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Beatificación de Juan Pablo II

30 de abril de 2011

El Papa Juan Pablo II es una figura de superlativos, cuyo pontificado tuvo una influencia política e histórica innegable. El papa polaco fue querido como pocos en Latinoamérica, pero su beatificación es controvertida.

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Juan Pablo II, una figura superlativa.Imagen: picture-alliance/dpa/dpaweb

Una avalancha de peregrinos ha llegado a Roma para presenciar la beatificación de Juan Pablo II, cuyo proceso, seis años tras su fallecimiento, ha sido el más rápido de la historia eclesiástica. “Para la Iglesia católica se trata de un acontecimiento muy importante. Juan Pablo II predicó a través del ejemplo, fue un apóstol del pueblo, que quería llevar el mensaje del Evangelio a la gente”, dice el prelado Bernd Klaschka, director de la Organización Episcopal para América Latina, Adveniat, en conversación con Deutsche Welle.

El religioso destaca que una de sus aportaciones durante su largo ponitificado fue la especial atención que puso a los jóvenes. “Fue él quien inició las Jornadas Mundiales de la Juventud”, Siempre buscó la cercanía de la gente joven, recuerdo que en una de esas jornadas se dirigió a los jóvenes diciéndoles: soy Karol, eso conquistaba corazones”.

Der Papst auf dem Weltjugendtag in Toronto, Kanada
Juan Pablo II durante una Jornada Mundial de la Juventud en Toronto, Canadá.Imagen: AP

El Papa viajero

Pocas figuras movilizaron a las masas como lo hizo Juan Pablo II. Durante los 27 años de su pontificado (1978-2005) el “Papa viajero” visitó 128 países, recorrió más de 247.000 kilómetros, beatificó y santificó a 1.800 personas, promulgó 14 encíclicas y resumió 42 cartas apostólicas. Su pontificado es considerado uno de los más políticos del siglo XX, que contribuyó al colapso del bloque soviético. “Tuvo una gran influencia política, sobre todo en Europa, en la transformación de las fronteras y en el cambio que condujo a la caída del Muro de Berlín”, recuerda Klaschka.

Junto con el presidente estadounidense Ronald Reagan, Juan Pablo II apoyó el sindicato Solidarnosc, como punta de lanza contra la Unión Soviética, al grado de que algunos críticos señalan que hubo una “alianza secreta” entre la Santa Sede y Washington.

“No sé yo realmente si hubo una alianza entre el Vaticano y Washington, pero creo que él percibía a la Unión Soviética como una amenaza. No hay que olvidar que vivió en Polonia la mano dura de Stalin. Los primeros años de su pontificado estuvieron marcados por la Guerra Fría y el surgimiento de Solicarnosc en Polonia, que él apoyó masivamente con su postura exigiendo libertad para su pueblo”, recuerda.

Papst Johannes Paul II. in den USA - 1987
Juan Pablo II junto al presidente Ronald Reagan y su esposa Nancy en 1987.Imagen: picture alliance / dpa

Teología de la Liberación

El papa polaco no distinguió entre las distintas “izquierdas” y las redujo todas al modelo soviético. Sobre todo en América Latina se convirtió, según sus críticos, en un cómplice de Ronald Reagan. Ambos consideraban a la Teología de la Liberación como una amenaza. Ejemplo de ello fue su sanción al sacerdote y poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, por ser uno de los principales pilares de dicha teología.

“Eso es algo que a mi mismo me sorprendió. No lo entendí. Fueron decisiones que llevaron a la Teología de la Liberación a una situación de la que ya no se recuperó. Creo que Juan Pablo II tenía miedo de que pudiera conducir a un totalitarismo. La acusación, que yo no comparto, de que la Teología de la Liberación era cercana al marxismo y que vivía de sus fuentes es lo que le provocó esa animadversión, y la manejó de tal modo que hoy en día dicha teología apenas si tiene posibilidades de participar en el discurso teológico”, lamenta Klaschka.

Papst in Mexiko
Bailarines aztecas danzan para el Papa en la Basílica de Guadalupe.Imagen: AP

Continente de la esperanza

El sacerdote alemán, que dirige una organización eclesiástica dedicada a América Latina, destacó la espontaneidad y apertura de Karol Wojtila, que cautivó a América Latina. Eso y la devoción que le tenía a la Virgen María, fue lo que provocó ovaciones en México, país que visitó cinco veces. “Lo llamaba el Continente de la Esperanza, porque la mayoría de su población es católica”.

Los gritos de "¡Santo súbito!" que gritaba la multitud durante el funeral de Juan Pablo II fueron escuchados por Benedicto XVI, pero más allá del fervor de los creyentes, críticos ponen en tela de duda el rápido proceso de beatificación después de que el supuesto milagro atribuido al papa polaco, la repentina curación de Parkinson de una monja francesa, fuera cuestionada por médicos.

La crítica más fuerte es que el proceso ha estado salpicado por los escándalos de pederastia de docenas de prelados católicos, especialmente en el caso del fundador de los Legionarios de Cristo, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, quien pese a la rigidez moral que imponía a sus seguidores, llevó una doble vida con dos mujeres y fue denunciado por abusos sexuales a menores. Maciel fue elogiado públicamente en varias ocasiones por Juan Pablo II.

Autora: Eva Usi

Editor: José Ospina Valencia