center.

Pero, sin duda, son las islas las que padecen de forma significativa: es su propia existencia la que se halla en peligro. Los escenarios varían en función de los pronósticos sobre la evolución del cambio climático que se tomen como referencia, pero la mayoría de ellos coincide en señalar a las tierras sobre dos océanos como especialmente amenazadas: las del Índico, donde las Maldivas y Timor Oriental podrían desaparecer bajo el mar, y las del Pacífico Sur, donde las aguas podrían llegar a cubrir a una docena de islas de aquí a finales de siglo.

La Sociedad de Pueblos Amenazados (GfbV, por las siglas en alemán) cifra en ocho millones el número de personas que perderían su hogar en dichas regiones como consecuencia del cambio climático. Paradójicamente, las 22 islas-Estado del Océano Pacífico provocan tan sólo el 0,06% del total de gases de efecto invernadero generados por el ser humano.

Los habitantes de las islas, dispuestos a emigrar

"Para la población autóctona del Pacífico, el cambio climático es un fenómeno perceptible diariamente", explica Ulrich Delius, consultor para Asia de GfbV. "El principal temor lo encontramos, sobre todo, en los atolones que no superan los tres metros por encima del nivel del mar", afirma Delius. El Gobierno de Papúa Nueva Guinea intenta reasentar a los 3.200 habitantes de las Islas Carteret. Los habitantes de Vanuatu, Tuvalu y Kiribati se trasladan a zonas más elevadas. Cada vez son más las personas que intentan emigrar, por ejemplo, a Australia o Nueva Zelanda. Pero no huyen porque sus islas vayan a hundirse mañana mismo. "Ya no es posible vivir allí porque el aumento del nivel del mar afecta a las reservas de agua dulce", explica Delius.

El agua salada irrumpe en las canalizaciones y contamina el agua potable. Además, provoca que la tierra se vuelva estéril. Es por ello que, en algunos lugares, ya no crece la hierba y las palmeras mueren. Por si fuera poco, el cambio climático ha comportado también un aumento de las tempestades, que ya han causado estragos en algunas islas. Otro problema es la pesca: algunas especies emigran a zonas donde la temperatura del agua es más elevada, lejos de las islas para las que ésta es una importante fuente de ingresos. La consecuencia: los pescadores se concentran en los bancos de coral, cuyas especies padecen a menudo la sobrepesca.

Consejo de ministros bajo el agua

Malediven Unterwasserabstimmung
Consejo de Ministros bajo el agua: la iniciativa del presidente de las Islas Maldivas -a la izquierda de la imagen- para llamar la atención sobre la amenaza del cambio climático.Imagen: AP

Estos problemas son extensibles a las Islas Maldivas, explicó su presidente, Mohamed Nasheed, en una entrevista concedida a DW. El tiempo apremia. "Con la naturaleza no se regatea", explica Nasheed, convertido en destacado portavoz de las islas amenazadas, no sólo por su conciencia ecológica sino también por sus espectaculares acciones: el presidente asegura querer comprar con los ingresos que proporciona el turismo tierras para sus ciudadanos en la India, Sri Lanka o Australia; y en octubre de 2009 reunió a su consejo de ministros bajo el agua para llamar la atención sobre la realidad de las islas-Estado antes de la Cumbre del Clima de Copenhague.

Todos esos países, para los cuales el tiempo se agota, defendieron en la capital danesa objetivos severos contra el calentamiento global: un aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados centígrados hasta 2050 en relación a 1850. Y es que, para ellos, la meta de 2 grados de incremento a la que aspiran otros muchos gobiernos es demasiado escasa. "Las islas-Estado están presionadas por la necesidad de que se actúe y es por ello que se han constituido en la vanguardia de la lucha contra el cambio climático", explica Jakob Graichen, presente en Copenhague representando al Instituto de Ecología Aplicada de Friburgo. Fue en el marco de la Cumbre del Clima donde tuvo lugar la puesta en escena del grupo de 42 países denominado Alianza de Pequeñas Islas-Estado (Aosis, por las siglas en inglés). Tuvalu criticó en su intervención ante la asamblea plenaria la floja declaración final consensuada por los jefes de Estado y de Gobierno. Sin embargo, el consenso no es total en el seno de la alianza: los países con mayores flotas de barcos y una industria turística más fuerte no están por la labor de fijar límites de emisiones al tráfico aéreo y marítimo. Aún así, según Graichen un acuerdo entre los miembros de Aosis es posible: "hay diversas propuestas sobre la mesa", dice.

Islas: ¿nueva vanguardia en política energética?

Gezeiten in Tuvalu
El aumento del nivel del mar, todavía un pasatiempo: un grupo de niños juega con las olas en Tuvalu, donde sus habitantes se ven obligados a trasladarse hacia el interior de las islas.Imagen: Greenpeace/Gary Braasch

En el debate sobre el medio ambiente, las islas ocupan un lugar cada vez más destacado por su papel como punta de lanza de la política energética. Es el caso, por ejemplo, de la isla española de El Hierro, en las Canarias, que pretende abandonar por completo las fuentes de energía fósiles. También Pellworm (Alemania), Utsira (Noruega) o Samsö (Dinamarca) intentan dar el paso. El presidente de las Maldivas apuesta igualmente por las energías renovables: hay planeados tres proyectos eólicos y uno solar. Además, la presión ejercida por el archipiélago del Pacífico forzó la elaboración de un análisis detallado de la relación entre cambio climático y derechos humanos por parte del Alto Comisario de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Éste último es un problema que apenas se tiene en cuenta y que cobra una mayor relevancia por el creciente número de refugiados que provoca el cambio climático: la cifra se sitúa ya en los 25 millones de personas. Hasta la fecha, el Alto Comisariado de la ONU para los Refugiados ha rechazado acoger a esas personas bajo el paraguas de la Convención de Ginebra, entre otros motivos, porque las dificultades económicas por las que atraviesa la ONU no permiten asegurarles la asistencia.

El cambio climático plantea preguntas de carácter jurídico que nadie puede responder. Pero es justamente el destino de los habitantes de las islas en los mares del Sur el que nos muestra que hay que encontrar respuestas. Mohamed Nasheed remarca que todos los países deberán asumir finalmente las consecuencias de las transformaciones medioambientales: "es la cuestión del siglo. Nuestra supervivencia depende de ella".

Autor: Torsten Schäfer/ Emili Vinagre

Editor: Luna Bolívar Manaut