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Jorge Franco: “tenemos nuevas historias que mostrar"

Mirra Banchón13 de septiembre de 2007

A los nuevos autores latinoamericanos les toca consolidar una tradición, cuyas bases sentaron los autores del boom. DW-WORLD conversó con el escritor colombiano Jorge Franco.

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Jorge Franco, autor de "Rosario Tijeras", escritor colombiano en el Festival Literario de Berlín 2007.Imagen: Viki Ospina

Es de cajón: hablar de literatura latinoamericana en Alemania es mencionar a los escritores del boom y el realismo mágico. Escritores de todos diversos países latinoamericanos están presentes en Berlín para presentar sus historias. ¿A qué público se enfrentan? DW-WORLD conversó al respecto con el colombiano Jorge Franco.

¿Cúal ha sido hasta ahora su relación con Alemania?

Alemania, como mercado literario es bastante interesante, porque hay tradición de lectores y escritores; porque la cultura ocupa un espacio bastante importante. Aparte de nuestra tradición literaria, los nuevos autores latinoamericanos tenemos nuevas historias y nuevos libros que mostrar. Queremos venir a consolidar esa tradición. Aquí se han leído tradicionalmente los autores del boom latinoamericanos como García Márquez o Vargas Llosa, Carlos Fuentes

¿Ésa es la imagen de autor latinoamericano con la que se lo confronta en Alemania?

Ha habido un gran cambio en Latinoamérica. A esos autores nosotros los leímos cuando ni siquiera pensábamos en ser escritores. Ahora los concebimos más como clásicos de la literatura latinoamericana. Simplemente ahora somos autores más marcados por lo urbano, por las grandes ciudades, por problemáticas que nos pueden unir en la medida en que las ciudades grandes en las que vivimos se parecen unas a las otras. Hay un estilo que toma mucha distancia de estos abuelos literarios que de ninguna manera quisiera demeritar el gran trabajo que han hecho. Gracias a ellos se ve a Latinoamérica como una buena fuente de creación literaria. Pero sí hay otro estilo, hay otro tono, algo mucho más contemporáneo y afín con los autores de ciudades de Europa y de Estados Unidos.

¿Le molesta que se los llame el nuevo boom, comparándolos expresamente con sus abuelos literarios?

A cómo se denomina a los grupos no le doy mucha importancia. Creo que de todas maneras que intenten colocarnos bajo un título es bastante complicado, porque en cuestiones de temas y estilos somos bastante diferentes. Creo que talvez lo único que nos une son las condiciones geográficas y generacionales. Pero sí creo que es un poco arriesgado hablar de boom en un grupo de escritores que apenas comenzamos. Todavía tenemos muchos libros por escribir. Y el tiempo es el juez más estricto.

No es posible agruparlos, dice usted, pero el componente urbano los une. ¿Se puede hablar todavía de una literatura “latinoamericana”?

Los escenarios de nuestras historias nos unen, porque somos escritores que nacimos en grandes urbes. Pero es accidental, no hay una intención de ser escritores urbanos o por serlo de querer romper con una tradición latinoamericana. Ésta está más ligada al exotismo o a la naturaleza o a historias más rurales que urbanas. Con los colegas latinoamericanos compartimos el escenario, pero vamos por diferentes caminos. Muchos de nosotros tocamos la realidad de cada país, hay otros que han preferido ignorarla por completo, y ubicar sus historias fuera de los países de origen, en Estados Unidos o en Europa. Algunos apuntan hacia la novela histórica…. Yo sí veo una dificultad de agrupación.

¿Cuánto de realidad colombiana cabe en sus novelas?

Ocupa un espacio muy grande en mi obra. Yo he escrito sobre mi país, y particularmente sobre Medellín, la ciudad donde nací. He tocado temas como el narcotráfico, la aparición del cartel de Medellín y sus consecuencias sobre los jóvenes en una novela como Rosario Tijeras. Luego traté el tema de los inmigrantes indocumentados colombianos en Nueva York. Es una problemática que padecemos en Latinoamérica en vista de que las condiciones de nuestros países obligan a muchas personas a buscar mejores recursos en culturas ajenas… Es un tema que también toca a los países del primer mundo porque son ellos quienes reciben a estos inmigrantes. En mi última novela que se titula Melodrama, lo que trato de hacer es en un siglo de historia un repaso por los hechos más importantes en Colombia, en Latinoamérica y en el mundo. Siempre estoy dado a una realidad social. La realidad colombiana es bastante fuerte y a uno como escritor le toca ocuparse de los efectos que tiene esa realidad sobre nosotros.

¿Lo ve como camino que el escritor debe seguir?

No, el compromiso del escritor es con la propia literatura. Con la manera cómo se cuentan las historias. Puede ser desde la historia hasta lo más íntimo de un personaje cualquiera. El compromiso primordial del autor es con su obra, con su historia bien contada.

García Márquez ha dicho que le va a pasar la antorcha…

Esa fue una frase muy generosa, que yo tomo como un cumplido de alguien que conoce muy bien el oficio. Pero traté luego de que no me generara mucho estrés, ni mucha presión a la hora de escribir. Lo sentí como una palmadita en el hombro, pero sabiendo que todavía mucho por hacer. De todas hay que darle tiempo al tiempo. Hay muchos escritores colombianos con mucho talento, y la idea es no defraudar el buen nombre que dejaron en el ámbito internacional autores como García Márquez, Vargas Llosa u Onetti. En general miramos con mucho respeto y mucha admiración a estos grandes autores. Y con mucha gratitud, pues a partir de ellos se comenzó a mirar con mucho interés lo que sucedía en Latinoamérica en el campo de la creación literaria.

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